Los belicosos años ‘70 no eran, precisamente, los más fáciles para escribir sobre armas. Quizá por esta razón en los primeros números de Weekend se escribe sobre coleccionismo y artefactos antiguos. Santiago Tavella Madariaga es la pluma más que autorizada para una serie de siete artículos que se inicia en el número 1. Las oplotecas argentinas se inician hacia 1890, cuando el peso fuerte permite a los que visitaban Europa comprar y traer armas antiguas. Esta pasión se limita exclusivamente a la gente rica hasta 1930 pero, desde entonces, la crisis económica de 1929 hace que muchas colecciones se desarmen y se hace mucho más accesible la compra de un arma antigua.
Cuál es la funda ideal para las armas de puño
Mientras tanto, casi tímidamente, la revista comienza a publicar notas sobre armas. La estrategia precursora es presentarlas como objetos de compra. Así aparece un directorio con fotos, detalles textuales y precios, donde se destacan modelos y marcas clásicos como Bersa, Saurio, Sportman, Mahely, Bagual de Pasper, Bataan de Marati o Halcón de Metalurgia Centro.
La incorporación de Enrique Landini en esa década le dio una mirada fresca y amplia al tema. Aventurero como pocos, también conocía mucho de revólveres, pistolas, rifles, escopetas y fusiles. A partir de 1991, cuando un dólar empezó a equivaler a un peso, la industria local sufrió un duro daño porque precisamente resultaba más económico, en muchos casos, traer las armas desde el exterior, como las Taurus de Brasil. Incluso, muchísimos argentinos empezaron a viajar por la misma razón económica, con lo cual los mercados externos se abrieron.
Si bien es claro que la política de Weekend nunca fue tener una foto de armas en tapa, aunque aparecen algunas portadas de caza, muchas notas las describían y también se presentaban temas adicionales como balas, cartuchos, recarga y miras. No obstante, desde la presidencia de Néstor Kirchner, el Estado trabaja fuertemente por el desarme. Además, en 2015 dejó de funcionar el Registro Nacional de Armas (RENAR), que fue sustituido por la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC) y, con ella, fue eliminado el trabajo del ente cooperador que realizaba la Asociación de Industriales y Comerciantes de Artículos de Caza y Pesca (AICACYP) que, precisamente, nuclea a los fabricantes, importadores, distribuidores y minoristas de armas.
Desde 2013, con este panorama difícil que se tiñe también con los proyectos para que no se use más el plomo en las municiones, Pablo Crespo se encarga de esta sección en la revista. Es la época en que se solidifican las armas “blandas”, como aquellas que disparan balas de plástico o airsoft, las traumáticas y muchas notas históricas muy interesantes.
Comentarios