A través de los historiadores y de las decenas de películas en las que mostraban su bravura a la hora de combatir, los soldados espartanos fueron conocidos mundialmente por ser de los guerreros más valientes y sangrientos de la historia. No por nada, en el siglo V a.c. el poeta lírico griego Simónides de Ceo bautizó a Esparta con el nombre de “Damasímbrotos” (“Domadora de Hombres”), porque buscaba un doble objetivo: hacer a sus hombres totalmente esclavos de las leyes al tiempo que eran preparados y concientizados para aniquilar al enemigo sin compasión alguna.
Ya a principios del siglo IX A.C. cuando Esparta era tan solo una confederación de pequeñas aldeas distribuidas a lo largo y ancho del valle del Eurotas, sus guerreros eran vistos como hombres muy feroces y rudos. Tal es así que antes de cada combate, sus mujeres los despedían con una frase lapidaria: “Vuelve con tu escudo o sobre él”.
La historia cuenta que las autoridades espartanas preparaban ya desde muy pequeños a los varones para que consideraran a la lucha como la principal prioridad de sus vidas. De allí que eran sometidos a largos y cruentos entrenamientos físicos y psicológicos para que, llegado el momento, se enfrentaran al enemigo en las mejores condiciones posibles.
Mientras a los niños se los sometía a prácticas tan crueles como vergonzantes ya que, por ejemplo, uno de los métodos que más utilizaban para endurecerlos consistía en bañarlos en vino y alimentarlos con forraje, por su parte, las mujeres también recibían una educación basada en la gimnasia y la lucha, una exigente actividad física con el fin de mantenerse ágiles y fuertes para poder engendrar a futuros guerreros sanos y robustos.
Kerameikos, el barrio anticrisis de Atenas
Los espartanos alcanzaban su punto máximo de poderío físico entre los 20 y los 30 años. Y, si bien es cierto que no hay mucha información acerca del tipo de entrenamiento al que eran sometidos a diario, el catedrático de Historia especializado en la Grecia clásica Nicolas Richer, asegura en uno de sus libros que “los espartanos practicaban la lucha, el pancracio, el pugilato, el salto, el lanzamiento de disco o jabalina, o la carrera”. Curiosamente, según Richer, también le dedicaban muchas horas diarias a participar en coros o danzas, mientras que la competitividad se favorecía mediante juegos internos, los cuales se celebraron, como mínimo, entre los años 404 y 396 A.C.
Por su parte, aquellos que eran considerados cobardes debían pagar una sanción y no podían pasearse públicamente con personas íntegras, si es que no querían ser salvajemente azotados.
Los que padecían estos castigos recibían el mote de “tresantes”, en alusión a los guerreros que si bien habían “temblado” durante la lucha, no habían huido. La diferencia es importante ya que en este caso no perdían todos sus derechos cívicos.
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