Difícilmente el mundo pueda olvidarse de las dos bombas atómicas que Estados Unidos lanzó, el 6 y el 8 de agosto de 1945, sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, respectivamente, dejando, al mes de diciembre de ese año, un doloroso saldo de entre 110.000 a 200.000 muertos en ambas ciudades. Cifra a la que sumarle la de cientos de miles de personas que sufrieron envenenamiento radioactivo o desarrollaron enfermedades tales como cáncer o leucemia.
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Claro está que, si bien en este caso se trató de un accidente, tampoco será imposible de olvidar la explosión de uno de los reactores de la planta nuclear de Chernóbil, Ucrania, el 26 de abril de 1986, que causó 47 muertes y miles de personas intoxicadas que aún hoy sufren lesiones en la piel y en los ojos como consecuencia de la exposición al material radioactivo.
Si bien tanto Hiroshima como Nagasaki y Chernóbil sufrieron las consecuencias de la radiación, sin embargo, en la actualidad, el panorama es muy diferente entre lo que sucede en las ciudades japonesas respecto a lo que pasa en la localidad ucraniana ya que, según un informe de la BBC, “mientras en Hiroshima y Nagasaki la vida transcurre con normalidad, muchas áreas de Chernóbil siguen deshabitadas, y otras con acceso restringido debido al riesgo latente de la radiación”. .
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Contaminación nuclear
Según el artículo, la diferencia radica tanto en el tipo de reacciones que ocurrieron en cada lugar, como en la cantidad de material involucrado en cada explosión y en la altura en la que se produjeron las terribles explosiones. “La bomba fue diseñada para que la fisión ocurriera en una fracción de segundo y a gran intensidad. De esa manera, se libera una gran cantidad de energía en milisegundos. explicó John Luxat, especialista en seguridad nuclear en la Universidad McMaster, en Canadá, a BBC Mundo.´`
"En cambio, en Chernóbil tuvo lugar una reacción lenta ya que a medida que el combustible nuclear se fue sobrecalentando en el interior, el vapor fue en aumento, ejerciendo una cada vez más fuerte presión sobre el tanque. Es como si hubiera explotado una olla a presión ya que si bien los materiales que se liberan del reactor, inicialmente son menos tóxicos, tienen un tiempo de vida más largo que el de una bomba”, agregó Luxat.
Por su parte, para Alex Wellerstein, historiador especialista en armas nucleares del Instituto Tecnológico Stevens de EE.UU. la altura donde se produjeron las explosiones marcó una gran diferencia en cuanto a la cantidad de víctimas y a las consecuencias posteriores. “Mientras que en las dos ciudades japonesas, las bombas explotaron a más de 500 metros del suelo, en Chernóbil, fue al nivel del suelo y el incendio que se desató contenía material radioactivo. Si la bomba de Hiroshima hubiera explotado en el suelo, habría más contaminación, pero aun así sería más limitada que la de Chernóbil, porque había mucho menos material con el cual contaminar”, explica.
Lo cierto es que en la actualidad el panorama es diametralmente opuesto entre estas tres ciudades ya que mientras Hiroshima y Nagasaki son dos de los importantes y prósperos puertos de Japón, por el contrario, Chernóbil, sigue siendo una zona altamente restringida debido a que todavía existen muchas zonas con productos de fisión y otros tóxicos altamente peligrosos para la salud de las personas. . .
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