En una emotiva ceremonia que se llevó a cabo en la céntrica Plaza San Martin ante la presencia de un reducido número de lugareños, en su mayoría de origen sueco, y de un grupo de aborígenes nómades que habitan la región, el 9 de julio de 1928 se fundó Oberá, la segunda ciudad más importante de la provincia de Misiones.
La creación oficial de Oberá fue patrocinada por el entonces gobernador de Misiones, Héctor Barreyro, quien tras visitar la colonia en 1918 compró varias hectáreas que estaban ubicadas en lo que actualmente es el centro de la llamada “Ciudad que brilla”.
Al momento de la creación de Oberá, inmigrantes y criollos se reunieron en la Comisión Vecinal para elegir el nombre con el que denominarían al pueblo. Así, mientras los inmigrantes propusieron llamarla “Svea” y los criollos “Colonia Nueva Argentina”, finalmente primó la postura del gobierno provincial quien propuso el nombre "Oberá" en honor al idioma de los guaraníes que poblaban esas tierras rojizas y al cacique “Overa”, originario de Paraguay, quién se convirtió al cristianismo y era llamado “Resplandeciente del Sol” por los milagros que realizaba.
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Oberá y sus primeros pobladores
Antes de la llegada de los colonizadores y mientras otras zonas de Misiones se iban colonizando, los montes del Yerbal Viejo eran transitados únicamente por los indígenas y los traficantes de caña brasileña quienes, una vez que la tierra fue colonizada, se convirtieron en un medio de comunicación fundamental para atenuar el aislamiento de los colonos.
Mientras en 1881 se dictó la Ley de Federalización de Misiones, que hasta entonces estaba bajo la jurisdicción de la provincia de Corrientes, en el año 1908 el gobierno provincial contrató al agrimensor Francisco Fouilland para que realizara la mensura del territorio desde la Colonia Picada Bonpland a Yerbal Viejo, dividiendo la región en tres secciones, que conforman una franja desde la Colonia Bonpland, centro poblado de entonces, hasta la nueva tierra, Yerbal Viejo.
Ese mismo año, dos parejas de jóvenes hermanos suecos --Kallsten y Halar Bengelsdorf y Carlos y Guillermo Petersson, llegaron al lugar y tras recorrerlo minuciosamente durante varios días quedaron tan fascinados que prometieron regresar con sus familias para establecerse definitivamente allí.
Así fue que una vez instalados allí, en 1913, comenzaron con los trabajos de aserraje de madera a mano para la construcción de sus nuevas viviendas e iniciaron una nueva vida, muy lejos de su patria natal.
En los años siguientes, muchas familias suecas que estaban radicadas en distintas zonas de Brasil dejaron esas tierras para instalarse también en Yerbal Viejo, convirtiéndolo así en la mayor colonia de suecos de América Latina.
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