Friday 26 de April de 2024
CAZA | 03-11-2013 13:56

Cualidades de un cazador: mitos y verdades

La diversidad y complejidad de la naturaleza humana imprime en cada uno una impronta indeleble que nos distingue de los demás. Galería de imágenes.
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Posiblemente muchos de los lectores se sientan identificados con algunos de los arquetipos de cazadores que intentaré retratar, o tal vez identifiquen en las descripciones a sus compañeros de cacería. La diversidad y complejidad de la naturaleza humana imprime en cada uno una impronta indeleble que nos distingue de los demás, casi como las huellas dactilares.

Presumo, sin adentrarme en disquisiciones psicológicas, que la caza mayor obra como una suerte de lente que magnifica las virtudes y defectos del individuo, pues no creo que el comportamiento cotidiano sea distinto al que se observa durante la excursión cinegética. Valga la aclaración que no es mi intención ejercer una crítica o emitir un juicio de valor, pues para ello tendría que hallarme despojado de imperfecciones, que admito, o contar con virtudes que carezco.

La idea de escribir algo al respecto, surgió de las charlas de sobremesa durante una cacería en el campo de Alberto Ghiglione, algo de lo cual adelanté en la nota referida a los resultados de esa excursión. Alberto estaba un poco enojado con ciertos sujetos con conductas peculiares, que aquí describimos mediante algunas “matrices típicas” integrantes del colectivo cazador.

El cazador ansioso. Llega como una tromba, casi no saluda, arroja sus bártulos en cualquier rincón, saca al perro del canil y sale a tirotear a las montaraces y copetonas durante todo el día, alborotando el campo con el escopeteo de la 12. Almuerza y dormita unos minutos mirando el interminable atardecer, hasta que no aguanta más y pide que lo lleven al apostadero. Resultado: se queda dormido, los chanchos huyen en el mejor de los casos espantados por los ronquidos, o permanecen durante horas en el charco comiendo la ceba y revolcándose a gusto en el barro. Cuando regresa a media noche, comenta: “Che, no me entró nada, ¿habrá chanchos?”. La variante del ansioso es el que, no obstante haber visto unas tremendas patas en el barro, enormes huellas frescas y revolcadas de lomos gigantescos de la noche anterior, le tira al primer cachorrón que entra con el sol aún en alto.

Nota publicada en la edición 494 de Weekend, noviembre de 2013. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Marcelo Ferro

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