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PESCA | 01-10-2021 07:05

Pejes y taruchas en la Salada de Madariaga = combinación exitosa

Pejerreyes que llegan fácilmente al kilo de peso, junto a tarariras que sobrepasan los 3, ambos en un mismo ámbito y en un momento de transición de especies. Claves para no fallar en el intento.
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Adentrándonos en el mes de la primavera, quisimos combinar dos especies en un solo ámbito: pejerreyes y tarariras. Para esto nos pusimos en contacto vía telefónica con Rubén Lezano, guía de pesca, y luego de ultimar detalles, fuimos rumbo a este gran espejo de agua ubicado a 354 km de la Capital Federal por Autovía 2.  
Dividimos las jornadas de pesca en dos días y los equipos también. Para los pejerreyes utilizamos cañas de tres tramos y telescópicas de 4,20 m, reeles cargados con multifilamento de 0,16 mm y líneas de tres boyas en diferentes gamas de colores, donde la gran diferencia la hicieron los tonos claros y combinados: blanco con naranja, verde limón y blanco. Los anzuelos, N° 1/0, y la carnada rendidora fue la mojarra viva grande, que la podemos adquirir en el mismo club de pesca. 

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Para las tarariras utilizamos cañas de 12-20 lb (1 lb = 453,59 g) en uno y dos tramos, ambas con un largo cercano a los 2 m. Reeles huevito y frontales cargados con multifilamento de 0,18 mm, líneas plop y boya fija con sistema sonoro. Anzuelos N° 4/0 pata larga. Como carnadas, trozos de dientudos fue lo más eficaz, pero también podemos incluir corazón vacuno, mojarrones, lombrices y ranas, entre otras. 

En busca de los matungos

Nuestro primer día de pesca estaba destinado a buscar pejerreyes. Para eso organizamos los equipos a la salida del muelle y desde allí navegamos hasta la punta de Melón Gil, zona elegida por Rubén, quien nos comentaba que uno de los cardúmenes de  pejerrey se encontraba en este área hacía ya unos días. La jornada se presentó con una laguna totalmente planchada, lo que nos dificultó garetear. Con los aparejos en el agua y a la espera de los piques, observamos que los pejerreyes tomaban los cebos de manera muy sutil. Esto hace que, si nos apuramos a concretar la acción, perdemos la pieza. En estos casos, lo ideal es dejarlas comer bien y, una vez que vemos que lleva nuestro cebo con firmeza, recién ahí completar la acción del clavado. 
Por momentos el viento quería soplar y levantaba una suave brisa pero muy irregular, que mientras duró nos permitió garetear muy suave. Fue al aparejo de Rubén –El Paisa– donde llegó el primer pique, con una llevada tan sutil que por momentos la boya se detenía como si el pejerrey se hubiese ido, pero para sorpresa nuestra, todo lo contrario. Esa era la manera en la que jugaba con nuestra carnada, hasta que volvió con una arrastrada para un lado y para el otro, momento exacto de concretar la acción: cañazo de por medio y esa explosión en el agua característica de estos robustos ejemplares de la Salada, que requieren copo de por medio para poder izarlos a la embarcación. El primer matungo de la jornada superaba el kilogramo de peso, lo que nos daba un buen augurio en este comienzo de la pesca. 

Piques continuos    

Luego de ese gran ejemplar obtenido por el guía, los piques comenzaron con mayor frecuencia. Concretábamos flechas de buenos portes que rondaban entre los 500 y los 800 gramos. La pesca la veníamos realizando entre los 30 y 40 cm de la superficie, al punto que casi podíamos divisar los pejes cuando iban a tomar nuestros cebos. La suave brisa nos acompañó hasta el mediodía, luego se planchó completamente. El agua estaba tan calma que podíamos observar en superficie la gran población de pejerreyes. En ese momento, tras una pesca magnifica, Rubén decidió cambiar de lugar: nos dirigimos a los Callejones de Urrutia, otro de los lugares muy rendidores y que alberga grandes matungos. 

