En sus inicios, revista Weekend toma en cuenta un detalle muy importante: sus primeros lectores viven en Buenos Aires y el conurbano y, por lo tanto, era necesario escribir notas de pesca en lugares cercanos. Así adquieren mucho protagonismo el pejerrey, la pesca en el Delta, el siempre deseado dorado y los peces de las playas bonaerenses.
Cuando se fue ampliando el mapa de notas apareció la Patagonia con su máxima atracción, los salmónidos. Introducidos a principios del siglo pasado, cautivaron primero a mosqueros de la alta sociedad argentina que, por su buena agenda de contactos, fueron invitando a prestigiosos pescadores y difusores extranjeros. Así, la pesca de truchas argentinas (arco iris, marrón, fontinalis) alcanzó justificada fama mundial.
Durante un cuarto de siglo, el encargado de casi todas las notas trucheras fue Rafael Roberto Guglielmi. Las pescaba con mosca o en spinning. El baitcast casi no se conocía en nuestro país. Su hijo Diego, devenido en guía de pesca con mosca en la cordillera sur, lo acompañaba y aparece en numerosas fotos y como autor o coautor en varias notas. Llaman poderosamente la atención la cobertura de torneos hoy impensados, como el sexto Concurso de Pesca de Truchas y Salmones en el área del río Correntoso, donde se pescaba a trolling, en spinning y con mosca, modalidad que dio, en 1975, la pieza más grande: una trucha de 11,230 kilos. Alberto Sánchez, que también escribió muchas notas de pesca, cubrió la Fiesta de la Trucha en Río Grande ese año. En ese entonces se mataba todo.
Truchas soñadas en San Martín de los Andes
Más auspicioso es leer algunas colaboraciones del prestigioso Alan Frazer, cuya vida de película transcurrió en Junín de los Andes atando moscas y guiando entre 1974 y su muerte en 1991. O un artículo sobre el trabajo didáctico que hacía la flamante Asociación Argentina de Pesca con Mosca, donde podemos ver y leer, a Jorge Donovan y José Evaristo “Bebe” Anchorena enseñando a castear en los capitalinos lagos de Palermo. El “Mono” Villa, con su pluma alegre y desprejuiciada, y Ginés Gomariz también dejaron sentadas muchas experiencias de pesca truchera.
Victorino García Méndez firmó algunas notas de pesca con mosca en el último tramo del siglo pasado, pero desde 2007 hasta 2019, Diego Flores sumó la experiencia que había adquirido desde que en 1992, fanatizado por plumas y truchas, se había radicado en Bariloche para estudiar acuicultura. Su libro, Aguas Patagónicas publicado en 2003, marca un hito en la información de pesca de salmónidos en el sur de país.
Fotógrafo del “Rafa” Guglielimi, Alejandro Inzaurraga tomó la posta del maestro cuando falleció el 16 de junio del 2000. Como buen mosquero, también incursiona, desde entonces en muchos de los bellos pesqueros de la Patagonia detrás de las truchas. Y en los últimos años se sumó el patagónico Marcos Lhace. Desde aquellas primeras notas hasta la actualidad ha cambiado mucho la concepción de pesca con devolución, pesca con vida, especialmente con las truchas, que fueron sin dudas los primeros peces en gozar de esta protección, explícita o tácita, en nuestro país. Y la revista sigue acompañando estos cambios.
Comentarios