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ARMAS | 25-03-2021 08:41

Pistola trabada: causas y soluciones

Una descripción de las fallas que se pueden producir durante una secuencia de disparos, sus posibles motivos y cómo prevenirlas.
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Una interrupción o traba del arma de fuego –ya sea durante un enfrentamiento armado o en un evento deportivo– siempre es un inconveniente, que en el primero de los supuestos reviste una gravedad extrema: en un torneo de alguna disciplina dinámica (IPSC, IDPA, etc.) puede significar la pérdida de la competencia, en un enfrentamiento… la de su vida. Sea cual fuese la situación, es menester conocer la causa de esa interrupción y como solucionarla.
Tan preocupante es el tema que los detectives de Nueva York han elaborado una técnica conocida como “NY Reloading” (recarga New York), para las situaciones en que el agente de la ley se quede sin munición en su arma o que la misma experimente una traba. Es simple… arrojan el arma descargada o trabada al suelo –o sobre el agresor si está cerca– y desenfundan el arma secundaria disparando con ella. Buscan de esta forma reducir el tiempo que se necesitaría para realizar una recarga o solucionar una traba. Pero este caso es una situación extrema, a la que no es probable que los simples mortales estemos expuestos. Eso espero.
Generalmente, el problema se debe a una de cuatro razones: 1) falla mecánica del arma, 2) fallas de alimentación y/o expulsión, 3) falla de munición y 4) por acción del tirador. Si la falla es mecánica por rotura o desgaste de alguna pieza, poco podemos hacer en el momento. En estos casos, más que solucionar hay que prevenir; una revisión periódica de nuestra arma y un mantenimiento adecuado son sumamente importantes. Hay que controlar, por ejemplo, la uña extractora y –ante cualquier desgaste o pequeña rotura– cambiarla de inmediato. Las razones enumeradas 2 y 4 están tan emparentadas y es difícil separarlas al analizar los diversos tipos de trabas. Veamos…

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Acerrojamiento incompleto

Esto sucede cuando la corredera no completa su ciclo y queda levemente abierta. Al ocurrir esto, el desconector queda activado y no permite que se efectúe el disparo (¡por suerte!). Es, tal vez, una de las trabas de más fácil solución: un simple golpe con la mano que no empuña en la parte trasera de la corredera bastará para que esta obture totalmente. Esta maniobra, como todas, hay que efectuarla con el dedo índice fuera de la cola del disparador. 
Veamos que la ocasiona. Si sucedió al pasar cartucho a recámara, recuerde que no debe acompañar la corredera si no soltarla para que se cierre con toda la fuerza del resorte recuperador. Si fue durante el fuego y empuña con ambas manos y pulgares en paralelo, fíjese que uno de ellos no esté rozando la corredera, frenándola en su recorrido. Un débil empuñamiento durante el tiro también puede provocar esta interrupción. El consumo de munición con poca potencia puede ser el origen de este problema. Cuando el cartucho disparado carece de potencia, la vaina no empuja hacia atrás la corredera con la energía suficiente para que alcance su posición más retrasada. Es por ello que no regresará a la ubicación de cierre con toda la fuerza de su resorte y no obturará la recámara completando el cierre. Si, tras efectuar un par de intentos, la corredera no cierra, acciónela manualmente para extraer el cartucho rebelde.
Otra de las causas puede ser por un cartucho deformado, con el agravante de que al golpear la corredera para cerrarla usted lo ha clavado en la recámara, lo que dificultaría su extracción en forma manual. Si esto sucede, tome con su mano inhábil el arma desde la parte superior de la corredera y con la palma de la mano libre golpee firme y hacia adelante la empuñadura.

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Fallo de disparo

Otro inconveniente podría ser aquel que, al presionar el disparador, no se produzca la detonación. Esto puede ser ocasionado por una avería en el sistema mecánico del arma o por algún defecto del cartucho. En el primero de los casos, poco podremos hacer en el momento. Si obedece al segundo, salvar la traba sería cosa sencilla: bastaría con tirar hacia atrás de la corredera y dejarla avanzar por sí sola. De este modo se consigue extraer la munición defectuosa que ocupaba la recámara, mientras que a la par se vuelve a alimentar con el cartucho que está en el primer lugar del cargador. En pistolas con la posibilidad de efectuar un disparo en doble acción, muchos acostumbran ante este tipo de falla volver a accionar el disparador. En lo personal prefiero extraer el cartucho rápidamente, porque en caso de persistir la falla a pesar de la nueva gatillada, hemos perdido un tiempo que puede ser definitorio de una situación.

