En una temporada sensacional para la pesca de dorados, muchas veces se nos hace difícil elegir un lugar o pesquero para realizar un nuevo relevamiento. La idea era no viajar tanto y veníamos observando varios de los puntos tradicionales que están pasando por un buen momento.
Fue así que, luego de una breve charla con el amigo y guía David del Valle, nos inclinamos por nuestra querida Villa Paranacito, localidad del departamento entrerriano de Ibicuy, distante unos 180 km aproximadamente desde Capital Federal. Allí vamos a encontrar mucha amabilidad por parte de sus habitantes, quienes siempre nos hacen sentir uno más, ya que nos brindan toda su hospitalidad y el mejor servicio. Cuando arribemos al lugar vamos a encontrar cantidad de campings a orillas del río, y todo lo esencial como para pasar una o más jornadas al aire libre.
Yendo particularmente a nuestro relevamiento de pesca, no me resultó muy difícil conseguir compañero: hablé con Pablo González y de inmediato nos pusimos de acuerdo en cuanto a día y hora para escapar de la lluvia y los vientos pronosticados. En esta oportunidad, la pesca la íbamos a realizar sólo con artificiales, utilizando equipos de baitcast: cañas de 14 a 17 lb (1 lb = 0,453 kg) de potencia en un largo de 1,80 a 2,10 m, reeles chicos y medianos del tipo rotativo o huevito, cargados con hilo multifilamento de 40 lb. También llevamos equipos de spinning de la misma longitud y potencia, pero con reeles frontales medianos cargados con multifilamento de 30 lb.
Mejor que sobren
Tema señuelos, siempre acarrear todos los que podemos aunque tengamos idea de lo que puede funcionar; uno nunca sabe los cambios que puede sufrir cada pesquero o las situaciones nuevas que se puedan afrontar. Esta vez sumamos algunos nuevos, como el Gozio Valkiria que se puede utilizar tanto como slider o como lipless, según la necesidad o la estructura que se presente. Como los equipos y las ganas ya estaban listas, sólo faltaba ponerle horario a la fecha de partida, nada que no se pueda solucionar con un simple llamado telefónico. Fue así que a las 5 am de un martes de buenas condiciones climáticas pasó Pablo por casa y, conversando de varias anécdotas, llegamos muy pronto a la YPF de Zárate, ubicada antes de los peajes y donde tomamos un buen desayuno, además de pasar a saludar a la gente de La Estación del Pescador antes de continuar camino hacia Villa Paranacito.
Cuando llegamos, buscamos las cabañas Annemarie, donde fuimos recibidos por Ana María, su dueña, una conocida de tantos años. Charlamos un rato y un poco de todo a la espera de que nuestro guía nos pasara a buscar. Unos minutos después llegó en tiempo y forma, con todo listo sobre su trucker plataformado, ideal para la pesca con señuelos. Saludos de rigor y derechito a Prefectura para realizar el rol que nos permitiría pescar sobre costa uruguaya. Una vez efectuado el trámite comenzamos la navegación por ríos interiores mientras armábamos los equipos sobre la embarcación.
Llegamos a la boca del Brazo Chico y probamos con unos paseantes como para calentar la muñeca. La verdad, podíamos habernos quedado todo el día ahí, un pique detrás del otro pero todos dorados chicos, que apenas llegaban al kilo y medio con suerte, aunque muy divertidos. Seguimos nuestro derrotero cruzando todo el río Uruguay hasta llegar al puerto de Nueva Palmira, donde presentaríamos los papeles para poder pescar en el vecino país y donde nos estaba esperando Agustín, un ferviente pescador uruguayo que trajo toda su magia para compartir con nosotros. Mientras hacíamos el rol allí y charlábamos de pesca, nos encontramos con varios guías de la zona Norte que venían por lo mismo.
Por fin en marcha
Con todo listo y presentado, salimos en busca de nuestra pesca y tanto insistimos con Agustín que David nos llevó directamente hacia el lugar de los grandes, que estaban, aunque nosotros manqueamos los tres primeros piques. Pablo arrojó su señuelo, dos manijazos al reel, pique, corrida, salto del dorado y desprendimento del señuelo. Después me tocó a mi: mismas situaciones y a poner excusas. Dos muy buenos dorados perdidos en menos de cinco minutos. Nuestro guía, con el amigo uruguayo, sólo se reía y nos cargaba. Así comenzamos la mañana. Seguimos intentando por la costa en dirección a las islas Juncal y Juncalito, probando con señuelos de paleta Nº 1, como el Gozio Bendy, Alfers 26 g y 38 g, Raptor Rex y algún X-Rap 12, todos en colores claros imitanado algún sabalito o mojarra, además de los del tipo cardenal o flúo.
Nos reivindicamos en cuanto a los piques concretados. Realmente fue una fiesta con dorados bien peleadores y combativos, tengan el tamaño que tengan, sólo hay que pescarlos con el equipo adecuado y carnaval asegurado. Una vez recorrida toda esta zona, navegamos corriente en contra hasta llegar a un gran banco de arena donde sólo había 60 o 70 cm de agua. No se veía mucha actividad de peces. ¡Bah! Nosotros no la veíamos, porque David la tenía más que clara. El sí veía lo que iba a suceder. Una vez allí, nos movimos con el motor eléctrico y arrojamos nuestros sliders a la mayor distancia que podíamos. Enseguida comenzaron los piques. Este tipo de señuelos se recoge a toda velocidad y el mayor error es frenarlo cuando sentimos un pique o vemos que el dorado lo está persiguiendo. Hay que seguir a la misma velocidad, siempre. ¿Puede haber excepciones? Sí ,obvio... pero así es como se debe usar.
Sobran dorados
Después de la jornada vivida puedo asegurar que la cantidad de piques obtenidos fue innumerable y no sólo arrojando hacia el banco de arena, sino que también podíamos hacerlo contra los juncos, donde estaba pasando mucha carnada y los dorados se hacían un festín. David se iba metiendo cada vez más adentro del banco porque quería llegar a un pozo que se formaba donde había unos pedregales y no le erró, por eso es guía de pesca de los mejores: allí también cazaban los dorados –y de los buenos–, esos que ante cada pique frenan la caña a cero e inician la pelea para ver quien gana.
De allí nos fuimos en dirección al puerto, probando todos los puntos que nos parecían oportunos para castear y obtener algún pique. Nuestro amigo Agustín tampoco se quedaba atrás, él conoce muy bien su costa, así que mientras probaba señuelos también pescaba un dorado tras otro. Hicimos un stop para almorzar, charlamos con los otros guías que andaban por la zona y todos coincidimos en el día espectacular que se estaba desarrollando. Al finalizar, nosotros seguimos rumbo norte y con proa a la costa argentina, donde también hay muchos mini pesqueros que se las traen: juntas de aguas, paleríos, boca de arroyos y bancos de arena son algunos de los que encontramos entre la desembocadura del río Guazú y el arroyo La Tinta. Cansados de tanta actividad, de tanta pesca, emprendimos el regreso con un único tema de conversación: la abundancia de dorados y el cuidado del recurso para tener una mejor próxima temporada.
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