Enorme fue la sorpresa que se llevó el agricultor Erik Turbaev cuando, mientras se encontraba trabajando en su campo sembrado de papas ubicado en el pequeño pueblo de Ak-Bulun, ubicado en el este del país asiático de Kirguistán, se encontró con lo que, en un primer momento, creyó que se trataba de una enorme roca que había roto su arado.
Sin embargo, cuando comenzó a cavar para intentar quitar ese extraño objeto se dio cuenta de que, lejos de tratarse de una roca, lo que estaba enterrado era una gran estatua de piedra que representaba la cara y la parte superior del cuerpo de un guerrero del siglo VI.
Según explicó el historiador Zhanbolot Abdykerimov, a cargo de la investigación, a Ancient Origins, se trata de una inusual versión grande de lo que en Asia se conoce popularmente como “balbal”, un tipo de estatua conmemorativa que fue utilizada como lápida por las personas que habitaron Asia Central durante el primer milenio, específicamente los turcos nómadas cuyo control de la región se extendió hacia el este, más precisamente, hasta la actual nación de Kirguistán que comparte fronteras con la República Popular China, Kazajistán, Tayikistán y con Uzbekistán.
La estatua medía aproximadamente 3 metros de largo y presentaba la figura tallada de un individuo, probablemente hombre, de rostro liso que lucía una suerte de casco en su cabeza y una armadura protectora en su cuerpo. En tanto que, mientras en el área de la cabeza había una serie de inscripciones, en su cuello había un colgante gigante en perfecto estado de conservación.
Por su parte, mientras la mano derecha aparece cruzada sobre su estómago, su mano izquierda recta sostiene una espada corta, lo que certifica su condición de guerrero. En tanto que, si bien la estatua solo retrata a este individuo desconocido de su cintura para arriba, su mitad inferior no se encuentra tallada, lo que, según los especialistas, demuestra que permaneció enterrada bajo tierra durante todos estos años.
.“Todas estas características, sumadas a la posición de la mano doblada en el medio, revelan que, al momento de su muerte, la persona tenía un título importante en la región”, señaló Abdykerimov.
“Esta estatua de un guerrero está lejos de ser la primera que se encontró en Kirguistán, ya que son varias las que se han encontrado a lo largo de la orilla del lago de Issyk-Kul y en otros sitios cercanos, lo que indica claramente que los entierros marcados por estos monumentos eran muy comunes en la región”, concluyó el especialista.
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