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Fallo de expulsión

Cuando esto sucede, la vaina suele quedarse en el interior de la recámara, incluso cuando el proyectil haya sido expulsado por la boca de fuego. Solucionarlo es una tarea rápida. Una vez detectado el problema, solamente hay que llevar la corredera hacia atrás y girar el arma hacia el lado de la ventana de expulsión para facilitar, posteriormente, la caída de la vaina hasta el suelo por acción de la gravedad. Al avanzar la corredera a la posición de cerrada, introducirá un nuevo cartucho en recámara. 
Muchas veces se produce el llamado efecto chimenea, donde la vaina queda atrapada en la ventana de expulsión, aprisionada por la corredera. En estos casos se procede de la misma forma, si bien hay tiradores que suelen solucionarla barriendo con la mano inhábil el lomo de la corredera para golpear con el canto la díscola vaina y desprenderla. Maniobra que no es aconsejable porque no nos asegura que un cartucho vivo se introdujo en la recámara, ocasionando –si se da el caso– otro inconveniente.

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Doble alimentación

Aquí nos enfrentamos a la traba que representa la mayor complejidad a la hora de buscar su resolución. La doble alimentación se produce cuando un cartucho queda alojado en la recámara durante la secuencia de tiro mientras otro, a la par, trata de ingresar sin que pueda ser posible por hallarse ya ocupada. Esto provoca la inutilización momentánea de la pistola. Un verdadero caos. 
La maniobra que devuelve el arma a situación de tiro es la más laboriosa de cuantas se han analizado en este escrito. Una vez detectada la traba con la inhábil, tenemos que extraer el cargador con energía y de un tirón, porque probablemente se encuentre trabado por un cartucho a medio salir de los labios del cargador. Tras ello hay que tirar enérgicamente de la corredera dos veces, para garantizar la correcta extracción. A la par de que se hace lo anteriormente descrito, hay que girar el arma lateralmente hacia el lado de la ventana de expulsión.
Finalizado el procedimiento, el cartucho o la vaina que ocupaba la recámara debería haber caído ya al suelo, pudiendo insertarse nuevamente el cargador. Hay que tener la precaución de comprobar que el cartucho que no logró ser alojado en la recámara no se encuentre sobresaliendo de la boca del cargador, porque puede dificultar su introducción. 

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El “TRB”

Conocido por las iniciales de la onomatopeya “Tap Rack Bang”, esta técnica ofrece la posibilidad de devolver el arma a la situación de fuego, con garantía y seguridad. Permite solucionar rápida y eficazmente casi todas las modalidades de interrupciones comentadas en los párrafos precedentes. Las dos únicas trabas que no pueden ser resueltas mediante el TRB son la de la doble alimentación y la del acerrojamiento incompleto.
El nombre de la técnica TRB nace del sonido que provocan las siguientes maniobras: 1) Golpe a la base del cargador: Tap; 2) Tirar de la corredera hacia atrás para expulsar una vaina o un cartucho alojado en la recámara, o incluso un casquillo atrapado en la ventana de expulsión, y liberar el carro para alimentar nuevamente la recámara con otro cartucho: Rack y 3) El sonido del disparo que la traba impedía: Bang.
La filosofía de esta técnica consiste en que, en el instante en el que se accione el disparador y no se produzca la detonación, el tirador haga uso de la TRB sin demora de tiempo, aún cuando no sepa la causa concreta de la interrupción, descartada previamente la doble alimentación y el acerrojamiento incompleto. En definitiva:
1º.- Golpear el cargador hacia adentro, por si se trata de una mala alimentación por alojamiento incompleto del cargador.
2º.- Arrastrar la corredera y posteriormente liberarla por si hubiera una vaina o un cartucho alojado en recámara. Sirve también cuando un casquillo asoma por la ventana de expulsión a modo de chimenea. El arma, tras esto, quedaría nuevamente cargada. Puede que la pistola esté incluso sin alimentar por error u olvido, pero tras las manipulaciones descritas quedaría presta para el fuego.

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3º.- Finalmente, y si aún existen cartuchos en el cargador, ya se podría producir el bang, que es el resultado pretendido: el disparo.
Todos los supuestos expresados son fácilmente reproducibles durante las clases de adiestramiento. Se pueden simular encasquillamientos en las sesiones de tiro en seco y en las de fuego real. Para ello se deben emplear cartuchos dummys debidamente mezclados en el cargador con cartuchos reales, los que provocarán trabas en la secuencia de tiro. Recuerde, estas técnicas para solucionar trabas –al igual que cualquier técnica de tiro– deben ser entrenadas asiduamente para obtener buenos resultados.

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Pablo Crespo

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