Durante el siglo XIX el accesorio más común que reinaba entre los caballeros bien vestidos era el bastón, símbolo de estatus y buen gusto; sin embargo la tranquilidad que conllevaba viajar con un rifle camuflado en un bastón fue, sin dudas, un aspecto de la formalidad y popularidad que adquirió durante esos tiempos.
Las primeras combinaciones entre bastones y armas de fuego fueron producidas en Europa occidental, destacándose en Francia los construidos en las fábricas de Saint Etienne y en España los fabricados en la villa de Eibar, los cuales se volvieron rápidamente muy populares en los Estados Unidos.
A raíz de ello, para actualizar el mercado con una versión más estadounidense del concepto, la fábrica E. Remington & Sons decidió dar un giro e iniciarse en el comercio civil produciendo su primer rifle oculto, apodado “Rifle Cane”.
El diseño estuvo a cargo del mecánico armero John F. Thomas, nacido en 1835 en Jordanville, Nueva York, un pequeño pueblo situado aproximadamente 12 kilómetros al sureste de Ilion, Nueva York, quien adquiere el 9 de febrero de 1858 la patente norteamericana N° 19328, para la fabricación de un rifle oculto monotiro, con sistema de percusión en calibre 31, logrando así superar en muchos aspectos a las que se ofrecían en el mercado por aquellos tiempos.
Su invención se distinguió por tener un mecanismo de disparo y un percutor totalmente ocultos dentro del eje superior del bastón, así como la cola de disparador en forma de botón no visible situado en la parte inferior del mango del bastón, lo que permitió que la carga del arma requiriese que el tirador se dispusiera a desenroscar el mango del eje del cañón, colocara la carga, y luego volviese a enroscarlo, para finalmente tener su bastón en condiciones de ser disparada.
Con apenas 600 gramos de peso y el eje del cañón de acero recubierto por una fina capa de gutapercha, un látex natural con propiedades de goma dura, logró en poco tiempo convertirse en una invención segura, barata, ligera y portátil, pero al mismo tiempo tan eficiente en cuanto a punto de alcance y precisión como un rifle de la misma longitud.
El bastón llegó a ofrecerse en el mercado en varios colores que incluían el negro, el marrón y el coral; así como también con una gran variedad de mangos que iban desde formas tradicionales como lo era: el de bola, la forma de L y la curva completa; así como también modelos más sofisticados como en forma de garra y cabeza de perro.
A finales de década de 1860, Remington decide darle un nuevo giro a los bastones y lanzan dos nuevos modelos en fuego anular llamados el Remington Nro. 1 que se ofrecía en calibre 22 y el Remington Nro. 2 en calibre 32.
La producción cesó en el año 1886, llegándose a producir en un periodo de 27 años apenas 4.000 unidades. El hecho de que se encuentren relativamente pocas unidades da testimonio de su rareza y por lo que es considerado por los coleccionistas una reliquia que merece ser coleccionada.
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