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PESCA | 16-07-2018 08:22

Rosario no decepciona con sus dorados

Relevamos los arroyos del delta del Paraná santafecino en busca de esta especie que obtuvimos en aguas bajas y cristalinas.
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Buscando un nuevo punto para intentar la pesca de dorados, estuvimos recorriendo telefónicamente varios de los pesqueros más conocidos sobre el río Paraná y sus zonas de influencia. Todos nuestros amigos y guías argumentaban las mismas coincidencias en cuanto a la suciedad del río, la baja paulatina del caudal y la etapa de transición normal de cada temporada. Ante las coincidencias, nos inclinamos por un pesquero cercano a la Capital Federal con un grado de dificultad mayor al de los otros. Tomando ese desafío, preparamos todo para llegar lo antes posible a la hermosa ciudad de Rosario, una de las más pobladas de la República Argentina.

Sin dudas, mucha gente se acerca hasta este punto de la provincia de Santa Fe por diversos motivos: el Monumento a la Bandera, el Acuario de Río, los shoppings, el casino y sus atractivos gastronómicos que la visten de gala. Ahora, y después de este relevamiento, queremos sumarles la posibilidad de uno o más días de pesca deportiva, actividad que atrae fanáticos de distintos puntos del país y del mundo, en busca principalmente del dorado, pero también se pueden conseguir chafalotes, tarariras, pirá pitás, surubíes, palometas y todas las especies de variada de cuero.

Primeros piques con baitcast

La temperatura dio un giro bastante brusco, se puso muy frío y, sumado a la baja del río, nos quitó la posibilidad de dar con taruchas y surubíes pero nada hacía pensar que se dificultara la búsqueda del dorado. La pesca en esta parte del río Paraná se puede hacer tanto con carnada natural y a la espera o al garete, o bien intentar con artificiales utlizando el baitcasting, spinning o flycast como técnicas deportivas. Charlando con Lucas Davicino y Christian Langer, mis compañeros en esta oportunidad, decidimos realizar la pesca sólo con señuelos. Me contaba el guía que el río bajaba sucio y que había algunos chorritos de agua limpia en las salidas de las lagunas, que estaban rindiendo aceptablemente. También existía la posibilidad de pescar algunos doraditos en las bocazanjas, donde el agua corría con fuerza, pues se apostaban allí en busca de las especies menores.

Nos pusimos de acuerdo en qué llevaría cada uno para realizar esta pesca y coincidimos bastante en equipos. No tanto en los señuelos, porque siempre sumamos alguno más “por las dudas”, llevando varios bolsos o cajas con centenares de artificiales que ilustran con una gran paleta de colores y formas nuestra salida. Los equipos serían cañas de baitcasting de entre 1,80 y 1,98 m de largo, en potencias que van desde 8/14 lb (1 lb = 453,592 g) hasta 10/20 lb con reeles de bajo perfil medianos, cargados con hilo multifilamento de 30 o 40 lb con buen registro de freno.

También sumamos equipos de spinning con cañas 2,10 m de largo y una potencia de 12 lb con reeles frontales medianos, cargados con multi de 30 lb de resistencia. En cuanto a los señuelos, y en esta oportunidad por no saber fehacientemente qué es lo que está funcionando, llevamos cajas llenas con artificiales de distintos tamaños, colores y paletas. Contrariamente, si uno va a un lugar y sabe qué es lo que funciona, este arsenal de señuelos se reduce a lo mínimo indispensable, con algunos de repuesto o recambio.

Decidimos realizar nuestro relevamiento un fin de semana muy fresco pero que, a la vez, podríamos disfrutar en familia y con amigos. Llegamos muy tempranito a la guardería, aún de noche, y fuimos cargando todas las cosas hasta que nos bajaran La Popina, la embarcación trucker que nos haría disfrutar de una hermosa navegación hasta cada uno de los pesqueros.

Navegamos un poquito el Paraná para luego meternos en el Careaga, arroyo principal que nos llevaría a diferentes mini pesqueros hasta llegar a nuestro destino final, la Laguna Grande. Con todos los equipos armados en el viaje, comenzamos los casteos en los diferentes lugares que nos indicaba el guía. Los primeros tiros no dieron resultados positivos, lo que llevó a ir variando en señuelos hasta dar con algunos de media agua que nos regalaron los primeros piques, doraditos chicos muy combativos y algún pirá pitá y chafalote. Entretenido pero buscábamos un poquito más de calidad.

Por los arroyitos

Seguimos navegando hasta la zona de Las Cañas y El Toro. Aquí se veía una mayor influencia de agua limpia y correderas pequeñas pero bien marcadas. Probamos con señuelos en diferentes profundidades con resultados dispares pero atractivos. Los dorados produjeron fuertes frenadas y corridas cada vez que atacaban nuestros artificiales, nos estábamos divirtiendo. Se levantó la bruma y los primeros rayos del sol invadieron nuestro viaje, casi llegando a la Laguna Grande, un lugar muy lindo con bajos, correderas, islotes, camalotales, islas y todos los condimentos para una buena pesca. Golpeamos algunas barrancas con señuelos de media agua y cada 4 ó 5 tiros teníamos un ataque. Predominaban los señuelos gorditos de paleta larga y los que tenían forma de pescadito con paleta shalow o escalón. Así fuimos probando diferentes sectores de la laguna hasta el mediodía, momento en el que decidimos volver sobre los arroyos.

Paramos literalmente en un hilito de agua clara que desembocaba en una parte del ancho Careaga y el Dr. Langer se destacó con varios piques de doradillos, hasta que una buena corrida nos mostró la captura de un lindo dorado, motivo por el cual tomé mi cámara y me dediqué a retratar la captura.

Seguimos recorriendo y pescando: salían doraditos, chafitas y algunas palometas. Luciano, mi otro compañero y amigo, quería otro para la foto y tuvo su recompensa. Buscamos otra salida de agua clara y, sin ver ningún movimiento, ningún ataque y nada que nos hiciera pensar que allí estaría, tuvo razón. Otro de los buenos cabezones se prendió de su señuelo y, en poco tiempo, pudimos izarlo para tomar algunas fotos más.

Como anécdota risueña nos quedó un momento en el que, bajando en un arenal para hacer algunas fotos, quedé atrapado en la flojedad de esa playa y mis compañeros, en vez de ayudarme, me filmaban y se reían junto conmigo. Fue un momento muy divertido… ustedes prodrán imagínenselo. A todos los pescadores, Rosario una hermosa ciudad para ir a pasear, visitar sus monumentos y disfrutar de una hermosa jornada de pesca, no se la pierdan.

Nota completa en Revista Weekend del mes julio 2018 (edicion 550)

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Julio Pollero

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