Friday 29 de March de 2024
MOTOR | 25-08-2016 07:06

Todo terreno en un paraíso argentino

Villa Pehuenia permite realizar salidas 4x4 recorriendo increíbles paisajes.
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Si bien son tres jornadas de aventura, la travesía comienza un día antes cuando se espera a los participantes, que en su mayoría hacen un largo viaje hasta la provincia del Neuquén, con una cena de bienvenida en el hotel donde se hospedan.

 

Es ahí el lugar ideal donde tenemos la oportunidad de conocernos con todos: aquellos que son novatos en la aventura y quizás es su primera experiencia en una travesía, y también algunos que ya son amigos de nuestra organización y que nos acompañan hace mucho tiempo. A los menos experimentados se les dan las primeras indicaciones de cómo deben manejar en la nieve para que no sufra el vehículo y pueda superar los obstáculos, y también se los instruye en cómo utilizar la radio VHF para mantenerse comunicados. Luego de la cena de camaradería hay que ir a descansar para al otro día comenzar la aventura.

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En la jornada siguiente, bien temprano, el punto de encuentro fue la plaza de Villa Pehuenia, donde los participantes, la organización y los guías nos encontramos y dirigimos hacia Paso del Arco.

En este lugar nos enfrentamos con trepadas bastante interesantes y caminos sinuosos hasta llegar a la laguna Pinihue, que se encuentra a 1.570 metros sobre el nivel del mar. Esta vez no estaba congelada como en ocasiones anteriores, y resultó un paisaje distinto al que nos tenía acostumbrado. Luego continuamos nuestro camino, que nos llevó de vuelta hacia Villa Pehuenia.

Rumbo a la gran laguna

La segunda jornada nos dirigimos hacia la laguna Batea Mahuida. Para llegar allí transitamos un camino más dificultoso que el del día anterior, con trepadas más importantes y varios cruces de ríos, donde se necesitó la ayuda de los participantes, quienes utilizando el pico y la pala formaban una huella para que las camionetas pudieran pasar sin problemas y, en algunos casos, recurrimos al auxilio del malacate para poder superar el obstáculo. Si bien en esta oportunidad no hubo mucha nieve, el paisaje mostraba otros colores que no conocíamos. Aquí decidimos tomarnos la foto grupal donde se ven todas camionetas, la laguna y, de fondo, el maravilloso paisaje de montañas.

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El ultimo día, el más duro de todos, nos dirigimos hacia el lado de Moquehue para adentrarnos en el tupido bosque. En este lugar todos pusieron en práctica lo aprendido en los días anteriores. El uso del malacate es prácticamente constante, dada la dificultad del terreno y que no hay piso para utilizar la eslinga, es decir, como el terreno no es firme la camioneta no puede traccionar para rescatar a la otra.

En esta oportunidad, debido a la poca nieve que había, pudimos recorrerlo en su totalidad, y en algunos momentos nos encontrábamos en suelo chileno.Realmente un paisaje increíble. Fue allí donde encontramos al costado del camino una trepada que era imposible de subir, pero todos querían saber quién llegaría más lejos. Obviamente, los que tenían cubiertas más adecuadas para este tipo de terreno tuvieron ventajas con relación a los que carecían de ellas.

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Resultó una salida distinta, ya que de los 6 años que hacemos la travesía fue la vez que menos nieve encontramos. Sin embargo, al no haberla tuvimos la oportunidad de recorrer más kilómetros con nuestras camionetas por los caminos tan pintorescos que tiene este lugar. De esta forma conocimos paisajes a los que antes no habíamos llegado porque se hacía imposible debido al manto blanco. También enfrentamos nuevos obstáculos, ya que son caminos con trepadas y cruces de ríos, y que gracias a la camaradería y ayuda de todos los participantes pudimos superarlos sin ningún tipo de problemas.

Una experiencia nueva

En este viaje conocimos “la bajada del papel higiénico”, un descenso de unos 800 m con un ángulo de inclinación que deja sin aliento, donde hay que estar atento a las indicaciones de los guías para no cometer errores. Debido al clima pudimos dejar de lado la vianda y disfrutar de un rico asado y un guiso de lentejas, realizados por los lugareños, que dejó a los participantes felices y encantados.

Nota publicada en Weekend 527, Agosto de 2016.

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Claudio Deimundo

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