Friday 26 de April de 2024
TURISMO | 26-02-2023 10:00

10 lugares para disfrutar el Delta (segunda parte)

En verano, el gran archipiélago bonaerense convoca por su sombra selvática y la frescura del agua. Dónde dormir y comer, y cómo abordar el paisaje en acción: kayak, cabalgatas, kite-surf y caminatas por un submundo que fluye.

El Delta de Tigre es un paisaje ciclotímico, un submundo acuático -“la Venecia salvaje”, según Borges- donde el cauce de los ríos va o viene, dea acuerdo a como sople el viento. Si uno arroja un barquito de papel al agua, se irá río abajo. Pero si entra viento sudeste o una de las cuatro mareas diarias, lo veremos navegar de regreso río arriba como a motor: el curso del agua ha cambiado. La imagen veraniega en el delta es de piletas vacías de gente y ríos llenos: el salto en clavado desde el muelle. Del influjo calmo del agua irradia el magnetismo de este paisaje semiselvático. Uno viene a contemplar su fluir versátil, pero cuando el termómetro sube, esa mirada se vuelve compulsión por saltar al agua. A continuación, tácticas para encarar esos dos deseos: el del clavado al río o el de solo mirar.

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Saltos y tirolesas

El parque aéreo EUCA Tigre –en la zona de Benavidez– se llena de niños, pero no solo. La gran atracción es una torre de 13 metros para saltar al vacío. No es un bungee jumping elastizado, sino caída libre atado a una cuerda con freno. Uno trepa los escalones y se para en un cuadradito con la punta de las zapatillas asomando al precipicio. El pasito al abismo es lo que más cuesta, pero pocos arrugan. La mayoría se toma de la soga por miedo, pero no hace falta: hay un arnés en la cintura. La caída dura 3 o 4 segundos levantando velocidad con una fugaz sensación de desamparo. Pero en dos parpadeos el freno de la polea se activa con suavidad y la inyección de adrenalina muta al éxtasis y el alivio de caer parado: el cuerpo pide más. Los trepadores tienen una pared de escalada y los voladores se arrojan con una tirolesa de 120 m de largo. La segunda mitad del parque es un circuito de 105 puentes y tirolesas que se recorren en tres esforzadas horas. Cada quien elige la complejidad entre nueve niveles, que arrancan desde los cinco años de edad: puentes tibetanos, de troncos, en red, en “V” y un transportador aéreo en tabla de snowboard. La entrada para quien no use los juegos es gratis y hay una confitería ideal para cumpleaños. Pase general a partir de 1,25 m de altura: $ 4.800 (incluyendo el salto desde Torre VértiGO, $ 6.000). Pase desde 1 a 1,25 m de altura: $.3600.

Isleño y gourmet

En los últimos años, la calidad gastronómica en las islas se ha sofisticado hasta una suerte de cumbre histórica con la consolidación de propuestas de alta cocina como Kanoo Restó, a 15 minutos del continente. Aquí se almuerza todos los días salvo los martes y sus dueños –los hermanos Damián y Ezequiel Molina– se sienten en su ambiente natural: fueron remeros de alto rendimiento formados en estas aguas desde niños. Al hablar de su restó, Damián dice siempre que “la experiencia Kanoo” incluye el transporte en una lancha exclusiva de Sturla Viajes desde Estación Fluvial: “Podés venir en lancha colectiva pero un fin de semana, a la vuelta, a veces hay dos horas de espera y la última podría no parar si viene llena; esto te arruinaría la experiencia. Incluso ofrecemos traslados ida y vuelta desde Puerto Madero en lancha rápida de dos pisos, un paseo hermoso bordeando San Isidro y San Fernando. Otros hacen la excursión Cinco Ríos con Sturla, que tiene un descenso para almorzar acá. Nuestra experiencia incluye pasar el día al sol en una reposera a la sombra de un sauce después de comer y salir en kayak guiado por un deportista y biólogo para interpretar al Delta como un riñón que filtra y purifica el agua”. 

Esta isla tiene el entorno natural de otras: la gran diferencia es su calidad culinaria saboreada en un deck frente al río o sobre el césped del parque, o en un cubo de cristal con aire acondicionado y una cava de 387 etiquetas, la mayor de Buenos Aires. Aquí llega gente en su yate. Damián es sommelier y atiende a los comensales. Tres entradas sobresalientes son escabeche de yacaré con tostadas de pan casero –$ 2.500–; picada de salame de búfalo isleño con queso brie y tostadas de pan casero ($ 1.980); y chicharrón de calamar con lonjas de boniato ($ 2.650). Entre los platos principales, Weekend da fe que tres de ellos son de antología: sorrentinos de mix de pacú, boga, surubí y dorado con salsa de hongos y gírgolas de las islas ($ 3.550); bife de chorizo premium grillado con la carne madurada y cocinada al vacío con papas horneadas y panaché de vegetales, servido a punto único, tiernizado y maridado con especias ($ 4.400). Y para una comida más rápida pero gourmet, la hamburguesa de búfalo del humedal con mozzarella, roquefort, alcaparras, lechuga, tomate y cebolla con mostaza y miel, con papas fritas ($ 2.950).  

