Tuesday 19 de March de 2024
NAUTICA | 07-04-2023 09:40

Los nuevos dueños del Delta: los ladrones

Luz amarilla de alarma: los hechos de inseguridad llegaron a las islas de la Primera y Segunda Sección. Usurpación de terrenos y viviendas, robo de lanchas y motores, actos de violencia hacia los navegantes deportivos... Qué es lo que está pasando, por qué y la utopía de cómo solucionarlo.
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Todos los días escuchamos distintos hechos de inseguridad, y hasta creíamos que el Delta estaba exento de ellos. Pero no es así: de a poco se van incrementando una serie de hechos que ponen en alerta a aquellos que hace años viven en la zona, y también a los turistas que deciden pasar unos días de descanso y relax. Como sabemos, hay personas que viven en las islas desde hace muchos años, y otra gente joven que comienza a buscar la naturaleza como medio para alojarse y trabajar desde su domicilio, algunos –incluso– hasta viajan todos los días en lancha hasta su puesto laboral, sea un comercio, empresa, oficina o emprendimiento propio, eligen esa zona para alejarse del ruido (y la inseguridad).
Pero en estos tiempos llegaron también unos nuevos dueños del Delta: intrusos que sabiendo que hay casas que están en sucesión o bien los dueños no vienen de manera continua, comienzan a intrusarlas y algunos hasta ocupan terrenos que no les son propios, pero de todas formas comienzan a instalar chozas y ranchos manifestando que son de su propiedad, muchas veces ayudados por escribanos y gestores vivos que por intercambio de dinero contribuyen y certifican lo inexistente y fomentan que todo esto ocurra.

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Esos mismos nuevos dueños del Delta son los que luego tiran piedras a los navegantes deportivos que disfrutan del agua cerca de sus propiedades, porque no quieren que pasen cerca de ellos. Son los mismos –también– que navegan sin papeles y sin luces en sus embarcaciones, y que vaya uno a saber si tienen un carnet que los habilite a timonear una lancha, lo que presupone un peligro en el agua. Ellos luchan por una falsa ecología que destruyen y no cumplen, inventan nombres de entidades, organizaciones, agrupaciones, etc., no asentadas en ningún lugar, todo teñido de una gran mentira que usan para evitar los desalojos. Son rápidos en desmalezar y edificar para evitar que los echen de un lugar que usurparon. 
Pero sabemos por experiencia de años que detrás de todo ello hay algo más grande, alguien que los apoya económicamente para hacer lo que hacen, ya que muchos no están en condiciones financieras de construir rápidamente como está ocurriendo. Pero las autoridades se hacen las desentendidas. Sin embargo, sabemos que nada de esto es factible sin la colaboración de los políticos en la zona. La historia reciente está plagada de hechos similares.

Uno de los orígenes

Lamentablemente, todo esto llevó a que el Delta, que era un lugar tranquilo, ya no lo sea. Los robos a casas y embarcaciones lo transformaron en una zona insegura. La única diferencia con el área metropolitana es que por ahora no se observan ataques a personas, pero de seguir así no ha de faltar mucho, por eso las autoridades no deberían mirar para otro lado, sino tomar los recaudos para solucionarlo.

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En el mismo sentido, el robo de lanchas y motores es cada vez es más frecuente, sobre todo porque en el mercado faltan repuestos. Los que hay son caros debido al dólar: todo es importado. Entiendo que es muy difícil establecer la procedencia de un motor fuera de borda, ya que los números son etiquetas que pueden ser sacadas fácilmente, lo que hace muy difícil seguir el rastro. Pero también sé que no debe ser difícil encontrar esas cuevas, sería cuestión de ponerse a investigar. 
Por investigación periodística personal, estoy convencido de que todo se hace a pedido. No se roba cualquier cosa en cualquier momento. Por lo general, los robos son de noche y ocurren no solo en las embarcaciones que están atadas a los muelles (ya algunos le ponen cadenas para dificultar que se las lleven), sino también en las que están sobre elevadores de costa, a las cuales les hurtan parte de los motores. De hecho, cada vez es más frecuente que aparezcan embarcaciones semihundidas, pero sin lo motores y sus partes.
Sabemos que la Prefectura no tiene medios o los que tiene son escasos. La Policía de Islas fue provista este año de gran cantidad de lanchas. Pero, ¿tienen la cantidad de repuestos y combustible necesario para patrullar? Los vecinos arman grupos de WhatsApp que no son suficientes para solucionar este tema que crece día a día y que se transformó en un serio problema para quienes han encontrado en el Delta una zona de paz y tranquilidad. Es más, muchos habitantes conocen a sus vecinos truchos y saben de su accionar delictivo (usurpación de terreno o robo de embarcaciones), pero temen represalias si los denuncian.
La pregunta final no pretende ser retórica: ¿tan difícil es controlarlo? Si pensamos que la solución es poner patrullas permanentes, más Policía de Islas y más prefecturas en los ríos y arroyos, estamos equivocados. Es imposible, además de una utopía. Basta ver la cantidad de cursos de agua y lo intrincados que son para darse cuenta de que es imposible controlar todo. De noche las fuerzas de seguridad pueden pasar al lado de un ladrón y no verlo. El Delta es muy diferente a la ciudad.
Sin duda, esto se soluciona con inteligencia y la decisión de actuar para buscar a los compradores o a los que encargan el trabajo. Un motor de 150 o 200 HP como los que se están robando actualmente no son para poner en una canoa. Claramente se trata de un encargo. Y sabemos que ante un ilícito es imposible actuar sin decisión política, por lo tanto –y lamentablemente–, en breve el Delta pasará a ser un lugar tan inseguro como la ciudad porque a las autoridades no les importa. Así pasó en Rosario y así pasa con los cortes de calles y rutas: dos claros ejemplos diarios de la permisividad del Estado. Cuando escucho frases del estilo “y... algo hay que hacer”, ya es tarde, muy tarde.

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Si algo ocurre, hoy las denuncias se deben dirigir a la fiscalía que está en Rincón de Milberg, lo que es un problema para todos por las distancias y, además, porque esa dependencia está saturada con los problemas de la ciudad. Por ello sería conveniente instalar una fiscalía en las islas que se dedique exclusivamente a estos temas y que le permita al vecino denunciar con mayor facilidad. Aunque, insisto, sin investigación e inteligencia –la solución más económica, justa y efectiva para los habitantes de todo el país– esto no se arregla.
Como siempre, esperemos que este tema pueda ser controlado antes de que se descontrole, a través de Weekend ya estamos encendiendo una luz amarilla de alarma. La ley se debe aplicar primero para evitar las intrusiones, que son las que hacen que los otros hechos de inseguridad proliferen, ya que los okupas van copando zonas de manera estratégica para ir controlando los diferentes sectores de los ríos y lograr la cobertura necesaria para su delictivo accionar. Finalmente, alguien se pregunta ¿de qué viven los intrusos, esos nuevos dueños del Delta?

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Francisco Savino

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