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AVENTURA | 21-09-2017 08:30

Combis VW: una romántica manera de descubrir el mundo

La Kombi VW es uno de los vehículos más icónicos y exitosos de la industria automotriz. Se produjeron cerca de 4 millones de unidades durante 63 años. Por qué lo eligen los aventureros. Galería de imágenes.
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Para algunos fue la antecesora de las casas rodantes. Para otros, un invento genial que cambió la forma de transporte, tanto de carga como de pasajeros. Pero de lo que no hay duda es que para la mayoría de la gente constituyó la manera más sencilla y económica de trabajar y una forma divertida de recorrer el mundo. Incluso, se convirtió en todo un estilo de vida que la llevó a ser un indiscutido ícono cultural para varias generaciones y que, aún hoy, sigue despertando pasiones.

“Para mí es como viajar al pasado, como volver a los años 60 o 70 y sentir lo que se sentía en aquellos tiempos. Hasta me gusta percibir esa incomodidad de manejar un auto duro y ruidoso. La experiencia de viaje es increíble. Te sacan fotos, te saludan, te ayudan. Siempre llama la atención porque es amigable y transmite alegría”, definió Julián Vaccarezza (34), administrador de empresas y dueño de una Kombi Westfalia 77. La Kombi de Volkswagen es uno de los pocos vehículos que se ha ganado el corazón de todos los usuarios y ha llegado a ser todo un emblema de la industria automotriz, convirtiéndose en un fenómeno digno de estudio. ¿Cómo un coche de formas rechonchas, origen comercial y poca potencia es uno de los clásicos más deseados por los coleccionistas?

Las claves del éxito fueron varias. Sus formas redondeadas y los enormes faros redondos a los lados de la V que forman los relieves en la trompa hicieron que las primeras Kombi parecieran más una cara sonriente que una furgoneta. Este detalle creó una enorme empatía con ellas, por lo que mucha gente las considera más una mascota motorizada que un vehículo. “Llevo hechos unos 60 viajes y cerca de 2 millones de kilómetros entre las 5 Kombis que tuve. Recorrí todo el país varias veces y también fui a Punta del Este, Viña del Mar, Valparaíso, y visité Paraguay y Bolivia”, recordó Jorge Kaczor (73), electrotécnico, quien llegó de Polonia en 1960. Desde hace 20 años se dedica a restaurar vehículos alemanes y es dueño de una Kombi ’79.

El concepto fue siempre el mismo a lo largo de sus 63 años de vida: un diseño cuadrado –similar al de una caja de zapatos–, una base sólida para transportar carga, una mecánica sencilla y económica, múltiples opciones de configuración, y un equipamiento austero pero eficiente.

“Si bien es cierto que de origen tienen una mecánica limitada, se le pueden hacer algunas cosas como para mejorar el rendimiento y tener mayor potencia y velocidad en ruta. Por ejemplo, a la mía le modifiqué la capacidad del motor y lo lleve a 1.700 centímetros cúbicos, le puse inyección electrónica programable, turbo, intercooler, y le saqué el distribuidor. Así le sumé 46 caballos”, explicó Andrés Bañez (41) mecánico de Rosario quien tiene una Westfalia T2 A que venía con motor 1,6 de 50 CV.

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ComLa refrigeración, una de las claves

Los motores empleados en las versiones clásicas, T1 y T2, eran de 4 cilindros bóxer refrigerados por aire. Esta característica les permitía prescindir de agua, de radiador (sólo llevan uno de aceite), de bomba de agua, y de mangueras. Gracias a ello, estos motores resultaban muy fiables en climas extremos, pues no se les congelaba el circuito de refrigeración ni se les ponía a hervir. Esta cualidad fue clave para explicar la tremenda expansión que tuvo este vehículo, capaz de circular por cualquier tipo de clima. “Cada uno por separado siempre había tenido el sueño de viajar con una Kombi. Por eso cuando nos conocimos la idea nos unió más para hacer esta experiencia. Teníamos un Gol y lo vendimos, compramos una Kombi y la empezamos a restaurar para hacer una travesía desde Ushuaia hasta Alaska en unos 2 años. A nuestra Kombi la llamamos ‘semilla viajera’”, contaron Maru Cantero (36) y Matías Conde (27), ambos electricistas industriales.

Un ícono hippie

Por su valor accesible, su economía de consumo y una buena capacidad de carga, la Kombi fue el vehículo elegido por los surfers de la costa oeste de Estados Unidos para llevar sus tablas a la playa, y también se convirtió en uno de los símbolos de los hippies durante el flower power, con el mítico festival de rock de Woodstock como su hito más reconocido.

En nuestro país, desde 2009 existe el Movimiento Aircooled (enfriado por aire), que reúne a los modelos de Volkswagen con este tipo de motor –como Escarabajo, Karman y Kombi–, y que periódicamente realiza encuentros y viajes al exterior. “Nuestra filosofía es aceptar a todos los vehículos sin importar su estado. No somos elitistas. La idea es interactuar, viajar, compartir y no discriminar. No tenemos intereses comerciales y nuestro objetivo es disfrutar de vehículos que transmiten acercamiento y solidaridad”, precisó a modo de cierre José Matías Muñoz (38), uno de los fundadores del Movimiento.

Nota completa publicada en revista Weekend 540, septiembre 2017

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Alejandro Fischer

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