La lancha de Sturla sale cada hora desde la Estación Fluvial de Tigre donde el stand Nº 1 es de Kanoo: cuesta $ 1.800 ida y vuelta (menores $ 1.000). Reservar por WhatsApp 11 5830 3009. Hay cenas sábado de por medio con flamenco, jazz o bossa nova (traslado desde Puerto de Frutos, solo con reserva). www.kanoo.com.ar, Instagram: @kanoo_oficial

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Tigre continental

Una visita a Tigre no implica, a priori, salir a navegar: “Tigre continental” es ya otro viaje, en los alrededores de la Estación Fluvial, a un lado y otro del río cruzando un puente. Se puede ir a pasar el día o dormir en el Río Tigre Hotel, una casona recién refaccionada con piscina y vista al río Luján ($ 18.000 la doble con desayuno; Instagram: @riotigrehotel). A pasos de allí está el fastuoso Museo de Arte Tigre (MAT), una de las obras maestras de la arquitectura argentina estilo francés. En los alrededores hay casonas antiguas con arboledas y jardines, mansiones y la antigua aduana, uno de los pocos edificios de la época colonial que quedan en Buenos Aires (Centro de guías de Tigre ofrece caminatas interpretativas: www.guiastigreydelta.com.ar). Desde esta zona se visita el Puerto de Frutos, al otro lado del río. 

Cerca del MAT –ir a verlo iluminado en la noche– está el clásico de gastronomía mediterránea María Luján –Paseo Victorica 509–, donde se come con vista al río –incluso al aire libre bajo árboles en un deck casi sobre el agua– entradas como el Picoteo de Mar: rabas, bocaditos de pescado, mejillones provenzal, camarones al curry con dip de salsa tártara y morrón asado. Y platos principales como risotto de hongos, el salmón huerta y la trucha mediterránea. De postre hay copa frutos del bosque y zabaione. www.marialujan.com.ar

El otro restaurante histórico en la zona continental es Vivanco, parte del club Canottieri Italiano –Mitre 74, margen derecha del río– fundado en 1910 con un edificio principal que es un palacio veneciano bizantino medieval con un friso perfilando un león alado. “Controllo ingresso”, dice un cartel en la entrada. En lateral, hay otro edificio blanco de gran factura arquitectónica estilo chalet, donde está Vivanco, reviviendo el ambiente de la Belle Époque con grandes ventanales al río y platos como pesca del día a la plancha, gremolata de naranja y limón, puré de zanahoria especiado. O también bife al grill: crostín de chimichurri, batata, cebolla y morrones a la chapa, rúcula y reducción de aceto. Un postre es el rogel de coco con mousse de chocolate y ralladura de limón. Este menú, con una copa de vino blanco o tinto y agua mineral cuesta $ 4.100.

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Dormir con sabor alemán

Cuando la lancha colectiva se acerca al muelle del complejo Alpenhaus junto al arroyo Rama Negra, Susana Holzer de Krieg –austríaca– ya espera con su perro salchicha a los huéspedes de sus tres bungalows con hidromasaje, una cabaña y dos chalets, todos con techo a dos aguas estilo alpino centroeuropeo. En el edificio central está el íntimo comedor panorámico, donde la sensación es la de estar en Austria: hay una decoración alpina con un barroco reloj cucú y las tradicionales brujas alemanas colgando del techo, más un sinfín de vasos de cerveza, fotos y adornos que denotan la alegre añoranza de los dueños de casa por el centro de Europa. Hay piscina y los bungalós tienen cocina, heladera y vajilla. El restaurante se especializa en goulash de ternera con spatzle, fondue de queso y salchichas de Viena con papas doradas y chucrut. De postre hay strudel de manzana y torta selva negra. Habitación doble desde $ 18.000 (día de semana). Pasar el día de piscina con almuerzo: $ 15.000. www.alpenhaus.com.ar

Mi Rancho junto al río

El complejo Mi Rancho queda a 15 minutos de la estación fluvial sobre el río Sarmiento, y tiene horno de barro y la parrilla: cada quien cocina su asado. Los dueños son Gabriel Aquino –cineasta– y Ana Benghiat, quienes viven aquí y atienden a los huéspedes. Casi siempre terminan invitados al asado (ellos retribuyen con vino). Hay cuatro cabañas de dos pisos y tres casas separadas y amuralladas de verde con parrilla. Instalaron un tercer cuerpo de habitaciones más modernas con vista al río, techo y piso de madera y un deck privado. El complejo mide 2.000 m2 de parque y playita. El desayuno, Gabriel lo deja con una bandeja en cada cabaña: café, budines y pan recién comprado en la lancha-panadería cada mañana. La habitación doble por 1 noche / 2 días: $ 33.600 ($ 39.200 la triple).

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Julián Varsavsky

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