Friday 13 de December de 2024
BIKE | 07-10-2020 12:11

Bike: senderos ocultos del Lanín para descubrir

Una ruta nos interna en la Cordillera de los Andes para disfrutar de hermosos lagos, antiguos escoriales volcánicos y termas abandonadas.
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A veces uno viaja buscando lugares y otras, los lugares lo buscan a uno y se presentan así como si nada: “Hola que tal, yo soy ese lugar magníficamente increíble que no te esperabas, acá están mis bosques con musgos, acá las lagunas turquesas, el escorial de un volcán, unas termas perdidas en la montaña”. Lo que sigue luego es la reacción inevitable. Mandíbula entreabierta, ojos exageradamente grandes y el comentario típico de aquel que agarran desprevenido en medio de la Cordillera de los Andes...

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- ¡No puede ser! Este lugar es increíble! Así pasa a veces, cuando las rutas trazadas desvían sus puntos y coordenadas para poder sorprendernos.
Las termas de Epulafquen quedan en la provincia de Neuquén, dentro del Parque Nacional Lanín, a unos 64 km de la ciudad de Junín de los Andes y en medio del Paso Carirriñe, un cruce de cordillera poco utilizado por vehículos, ya que es de tierra con algunas subidas y bajadas, y su estado en algunos momentos no es el mejor.

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Antes de tomar la decisión de desviarnos unos días de nuestro viaje por la Ruta 40 para entrar a conocer este tramo de la Cordillera, las recomendaciones y negativas fueron varias. Nos explicaron que el camino estaba en un estado terrible y que si llovía se ponía aún más complicado. Nos hablaron de unas subidas imposibles de hacer en bicicleta. Intentaron hacernos entender que si nevaba y la temperatura bajaba íbamos a pasarla muy mal. Estábamos en mayo y entendíamos que las recomendaciones de la gente no tenían malas intenciones y siempre que los consejos tenían ese sentimiento de madre protectora, los escuchábamos, tomábamos la información que pudiera ser importante e intentábamos tranquilizarlos, contándoles que teníamos experiencia en montaña y un muy buen equipo para protegernos del mal clima.Al salir desde Junín de Los Andes, el inicio del camino transcurre sobre un ripio ancho y con serrucho pero, a medida que nos acercamos a la cordillera, la ruta se estrecha y el bosque comienza a rodearnos para cobrar total protagonismo. A tan solo 29 km se encuentra el primer camping a orillas del lago Curruhué Chico: está abierto con duchas y otras comodidades solo en temporada y nosotros estábamos en otoño, así que sin duchas pero en completa soledad.

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Habíamos llegado de noche porque nuestra conducta viajera era de una relajación excesiva y por eso motivo la salida de Junín fue muy entrada la tarde. Inspeccionamos con las linternas, armamos la carpa sin rastros de estrellas y con una leve llovizna, pero al otro día la tibieza del sol nos despertó en medio de un hermoso bosque invadido por rayos de luz que se filtraban entre las ramas de los árboles.
Esta situación nos acompañó a lo largo del segundo día. Pedaleamos por un camino completamente inmerso en una frondosa vegetación y, sumado a ello, después de unos 10 km la ruta comenzó a subir de a poco hasta bordear desde la altura un imponente lago de aguas turquesas: era el Curruhué Grande. El día de pedaleo fue perfecto y el camino en estado deplorable nunca apareció, para nosotros era una ruta de tierra en excelente estado, con algunas subidas cortas y algo empinadas, pero para nada difíciles de resolver. Realmente, no podíamos entender que sea la misma de la que tanto nos habían hablado por su dificultad.

Próximo acampe

La siguiente parada se encontraba a unos 22 km y, al ser temporada baja pudimos darnos el lujo, con el permiso del guardaparques, de acampar en una playa de arenas volcánicas frente al Curruhué Grande. Es importante aclarar que habitualmente el único lugar autorizado para acampar son los campings habilitados que cuentan con servicios.

