Friday 19 de April de 2024
SITIOS EXTERNOS | 04-02-2016 18:20

La Paz, Entre Ríos: Crecida y con muchos piques

¿Cómo pescar dorados en un Paraná desbordado por la creciente? Tomamos como ejemplo el norte entrerriano, donde picaron con carnada, señuelos y hasta de flote.
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Suposición 1: cuando el río Paraná se inunda, no hay pesca. Falso: si bien ciertas especies son muy difíciles de encontrar, como las tarariras, que se meten dentro de los campos, otras tienen mayor disponibilidad de espacio para ir tras peces menores que se

encuentran con un novedoso y rico menú aprovechando que el agua baña tierras nuevas.

Suposición 2: en las ciudades del Paraná Medio no se puede pescar porque no es posible llegar ni bajar una lancha por la inundación. Falso: habrá alguna localidad con problemas, pero la enorme mayoría está funcionando normalmente, aunque haya evacuados y los guías salgan por bajadas que no son comunes.

Suposición 3: en verano no se pescan dorados en La Paz, porque es la época del surubí. Falso: las cuencas no tienen verano ni invierno sino que están sujetas a los avatares del clima y, por ende, la altura del cauce. Normalmente, desde fines de enero hasta mayo, esta parte del Paraná se ensucia con las aguas que bajan por el río Bermejo, producto

de las fuertes lluvias en la yunga. Con estas condiciones, la pesca de dorados se corta y aparece el surubí y otros pescados de cuero. Sin embargo, esta temporada estival es diametralmente opuesta: la gran crecida del Paraná clarificó las aguas, pese a haberse encontrado con muchos sedimentos que vienen del también crecido (y durante mucho tiempo) río Paraguay. Como el volumen que llega desde el nordeste es mayor, prevalece y el dorado se encuentra en condiciones similares a las del invierno, sumándosele la altísima temperatura del agua (29 grados marcaba el ecosonda).

Para desafiar estas condiciones tan particulares del verano 2016 nos acercamos hasta uno de los pesqueros más a mano de los aficionados de Córdoba, Rosario, Buenos Aires y sus conurbanos: La Paz. La salida con el guía Aníbal Bahler, y los amigos Gabriel Tres y Ariel Romero, tendría como límites los mismos que frecuentemente asume cada turista: un solo día de pesca, y un marco sorprendentemente desbordado por el agua.

Navegamos aguas arriba por el río Paraná bordeando la isla Curuzú Chalí. Casi en lo más al norte de ella, en la zona de la cortada del Garibaldi, comenzamos los intentos. El viento sudeste a unos 20 km/h nos daba de frente. Afortunadamente, la lancha de Aníbal cuenta con motor eléctrico, fundamental para maniobrar con tanta correntada, formada por la enorme masa de agua que desciende, más el viento que, en ciertos puntos, nos aproximaba muy rápidamente a la costa y, en otros, nos alejaba.

Así, corrigiendo la deriva, llegaron los primeros piques. Un lindo dorado tomó el señuelo de Ariel y ¡le arrancó la paleta! Por lo que vimos era uno de los grandes, como el que el mismo pescador obtuvo el día anterior en un lugar similar, muy profundo, donde el veril cae a la salida de una laguna, y también con un señuelo de paleta larga.

Nota publicada en la edición 521 de Weekend, febrero de 2016. Si querés adquirir el ejemplar, pedíselo a tu canillita o llamá al Tel.: (011) 5985-4224. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

04 de febrero de 2016

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Néstor Saavedra

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