Saturday 7 de September de 2024
PESCA | 28-07-2024 10:00

Es tiempo de matungos en el Río de la Plata

Navegamos el estuario más ancho del mundo en busca de pejerreyes. Encontramos ejemplares de medio metro de longitud. Las claves: clima, vientos, mareas. ¿Cómo interpretarlas? Zonas más rendidoras. Esto es sólo el principio: con el correr de los días se va a poner cada vez mejor.
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El Río de la Plata, que tanta mala fama tiene, nunca fue una caja de sorpresas, siempre fue una realidad. Y si hablamos de pesca de pejerreyes, sin dudas es el que no falla a lo largo de toda la temporada. Algo para aclarar, al flecha de plata se lo puede pescar durante todo el año, pero cuando llegan los primeros fríos y los meses invernales es cuando mayores chances tenemos de hacer buenas faenas, tanto en cantidad como en calidad. 

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Este río, que como ya sabemos es el más ancho del mundo, presenta innumerables pesqueros dentro de todo su estuario, pero hay zonas bien definidas, algunas de las cuales suelen rendir más que otras, depende la circunstancia. Por ejemplo, Playa Honda acapara la mayor atención del fanático de esta pesca, y está muy bien que así sea. Sin embargo, alejándonos tanto al norte como al sur vamos a encontrar otras profundidades del promedio estándar, también con buenos matungos. 

Zonas que suelen rendir bien 

Hacia el sur y no tan lejos del Canal Mitre se encuentran las boyas A, B y Unen 10, y si navegamos un poquito más podemos llegar a la zona del llamado Cementerio de los Barcos, a la Anglo 22 y a la isla San Gabriel. En cambio, si nos dirigimos hacia el centro, los barcos hundidos Cientofante, Serrano y el Ditomaso son los íconos de la zona. Ahora bien, si ponemos proa al norte, La Raja, Rajita, Baldisera y El Arbolito pueden ser lugares característicos para practicar la pesca de pejerreyes. En este breve repaso nombramos sectores o lugares tradicionales para este tipo de pesca que se diferencian entre sí por las profundidades de cada uno. 

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El promedio de Playa Honda y alrededores es de 3 m, hacia el cementerio vamos a encontrar hasta 5 o 6 m de profundidad, y si enfilamos hacia el norte lo común serían 2 m, sin contar el tema de los bancos de arena donde muchas veces –y principalmente días de mucho viento– podemos hacer una buena diferencia: allí pescaremos en 80 cm de agua. Todo lo relatado hasta acá es con un río en condiciones normales, ya que puede variar día a día. Son sólo puntos estratégicos que el pescador y los guías toman como referencia. Hay que tener en cuenta profundidades, mareas (en creciente es mejor que en bajante, pero nunca durante la parada de agua) y los vientos (los óptimos son los del cuadrante sur, sudeste y este; el sudoeste genera olas muy grandes; el norte y sus variantes noreste-noroeste siempre son malos, y además nos pone el sol de frente, por lo que no vemos las boyas). Es clave leer el clima y saber elegir una buena zona, después es pesca y todo puede pasar. 

Cañas, reeles y anzuelos recomendados

Para la pesca del pejerrey en el Río de la Plata necesitamos cañas en tramos o telescópicas de 4 a 4,50 m de largo, reeles chicos a medianos con una capacidad mínima de carga de 200 m de hilo multifilamento del 0,18 (algunos usan más o menos grosor; yo elijo no tan fino por el tema enredos). Y líneas de flote de tres boyas con brazoladas entre 10 y 30 cm de profundidad. Siempre existen comentarios acerca de qué boyas usar: si bien pueden ser de plástico o poliestileno expandido, en lo personal prefiero siempre las de madera balsa por confección, peso, terminación. Y, entre ellas, los modelos como las Criterio 20/1, 19/2, 30, 26/1 o Cribal 205/2, 208/2 y 231/1. Anzuelos: Katashi, Mustad, Owner, B10s, siempre en el tamaño 1/0 y 2/0. 

