Wednesday 8 de May de 2024
SITIOS EXTERNOS | 25-02-2016 11:51

Juguete rabioso

Argentina es el tercer país en el mundo en producir uno de los quads más ganadores en las competencias, el Yamaha Raptor 700.
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Yamaha fue una de las últimas grandes marcas de motos mundiales en salir a escena. Si bien había sido fundada en 1887 por Torakusu Yamaha, en Hamamatsu, Japón, como una fábrica de pianos y otros instrumentos musicales, fue recién en 1955 cuando se lanzó a la producción de motos. Su primer modelo fue su primer éxito: la YA-1 con motor monocilindro de 2 tiempos y 125 cc, conocida entonces como Aka tombo (“libélula roja”), copia de la alemana DKW RT 125.

Con la clara intención de recuperar el tiempo perdido, y como una manera de probar la calidad de su producto, a las pocas semanas Yamaha inscribió a la “libélula roja” en la carrera del monte Fuji y la ganó. Y luego triunfó en la del volcán Asama, otra competencia muy popular en la isla japonesa.

Segundo éxito

Con el incentivo de los triunfos deportivos, la naciente marca motociclística de los diapasones lanzó en 1957 su segundo modelo pero esta vez con diseño absolutamente propio, la YD-1, una moto de carrera con la que conquistó el mercado estadounidense.

Estas situaciones le sirvieron a la empresa para tener certeza sobre dos cuestiones: sus productos comenzaban a ser tenidos en cuenta por el gran público, y las competencias deportivas eran una excelente vidriera para mostrar la calidad de sus productos.

Así, para los ingenieros y directivos de Yamaha, las carreras se convirtieron en un laboratorio para ensayar lo que luego se vería en un vehículo de calle para el uso cotidiano. La clave del éxito fue la adaptación y aplicación del Kando, una filosofía japonesa que describe el impacto de la belleza en los sentidos humanos y que Yamaha reinterpretó como satisfacción y alegría.

Los cuatriciclos surgieron hacia finales de los años ’80 por una demanda del mercado estadounidense que prohibió los triciclos por inseguros. La industria japonesa, que ya dominaba ese mercado, respondió con un vehículo –en la jerga industrial un ATV

(All Terrain Vehicle)– que era un híbrido entre un auto y una moto: tenía cuatro ruedas pero se conducía casi como una moto.

Y en este segmento, Yamaha también logró modelos de alta calidad e impacto en el público, algunos convertidos casi en íconos por sus prestaciones y rendimiento.

Nota publicada en la edición 521 de Weekend, febrero de 2016. Si querés adquirir el ejemplar, pedíselo a tu canillita o llamá al Tel.: (011) 5985-4224. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

25 de febrero de 2016

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Alejandro Fischer

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