Roque Pérez: 10 imperdibles de un pueblo repleto de buenas costumbres

El recto camino de acceso se extiende entre una fantástica arboleda que lidera sobre ambos laterales, para llegar a una rotonda donde resalta un vistoso monumento con la silueta de este partido bonaerense. Estamos en Roque Pérez, cabecera del distrito homónimo cuyos orígenes se remontan al año 1884 con la llegada del tren a la zona. Por aquel entonces, don Juan Espelosín, propietario de estas tierras, las donó para que naciera este poblado cuyo nombre rinde homenaje al Dr. José Roque Pérez, quien combatió la fiebre amarilla en 1871. 
En la plaza principal nos espera Daiana, guía local, para acompañarnos a recorrer la ciudad. Calles pulcras, tranquilas, esquinas antiguas y casonas restauradas. Por momentos se ven manzanas irregulares, ya que al parecer a la hora de fraccionar el loteo primitivo no se respetaron las medidas oficiales. A lo largo del recorrido elegimos 10 paradas que vale la pena agendar. El circuito lo iniciamos en esta urbe cabecera, para luego visitar los pueblitos del interior del partido.

• 1. Las dos iglesias: frente a la plaza céntrica, curiosamente observamos un par de iglesias. “Es una de las pocas ciudades –comenta Daiana– que posee dos templos principales, uno al lado del otro. En general, en la mayoría de los pueblos la primitiva capilla se derriba y en el mismo solar se construye un templo más amplio y moderno. Aquí se resolvió preservar la primera capilla que data de 1899 y, junto a ella, se construyó la actual iglesia, inaugurada en 1936. El Santo Patrono es San Juan Bautista y la fiesta alusiva se celebra cada 24 de junio, coincidente con los festejos de la autonomía de Roque Pérez (hasta 1912 dependía de Saladillo). Como cada año, se preparan 300 litros del tradicional Guiso de Mondongo que se sirve en la histórica capilla, a la que acuden lugareños y visitantes. 
• 2. Complejo del ferrocarril: en uno de los depósitos ferroviarios, totalmente reciclado, encontramos el Galpón de Exposiciones Jorge Caro, con una colección de obras artísticas, fotos históricas, objetos y testimonios donados por pobladores, área paleontológica y colecciones itinerantes. Lindera se ubica la estación del tren, inactiva desde 2017 cuando pasó la última formación del FFCC General Roca (ex Ferrocarril del Sud). Se conserva el edificio (primera construcción del pueblo), donde hoy funciona un pequeño museo alusivo al ferrocarril. Ambos sitios están abiertos los fines de semana y la entrada es gratuita.  

• 3. Casa natal de Perón: fuimos hacia uno de los extremos de la ciudad para conocer la vivienda donde nació Juan Domingo Perón el 7 de octubre de 1893. Ya estaba cuando el pueblo aún no tenía iglesia ni registro civil (de hecho, el nacimiento fue inscripto en Lobos). Aquí, Mario Tomás Perón y Juana Sosa, vivieron con sus dos hijos: Avelino y Juan (quien mucho tiempo después alcanzara varias veces la presidencia del país). La construcción, sumamente sencilla, es un humilde rancho de adobe, clásica y precaria morada de aquel entonces en el horizonte campero. La casa se mantiene casi intacta, rodeada de un parque con una legendaria araucaria; y adjunto se levanta otra edificación que alberga numerosos objetos, fotos y bibliografía alusiva. El ingreso es gratuito y se realizan visitas guiadas.
• 4. La Paz, ramos generales: tras dejar el casco urbano, a escasos kilómetros por la RN 205 ingresamos por un firme camino de tierra para llegar al cercano paraje de La Paz. Allí, entre frondosa arboleda se conserva en pie el emblemático almacén de ramos generales del mismo nombre. Data de 1859 y su pared frontal, de rabioso amarillo y grandes letras negras, resalta desde el camino. Su interior está en proceso de reparación, aunque aún se conserva el legendario mostrador junto a antiquísimos estantes y cajoneras. “Detrás del boliche se encuentra la pulpería –explican algunos lugareños–, frecuentada por Juan Manuel de Rosas allá por 1832 y a la que solía venir también Juan Moreira en su paso por estas regiones”. 

