Comencemos este artículo fijando un concepto: en un arma de fuego, el seguro es un mecanismo utilizado para ayudar a prevenir el disparo accidental, contribuyendo así a una manipulación más segura. Estos mecanismos podemos dividirlos en de accionamiento manual y automáticos, llamados también externos e internos.
Un seguro manual es aquel que puede ser activado o desactivado voluntariamente por el tirador, accionando un comando externo. En los seguros automáticos, en cambio, ya no es el tirador el que interviene directamente, sino que es el propio mecanismo del arma el que previene el disparo accidental.
Dentro del primer grupo, el más clásico y difundido es el conocido como seguro de aleta (1), en definitiva, una palanca externa que –depende del modelo del arma– bloquea el martillo o la cola de disparador. Y que es activado en forma manual y voluntaria, debiendo ser accionado inversamente para poder efectuar el disparo. Muchas armas modernas poseen esta palanca ambidiestra –una a cada lado de la pistola– para facilitar su accionamiento con la mano que empuña. En algunos modelos de simple/doble acción, la palanca de seguro está combinada con un mecanismo de desamartillado (decocker). O sea que, al colocar el seguro manualmente con el arma amartillada, ésta se desmonta automáticamente, lo que evita disparos accidentales al intentar bajar el martillo.
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Dentro de los denominados seguros automáticos, encontramos el de bloqueo de aguja percutora, el de empuñadura, el de cargador, seguro de caída de martillo y el de cierre incompleto. Veamos...
Uno por uno
2 y 3. Bloqueo de aguja. Es, tal vez, el más importante y, a mi modo de ver, el único necesario en una pistola semiautomática. Un punto de vista compartido por la firma Sig Sauer, ya que es el único seguro que equipa a la gran mayoría de sus pistolas. Consta de un tetón o perno que mantiene la aguja percutora bloqueada, lo que evita su desplazamiento. O sea… que está siempre activo. Y es desactivado por una leva que lo acciona en el momento en que el tirador comienza a oprimir la cola del disparador para efectuar el disparo. Su objetivo principal es evitar que, ante una caída del arma, la inercia de la aguja percutora ocasione que ésta impacte en el fulminante del cartucho que se encuentra en la recámara, provocando un disparo accidental.
Seguro de empuñadura. Una constante de las armas diseñadas por John M. Browning desde su Modelo 1903 e inmortalizado en su 1911, que lo sigue utilizando hasta hoy en día en todos los derivados de ese modelo. Consta de una pieza saliente en la parte trasera del grip, que indefectiblemente es oprimida cuando el tirador empuña el arma, liberando de esa forma el sistema de disparo. Algunos autores lo consideran innecesario en armas de uso militar/policial y si, en cambio, le ven utilidad en armas pequeñas, como en el caso de la FN 1906, otra creación de Browning que lo incluye.
Seguro de cargador. Este sistema de seguridad impide que se efectúe un disparo si el cargador no está colocado dentro de su alojamiento. Si bien reviste cierta utilidad en armas de pequeño calibre destinadas a los aficionados, es contraproducente en las de uso profesional. No obstante ello, la eterna Browning HP-35 lo incluía dentro de su sistema de seguridad, aunque fue y es desactivado por la mayoría de los usuarios.
De caída de martillo. Este seguro –clásico de las pistolas de simple acción y martillo externo– ha desatado muchas controversias sobre su correcta utilización. Consta de un diente extra en la configuración del martillo, que permite montarlo en una posición intermedia. Existe una creencia errónea de que, para utilizarlo como seguro, hay que colocar el martillo en esa posición. Nada más alejado de la realidad. Su función es evitar que, si durante la acción manual de montar o desmontar el martillo, éste se nos escape del dedo que está realizando esa acción y golpee la aguja percutora. De suceder lo descripto –que se nos escape el martillo–, quedará detenido en una posición intermedia, evitando el disparo no deseado.
De cierre incompleto. Este sistema impide que se pueda efectuar el disparo cuando la corredera no está totalmente cerrada. Muchas veces por algún cartucho levemente deformado que no se introduce correctamente en la recámara –u otros factores–, la corredera queda unos milímetros separada sin obturar correctamente el conjunto. El diseño del mecanismo del arma evita que el desconector active el fiador liberando el martillo –o el percutor lanzado– en caso de oprimir la cola del disparador sin que el tirador se haya percatado de la falla.
Si tenemos presente que el mejor seguro que pueda tener un arma es la adecuada instrucción del usuario, llegaremos a la conclusión de que los seguros externos de accionamiento manual son, en la actualidad, totalmente innecesarios en las armas modernas. Así lo han entendido fabricantes como Glock o Sig Sauer, que sólo dotan a sus productos de seguros internos automáticos, tendencia que de a poco va creciendo.
Nota completa en Revista Weekend del mes Octubre de 2018 (edicion 553)
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