Las líneas debemos confeccionarlas con una separación entre boyas de 1,50 m y sin puntero impulsor. Allí podemos terminarlas con un esmerillón o rotor de punta, y agregarle el famoso palito pescador con una o dos brazoladas o un boyarín con un solo anzuelo. La carnada principal es la mojarra viva, pero también podemos usar mojarra salada, filet de dientudo fresco, seco o coloreado. Al final de la temporada invernal podemos agregar lombriz blanca o dedo, capaz nos molesta un poco la variada, pero ojo: podemos tener gratas sorpresas de pejerreyes enormes. 

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Para realizar esta nota salimos al río tres veces, de ahí la variedad fotográfica. Nos tocaron distintos tipos de climas: frío, niebla, viento sur, viento norte, sol. ¡Todo! El único punto en común fue Mauro Bittolo, guía y amigo que me acompañó en todas estas salidas. La primera incursión fue con mucho frío y viento norte. Rumbeamos hacia la zona del barco hundido Anglo 22. El resumen es cortito: la pesca no fue buena, sólo algunos pejerreyes de unos 30 cm y un par de bagres blancos. Volvimos a la guardería sacando conclusiones y echando culpas innecesarias. 

En la segunda salida nos tocó un viento sur fuerte por lo que nos costó un poco la navegación. En esta oportunidad elegimos la zona de La Raja y alrededores, y tuvimos un poquito más de suerte: mayor cantidad y algunos pejerreyes que llegaron a los 45 cm de largo. 

Para la última excursión, antes de presentar la nota invitamos al Dr. Adolfo Alvarado, un pescador exquisito que andaba con ganas de capturar pejerreyes. Pasamos primero por Pesca del Plata a buscar la carnada y derechito a la guardería. El día se presentó con viento leve y estaba soleado, las condiciones óptimas que precisábamos. Elegimos la zona de Playa Honda y una vez arribados bajamos la marcha hasta apagar el motor. A continuación, ancla de capa para aminorar la velocidad del garete, ceba con aceite de pescado en un bidón dosificador para formar la calle, mojarritas en el balde de carnada y a comenzar con la jornada. 

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Tercera jornada en marcha 

Tanto Mauro como Adolfito y yo elegimos boyas Criterio en colores claros (blancas y verde limón), y las combinadas del tipo españolas. Parece una frase hecha, pero los piques no se hicieron esperar. Los primeros pejerreyes picaron lejos de la embarcación, firmes, decididos. Después, como siempre, picaban por todos lados, tanto cerca como lejos. En un momento mi línea recién comenzaba a garetear y movimientos circulares de la boya presagiaban el pique de un pejerrey grande. Lo esperé, lo dejé comer, cañazo y un revolcón de espuma blanca me hizo sentir que uno de los buenos estaba pinchado en mi anzuelo, una leve corrida y lo perdí. La bronca del caso y las cargadas de mis compañeros no se hicieron esperar: Herrera, Mancuso y todos los apellidos que puedan suponer el error. 

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El garete nos llevaba hacia el banco de arena. Comenzaron los piques de variada, señal de que algo no funcionaba. Levantamos todo y remontamos el garete hacia la zona del Ditomaso para completar la segunda parte del día. El pique seguía muy bien: el Dr. Alvarado en proa mostraba buena actividad de pejerreyes, Mauro en popa hacía lo mismo y, en el centro de la lancha, trataba de acompañar y fotografiar diferentes momentos de la salida. La pesca estuvo a la altura de lo que buscábamos con pejerreyes en cantidad y de todos los tamaños. Los mejores llegaron a los 50 cm, aún flacos, pero de muy lindo tamaño. 
La vuelta hacia la guardería fue un placer, con el sol a nuestra derecha acompañando el viaje, los edificios de la costa que nos mostraban el acercamiento a puerto y ya pensando en la próxima salida. Sin dudas, nuestro muchas veces repudiando Río de la Plata nos sigue sorprendiendo en cada salida. ¡Ah! Una cosa más: aún faltan los mejores meses, en los que siempre la calidad supera a la expectativa de la cantidad. 

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Julio Pollero

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