El cambio climático sigue provoncándoles fuertes dolores de cabeza a los geólogos de todo el mundo debido al constante e imparable avance de los deshielos que se vienen registrando sin solución de continuidad tanto en Alaska como en otras regiones vecinas del Artico.
Como el caso del estrecho de Barry Arm, que se encuentra ubicado en la bahía de Prince William Sound, en el golfo de Alaska, en donde los especialistas están advirtiendo sobre un posible deslizamiento de hielo y roca que, entre tantas otras consecuencias, podría ser capaz de desatar un tsunami catastrófico en la zona y alrededores.
Si bien se trata de un lugar que es mayoritariamente frecuentado por pescadores, hasta antes del comienzo de la pandemia del coronavirus en la región, también recibía cientos de turistas de todo el mundo que llegaban en imponentes cruceros para conocer el paradisíaco y congelado estrecho.
Fenómenos diferentes
Según declaraciones de la geóloga Anna Liljedahl a BBC Mundo en los próximos 12 meses la región de Alaska puede convertirse en un triste escenario de posibles efectos devastadores ya que “pueden producirse deslizamientos mucho más grandes que todos los vistos en el siglo XX”.
“Se trata de fenómenos totalmente diferentes a los que conocimos antes. Y lo peor es que pensamos que se volverán cada vez más frecuentes. La energía de un posible deslizamiento en Barry Arm puede superar al de un terremoto de magnitud 7. Si bien es una combinación muy peligrosa, es tan solo un ejemplo de los peligros que tenemos en Alaska en el futuro inmediato” agregó la experta del Woods Hole Research Center de Alaska.
Por su parte, ante esta preocupante advertencia, la División de Estudios Geológicos y Geofísicos de Alaska informó que se encuentra monitoreando de manera permanente los posibles movimientos de tierra en la zona y que ya han generado varios modelos para el estudio de la geología de la región con el objetivo de poder predecir qué tan grande podría ser un tsunami en el estrecho de Barry Arm y sus alrededores, como así también cuáles serían sus alcances y efectos.
Para ello están utilizando monitores con el sistema GPS (sistema de posicionamiento global) que funcionan con energía solar para detectar el potencial de deslizamientos que son los que preceden a los eventos sísmicos.
Por su parte para Steve Masterman, director de la División de Estudios Geológicos y Geofísicos de Alaska, la posibilidad de que se registre un tsunami en la zona de Barry Arm es una pesadilla. “El más notable de los tsunamis fue en 1958, cuando un deslizamiento de tierra generó una ola que se elevó a 1.700 pies (520 metros), por lo que no quiero imaginarme qué sucedería ante un nuevo tsunami en la zona”, dijo el experto.
“Pero, lamentablemente, a medida que el calentamiento global continúe derritiendo los glaciares y el permafrost, los tsunamis creados por deslizamientos de tierra cuentan cada vez con más chances de emerger como una amenaza mayor”, concluyó Masterman.
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