Como consecuencia del cambio climático que aqueja a todo el planeta, a medida que pasa el tiempo la Antártida está perdiendo cada vez su más su histórica y majestuosa tonalidad blanca propia de sus miles de kilómetros de hielo y de nieve para dar lugar a un creciente, y preocupante, color verde.
Según un estudio recientemente publicado en la revista Biological Rewies, este extraño fenómeno se debe, fundamentalmente, al alza de las temperaturas en todo el mundo, lo que, entre otras consecuencias, da lugar al crecimiento y a la expansión de numerosas especies vegetales en el suelo.
Lo que más le preocupa al equipo de científicos de la Universidad de Cambridge y del British Antartic Survey que llevó a cabo el trabajo es el cada vez mayor florecimiento de algas microscópicas, que si bien cuando nacen en la región son diminutas, al momento de florecer en masa convierten la zona en un verde brillante que hasta puede observarse con total nitidez desde el espacio.
“La razón principal para el esparcimiento de esta especie es el aumento de la temperatura de las aguas de la región que permite que plantas y animales características de otras regiones menos frías migren hacia la Antártida”, explicó Enrique Isla, investigador del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la principal institución de investigación marina del España.
“El cambio más preocupante de todos los que se están viendo en la región es el de la pérdida de hielo, por lo que si las tendencias climáticas se mantienen, cada vez habrá más áreas libre de hielo en las costas del continente, lo que facilitará la llegada y el asentamiento de algas, musgos y de distintos animales”, agregó el especialista.
Y las algas son las principales causantes de este fenómeno debido a su color intenso y oscuro. Al revés de lo que provoca la nieve, que refleja los rayos del sol de nuevo hacia el espacio, las áreas que se vuelven más oscuras absorben un grado mayor de energía y generan un aumento de la temperatura, lo que provoca el calentamiento de la superficie, dando lugar al consecuente derretimiento del hielo.
Si bien la región de la Antártida más afectada por esta situación es la península y las costas del continente, toda la tierra está sufriendo las graves consecuencias del aumento de temperaturas.
De hecho, según un estudio llevado a cabo en enero del año pasado, la Antártida Oriental experimentó su primera ola de calor, llegando a tener temperaturas de casi 7 grados por encima de la media histórica.
Por último, el equipo dirigido por Isla también comprobó que la distribución de algas verdes en la nieve tiene mucho que ver con las aves marinas y con los mamíferos de la zona, cuyo excremento funciona como fertilizante natural para las algas y acelera su crecimiento.
“Encontramos que más del 60% de la flora se encontraba dentro de un radio de 5 kilómetros de una colonia de pingüinos y que éstas crecían cerca de los lugares donde otras aves hacían su nido y de las áreas donde hay focas”, concluyó.
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