• 5. Cine Club Colón: el camino gira a la derecha y ahí nomás está La Paz Chica, otro solitario y pintoresco paraje. Allí se encuentra una nueva joyita de tiempos idos: el Cine Club Colón, única sala rural que funciona en la provincia. José nos recibe e invita a recorrer el recinto que cuenta con un vistoso escenario y pantalla de proyección, pequeño palco, coqueta boletería y paredes decoradas con afiches de destacadas películas. “La idea fue recuperar este sitio –comenta–, que estaba cerrado y abandonado. La sala es el eje central de estos parajes donde viven apenas 200 personas. Mitad cine, mitad cantina, mitad teatro y generador de reuniones y eventos festivos. Aquí, además, servimos picadas y se pueden saborear exquisitos fiambres, quesos, empanadas y sándwiches”. 

• 6. Carlos Beguerie: de regreso a Roque Pérez y en dirección hacia el otro extremo de la ciudad, arranca un amplio camino de tierra que lleva hasta el pueblo de Carlos Beguerie, distante unos 25 kilómetros. Apenas llegamos, en la propia entrada al poblado aparece un imponente galpón perteneciente al ferrocarril. De inactivo desde la década del 70 pasó a una prolija puesta en valor para albergar estudiantes y visitantes que vienen de campamento a la “Perla del Provincial”, nombre atribuido a este complejo que cuenta con cocina, sanitarios, duchas, vestuarios, Wi-Fi, gran recinto para el acampe y, en el exterior, mesas, bancos, sombrillas, quinchos, parrillas y una fantástica pileta de natación. 
•  7. Antigua capilla: tras ingresar a este poblado de más de un siglo de existencia y donde viven unos 400 habitantes, caminamos por sus apacibles calles hasta la placita San Martín y la pintoresca capilla Nuestra Señora del Perpetuo Socorro del año 1937, situada en diagonal sobre esquina y con ingreso desde la ochava. Estilo neocolonial, nave central sencilla y agradable, techo a dos aguas y campanario sobre el acceso principal. La capilla se construyó en un terreno donado por los familiares del fundador del pueblo, Carlos Beguerie. Hay una edificación gemela que es la parroquia San Eduardo Rey, en Máximo Paz, partido de Cañuelas.

• 8. Almacén San Francisco: siguiendo el mismo camino, a menos de un kilómetro se encuentra este añejo almacén ubicado en una clásica esquina de campo desde el año 1930. Martín, su titular, nos muestra el boliche. Largo mostrador de madera, estanterías, paredes de adobe, mesas y sillas de antaño. Una verdadera reliquia que aún hoy sigue siendo el súper del lugar y punto de reunión de parroquianos. Junto al recinto, un amplio espacio verde con muy buena arboleda, sitio que también pertenece al lugar. Allí se esparcen mesas y bancos que ofician de comedor al aire libre, plagado de abundante paz, canto de las aves y pleno contacto con la naturaleza. Bien recomendables son las novedosas picadas a base de berenjenas, rodajas de papas horneadas, cabutias y zucchinis, cebollitas salteadas, porotos al escabeche, buñuelos de verdura, chorizo seco y quesos. Entrada, plato principal (carnes a la parrilla o pastas) y postre, rondan los $ 4.200.

• 9. Almacén La Perla: frente a la estación se mantiene este viejo recinto tal como en sus orígenes en 1912, coincidente con la llegada del Ferrocarril Provincial de Buenos Aires. Está enclavado en esquina y con antiguos surtidores de combustible en su gastada vereda. Adentro, el tiempo se detuvo a principios del siglo pasado y por un rato nos metimos en esta historia, disfrutando su entorno.  Resalta la caja registradora y los estantes cargados de botellas de épocas idas. Beguerie era un empalme ferroviario y centro comercial importante para la zona por donde transitaba esta línea. Aquí se acopiaba la producción, luego fue almacén de ramos generales y despacho de combustible. Hoy funciona como restaurante de campo, que se destaca por sus empanadas, carnes asadas y tortas fritas, entre otros platos.

• 10. El Rinconcito: a metros del antiguo almacén encontramos esta sencilla finca con un espléndido parque y hermosa arboleda, cuya propuesta invita a degustar su variada gastronomía. Casa de té y comidas, opción ideal para disfrutar de la placidez del lugar bajo la sombra de los árboles. Para dos personas, una picada ronda los $ 3.500 y una parrillada, $ 4.200, variadas pastas a $ 3.000. Bien sugeribles los alfajores caseros con un buen café con leche, ideal  para una rica merienda. Ante un atardecer magnífico vamos enfilando por el mismo camino que sirvió de ingreso, buscando la ruta con destino a Buenos Aires. El pórtico reza: “Pueblos de Buenas Costumbres” y, sin dudas, de lindas sensaciones, porque llevamos cuantiosas imágenes de lugares y paisajes, de gente solidaria de exquisitas comidas caseras, de historias que se repiten y se conservan como uno de sus más valiosos patrimonios en estas amables tierras de la pampa bonaerense.