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Al día siguiente pasamos por la bella laguna Verde y, finalmente, llegamos hasta el famoso escorial de lava que se extiende a lo largo de 7,5 km. Su origen se remonta a unos 400 años atrás, durante la erupción del volcán Achen Ñiyeu, el cual dejó a su paso un río de lava petrificada de color negro oscuro que baja desde el volcán hasta unirse al inmenso lago Epulafquen. Entre sus rocas nace un bosque en miniatura, son los mismos árboles imponentes y enormes que se encuentran alrededor, pero que en aquel río de lava crecen diminutos a causa del terreno en el que les tocó habitar. Un sendero largo y serpenteante lleva por aquella escenografía impactante.

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Antes de que cayera la tarde, continuamos camino para terminar de recorrer la poca distancia que nos separaba de nuestro último objetivo: unas termas abandonadas que culminaron el trayecto con más sorpresa y alegría de la que podíamos imaginar. Ya estaba anocheciendo, el frío se hacía sentir y los pozos termales nos recibían entre vapor y burbujas, rodeados por una gran vegetación cubierta de hielo y escarcha. Nos miramos indecisos, si lo pensábamos demasiado el frío, la tarde que caía y todo aquel bosque congelado nos podían hacer perder el coraje, era el lugar y el momento. Javi –mi compañero– empezó a desvestirse y yo lo seguí sin darle lugar a la duda. Probamos uno y otro pozo corriendo mojados entre resbalones por el piso escarchado, porque ese estaba demasiado frío, pero el otro súper caliente, hasta que encontramos el ideal y nos quedamos satisfechos, para engañar al frío, la escarcha, el invierno y esperar la noche en un rincón de la Cordillera de los Andes con el agua calentita hasta la nariz.

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Luego armamos la carpa en el camping que se encuentra a 400 metros de la termas y nos fuimos a dormir relajados. Durante la madrugada empezó a llover fuerte y, para cuando amaneció, seguía lloviendo. Decidimos esperar dentro de la carpa hasta que calmara un poco para salir a pedalear de regreso a Junín. Hacía mucho frío y no nos gustaba la idea de viajar todos mojados, pero a la tarde siguió lloviendo y también a la noche, así pasaron dos días de coser pantalones rotos, leer, escribir, dibujar, pelearnos, reconciliarnos, todo dentro del amplio 2x1 de nuestra querida carpa.

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Nunca paró de llover, y cuando se terminó la comida, la nafta para el calentador y la paciencia, el salir mojados a pedalear en el frío ya dejó de parecernos tan terrible. Estábamos húmedos, nos chorreaba agua por la cara y teníamos los pies helados pero, sin embargo, pedalear en aquel lugar no dejaba de sorprendernos: las nubes bajas, la tierra mojada, la vegetación intensificada por la lluvia con sus colores más vivos que nunca, habían transformado todo el entorno que nos rodeaba para despertar en nosotros nuevas sensaciones de las que disfrutar y aprender.

Datos útiles

  • Es un recorrido que se puede hacer en 2 o 3 días sin grandes esfuerzos y  brinda la sensación de estar inmerso en la cordillera.
  • La época recomendada es entre noviembre y abril. En temporada de verano el camino es cada vez más frecuentado por turismo, por lo que si es posible, recomendamos hacerlo en temporada baja para poder disfrutar del lugar.
  • Las condiciones del camino suelen variar, es bueno tenerlo en cuenta y consultar en Junín de Los Andes el estado antes de salir.
  • No hay lugares donde abastecerse de comida, por lo que es imprescindible llevar todo lo necesario desde Junín de Los Andes.

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El recorrido

Ubicación: desde Junín de Los Andes se toma la ruta 62 por la que se accede al Parque Nacional Lanín y el paso Carirriñe. La distancia total hasta las termas de Epulafquen es de  64 km. La ruta es de ripio en su totalidad y presenta algunos tramos angostos y sinuosos, pero para nada difíciles o peligrosos.

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Javier Rasetti

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