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Tras unos 15 minutos de navegación llegamos a destino, un sector con grandes abras de juncos en superficie. Acomodamos la embarcación, volvimos a encarnar prolijamente los anzuelos y líneas al agua. Los piques no tardaron en llegar: pejerreyes de muy buenos portes con piques muy sutiles. Entremezclados pudimos obtener algunos pejes de lomo negro de medida, que no fueron de los grandes mañosos que frecuentan la zona, pese a que pudimos divisar un gran cardumen de ellos saliendo de los juncos. 
La tarde fue soñada, con una pesca sobresaliente y con varios pejes que superaron el kilogramo de peso. Dimos por concluido así el primer día de pesca. Para el siguiente teníamos todo planeado: tarariras, que en realidad si las condiciones climáticas jugaban a nuestro favor, nos permitirían combinar media jornada para cada especie, logrando la cuota de pejes por la mañana y por la tarde la de dientonas.    

Dos en una 

Sin duda, la posibilidad de este ámbito es que nos permite juntar dos especies en una misma jornada. Y para eso, en este nuevo día nos dirigimos hasta la zona denominada Los Laberintos, donde confluyen ambos peces, aunque las taruchas resultan un poquito más complicadas porque nos encontramos en plena transición climática. Sin duda, cuando la temperatura ambiental se vaya elevando, los piques se van a dar con mayor frecuencia. Anclamos casi pegados a una de las costas de los laberintos, donde buscamos un buen claro de juncos para dar con pejerreyes a flote y, de paso, testear a las dientonas. Armamos los equipos de tarariras y los encarnamos con un buen trozo de dientudo fresco. Decidí bajarme de la embarcación, ya que este lugar permite vadear en gran parte del sector. No fue fácil hacer comer a las tarariras. Podíamos divisar movimientos en el fondo del agua, lo que nos daba la pauta de que se encontraban muy quietas en el fondo barroso. Tras varios intentos fallidos y de tener algunos piques muy suaves, pude concretar un ejemplar que rondó unos 3,500 kg, bien robusto y por demás combativo. 

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Desde la embarcación, Rubén Lezano lograba al mismo tiempo buenos ejemplares de pejerreyes a flote y Amadeo Chaparro –un amigo que nos acompañó este día–, tarariras con carnada. Por el momento las dientonas no están tomando los señuelos, de hecho probé con diferentes engaños de profundidad y media agua, y en algunos sectores con señuelos de superficie, pero no obtuve respuesta alguna. A medida que la temperatura del agua aumente, ésto se va a poner más que interesante, y permitirá unificar con mayor facilidad y en una misma jornada grandes tarariras y pejerreyes. 

Fauna variada

La Reserva Natural Salada Grande protege uno de los humedales más importantes de la provincia de Buenos Aires. En sus 6.522 hectáreas alberga una diversa y extensa fauna, donde se destacan aves acuáticas como cisnes, gallaretas, cigüeñas, macaes y boyeros. Una gran cantidad de ejemplares de coipos y carpinchos también habitan este lugar. Dentro de la fauna ictícola encontramos pejerreyes, bagres, dientudos, carpas y tarariras. Asimismo, en esta reserva se guarda una muestra del único bosque nativo de la provincia llamado talar, integrado por numerosas especies nativas: talas y coronillos que albergan a la mariposa bandera argentina, tembetaríes y sombras de toro entre otros, las que brindan abrigo a las poblaciones de animales silvestres como gato montés, zorro, comadreja, coloradas y hurones. Por su parte, las aves del bosque de talar como reinamoras, jilgueros, naranjeros, cardenales se destacan por sus colores y sus trinos. 

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Veda del pejerrey

La prohibición de pesca del pejerrey se fija del 1 septiembre hasta el 1 de diciembre, porque es la época en que se produce la reproducción de la mayoría de las especies en las lagunas. Los primeros desoves se producen a mediados de agosto, en septiembre se afirman y el 1 de octubre es el pico. El pejerrey desova cada 15 días y en tandas. Mientras tanto, la pesca de las fechas de plata se puede realizar los fines de semana y feriados, con una cuota de 15 piezas por pescador en este ámbito. En cuanto a la veda de tarariras, en la provincia de Buenos Aires inicia el lunes 1 de noviembre del 2021 y finaliza el lunes 31 de enero del 2022. En noviembre y diciembre se permitirá únicamente pesca deportiva con devolución obligatoria, solo los sábados, domingos y feriados. Y en enero, la extracción para consumo de hasta tres ejemplares por persona y por día (sábados, domingos y feriados), con una talla mínima a los 40 cm. Agendemos bien estas fechas para cumplir con las normas que nos permitirán cuidar el recurso y seguir pescando por muchos años más.

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Marcelo Albanese

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