Monday 29 de April de 2024
PESCA | 31-05-2019 12:40

Fin de temporada con truchas para todos los gustos

Despedimos el otoño en la Patagonia capturando portentosas y combativas marrones con equipos livianos en el río Chimehuín.
Ver galería de imágenes

El fin de la temporada tiene una magia muy particular. Una vibra casi mística. Cumbres tiznadas de nieve, lengas enrojecidas y sauces amarillos a punto de quedar desnudos. Un período bucólico, reflexivo, propio de todo fin de ciclo, tanto natural como piscatorio. Para el mosquero estas señales son sinónimo de truchas marrones migratorias potádromas. De grandes trofeos con streamer. De pesca gruesa, a matar o morir. Pero lo que pocos saben es que, además, es un momento excepcional para la pesca fina. De los mejores de la estación, y más si se realiza en el río Chimehuín, en Neuquén.

Primereando truchas

Fueron los locales Pablo Saracco, Gustavo Hiebaum –titular de Andes Drifters– y Gonzalo Flego, un guía de una tremenda calidez y profesionalismo al mando de la balsa, los encargados de coordinar la actividad. Con el Chimehuín en uno de sus niveles mínimos históricos, fueron dos días con campamento en el medio. Fríos, lentos y muy dibujados: el paraíso del pescador de aguas bajas y microestructuras. Lejos de las lluvias de otrora, como consecuencia del omnisciente calentamiento global.

0530 truchas río Chimehuin neuquen

Todo inició a las 8,30 am, en el acceso de la Curva del Manzano, junto a la balsa pilchero. El plan sería strimerear hasta las 11 y, cuando el río se templara con los rayos iniciales y viéramos a las primeras truchas subir, pasar a seca o ninfa. Tras las escasas respuestas, adelanté a modo fino en un brazo escondido, elegido por Pablo y Gonzalo. Y cuando menos lo esperábamos, una marrón de las buenas fue la encargada de recalibrarme la muñeca tras un verano de tippets gruesos, o peces brutos con dientes. Tomó como sin quererlo una ninfa diminuta en un 5X, corrió hacia dos piedras buscando el enganche, no cortó de milagro y hubo que caminarla muchos metros para un cierre con copeado dramático. Un arranque inmejorable. No eran las 10 y el Chime me tenía con las patas temblando.

Se considera Chimehuin inferior, o abajo, al tramo ubicado aguas abajo del Junín de los Andes. Unos 33 kilómetros donde solo hay accesos públicos en los primeros cinco, hasta la confluencia con el Quilquihue. Muy técnico en la remada, por lo que el conocimiento y la técnica del que rema deben ser impecables.

0530 truchas río Chimehuin neuquen

Casteando aguas arriba

Todo fue nuevo pasando Puente Negro, y me maravilló su geomorfología. Especialmente durante el segundo día, cuando se puso muy ecotonal respecto al Collon Cura, río en el cual confluye. Los calcretes de la estepa, reflejados en los white cliff o acantilados blancos, aumentan el pH y con ello su productividad natural. Por la disminución de la pendiente y la apertura del valle, el Chimehuin se vuelve más lento, con múltiples deltas interiores y decenas de bracitos que dan ganas de bajar de la balsa para pescar en todos. Y los clásicos espumones ferneteros, con las arco iris dándose un festín. Junto a esas correderas largas, suaves y encrespadas en las que podemos tener media docena de piques sin dar un solo paso. Casteando aguas arriba, y derivando el conjunto por la costura entre el agua rápida y lenta. O leyendo el fondo, buscando irregularidades u hondonaditas poqueteras. Clavando peces buenos en un palmo de agua, a las espaldas de donde la gente normalmente se pararía a pescar.

A la luz del fogón

Otro de los puntos fuertes fue el campamento. Con buenos equipos, fundamentales para la condición climática, junto a comidas ricas y calóricas. Disfrutando del río desde adentro, a la luz del fogón o durmiendo al murmullo de la corriente. Pablo Saracco, que se sumó a la experiencia para hacer un video, desde la balsa le dio a los streamers con una intensidad admirable.

0530 truchas río Chimehuin neuquen

Con línea de flote, golpeando las costas con patrones lastrados que generaran fuertes vibraciones, movió varias marrones y arco iris de fenotipo plateado, pero nada mayor a lo que tomaban las ninfas. El Chime estaba fino, exigente, de quirófano. Unos días después de la flotada, tras una seguidilla de fuertes lluvias, el caudal subió 30 centímetros y el río se llenó de migratorias. Una pesca que, como una máquina del tiempo, nos recordó glorias de los noventa. Experiencias que serán parte de futuras notas.

Ya están avisados. Junio es un mes que da para todo, ideal para el mosquero de mente abierta que guste del espectro completo. Desde un emerger Nº 18 a un streamer de 12 cm. Pesca fina, pesca gruesa. O mejor aún, ambas. Según nuestras ganas, biorritmo o ajustándonos a los constantes e inexorables cambios del río.

Servicios: Andes Drifters. Tel.: 1-888-987-2693, e-mail: [email protected]

 

Podés leer la nota completa en la revista Weekend de junio de 2019, n° 561.

Galería de imágenes

Diego Flores

Diego Flores

Comentarios

También te puede interesar

Más en
Mirá todos los autores de Weekend