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#WEEKEND | 07-09-2018 07:05

Objetivo Aconcagua: claves para trepar la montaña más alta de América

Para llegar a la cumbre y hacerlo con comodidad y seguridad, los expertos recomiendan un plan general de siete puntos. Cuáles son y qué tener en cuenta en nuestra preparación.
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Para desafiar el Aconcagua, tres asesores consultados (los guías de montaña Claudio Frodo Fredes, Sebastián Cerrato, y Miguel Reinhol Coranti) coinciden en contar con un plan que contemple todo lo necesario para que el intento de ascender el gigante de América sea exitoso y seguro. Para seguirlo, hay que estar dispuesto a invertir mucho tiempo, esfuerzo y también recursos económicos, sobre todo partiendo de cero. El plan consta de siete puntos básicos: entrenamiento y preparación física (más chequeos médicos), aptitud psicológica, equipamiento, experiencias previas en alta montaña, integración social del equipo, logística de expedición y factores meteorológicos.

1. La Ruta Normal del Aconcagua no es técnica, es un ascenso que implica básicamente caminar hacia arriba. Pero aun así, está el entrenamiento técnico de cómo moverse en la montaña, por ejemplo, cómo guardar las cosas en la mochila, cómo armar la carpa, preparar la bolsa de dormir, manejar los calentadores, caminar con los grampones, los bastones o el piolet. “Son cosas que parecen sencillas, pero en la altura y con condiciones climáticas extremas, no resulta tan fácil, así que hay que tenerlo bien claro –comienza explicando Seba Cerrato–. Para la preparación física, antes que nada les pido a los integrantes del grupo de entrenamiento que se hagan una ergometría. El entrenamiento va a tener mucha base aeróbica, saliendo a correr o a rodar en bici. Y en trabajo de piernas, por ejemplo, haciendo barrancas o cuestas. Además, está el trabajo de fuerza-resistencia en los músculos posturales (abdominales, posteriores de la espalda). También durante el entrenamiento físico podemos templar el espíritu, saliendo a correr en los días fríos de invierno, o con lluvia”.

2. Tenemos que prepararnos mentalmente para afrontar la expedición ya que estaremos sin el afecto de nuestra familia, sin las comodidades del hogar e insertados en un ambiente muy agreste. “La mejor forma de aclimatarnos es haciendo salidas a la montaña e ir incrementando poco a poco la dificultad, la altura y la cantidad de días. Así iremos adaptándonos a las tareas y desafíos de la expedición (armar campamento, dormir en carpa, cocinar, derretir nieve, caminar ocho horas en un día; además del frío y el viento, ). Todo esto no sólo va a servir desde lo físico o para incrementar nuestras habilidades en la montaña, sino que nos fortalecerá mentalmente. La cabeza también es como un músculo que debe entrenarse”, explica Claudio Fredes.

3. Tener un buen equipo aumentará la comodidad en el ambiente de la montaña y nos dará mayor seguridad en caso de mal tiempo. En la vestimenta utilizaremos el clásico método de las tres capas básicas (interiores térmicos, abrigo intermedio, cortavientos impermeable-respirable exterior). En cuanto al calzado, botas de trekking que sean cómodas y no tan rígidas en la aproximación al campamento base. En los campamentos de altura usaremos botas dobles. Lo ideal es elegir los nuevos modelos, ya que son más flexibles, livianos y abrigados que las antiguas botas plásticas rígidas. Las dobles no plásticas (como las Boreal G1) se pueden comprar o alquilar, porque son caras. También se pueden alquilar los grampones y la piqueta de travesía. En mitones, sugerimos los que permiten usarlos en una configuración de cuatro capas: guante fino liner, guante de polar tipo Power Stretch, mitón de abrigo y cubre mitón. En camperas, además de la impermeable-respirable, que puede ser de dos o tres capas, recomendamos dos camperas de abrigo: una más fina y cómoda, con muchos tabiques y relleno térmico sintético como el Primaloft, y una de duvet gruesa, con capucha, para usar a partir de Plaza de Mulas y, eventualmente, el día de cumbre. Las bolsas de dormir tienen que ser de un kilo de buen duvet. En cuanto a las mochilas, convienen las grandes de expedición: 80 litros para los hombres y 60 litros para las mujeres. Pero no para cargarlas a full (el peso máximo que podríamos llegar a soportar será unos 15 kilos), sino por la practicidad que nos dan para cargar y descargar rápido y fácil en caso de emergencias, como una tormenta.

En la cara usamos siempre protector solar 65 FPS como mínimo y anteojos factor 4, como los Julbo Explorer. Las carpas de cuatro estaciones las suelen proveer las empresas o guías pero, en caso de preferir llevar la propia, o si vamos por nuestra cuenta, las ideales son las que venden las tiendas especializadas en montaña; las de camping convencionales no sirven. En cuanto a los calentadores, un MSR a bencina para grupos grandes y el Jetboil para dos o tres personas, ambos son ideales para la altura.

Respecto de la comunicación, es imprescindible contar con una radio VHF a fin de poder comunicarnos en caso de emergencia o para consultar el pronóstico del tiempo. En el botiquín personal hay que llevar los insumos esenciales, como gasas, vendas, antisépticos, gotas oftálmicas, etc. Nunca hay que tomar o suministrar medicamentos sin antes consultar con los médicos de parque.

4. Comenzaremos haciendo salidas por el día sin cargar mucho peso en zonas de baja altura. Luego realizaremos salidas de dos días, incrementando el peso en la mochila para ir adaptándonos a ella. Empezaremos a practicar armado de campamento, pasar la noche en bolsa de dormir y cómo desconectarnos un poco más de la rutina de ciudad para conectarnos con la naturaleza. Luego es tiempo de añadirle altura para experimentar sus efectos y ver cómo responde nuestro cuerpo. Lo ideal es hacer una salida de tres o cuatro días a una montaña de 4.000 metros, respetando los tiempos de aclimatación. Si hicimos un cuatromil y nos sentimos bien, es hora de subir un cerro de 5.000 metros o más, en expediciones más largas.“Son experiencias que van a servir para entrenar, integrar al equipo y controlar cómo cada integrante responde a la altura, verificando la presión arterial (en altitud tiende a subir) y obteniendo datos de frecuencia cardíaca y porcentaje de oxígeno en sangre con un oxímetro”, explica Miguel Coranti.

5. “La integración social –detalla Fredes– también es un punto importante, y lo ideal es formar un grupo que llegue a conocerse compartiendo los entrenamientos y las salidas previas a la montaña antes de intentar el Aconcagua. Eso va a ser de gran ayuda para que aprendan a convivir y para que sepan que no están solos en la montaña.

6. La logística. “En Aconcagua –continúa Fredes–, si contratamos el servicio de una empresa o guía, la logística es realizada por ellos. En caso de ir en forma particular, tenemos que ocuparnos de varios puntos. En la ciudad de Mendoza tramitaremos el permiso de ingreso al Parque Provincial. En caso de ser necesario, podremos alquilar equipo en un negocio de montaña. El traslado de equipo hacia el campamento base (Plaza de Mulas), se hace en petates, unos bolsos especiales para que carguen las mulas y que se pueden alquilar en Mendoza. En el campamento base podemos contratar distintos servicios, como las comidas o desayunos, porteos hacia los campamentos de altura, teléfono, Internet, duchas, etc.”

7. Meteorología. Este factor es muy importante en los campamentos de altura y el día de cumbre. Dependiendo del clima, iremos adaptando nuestro itinerario. A veces hay que adelantar la expedición para hacer cumbre antes de que haya mal clima y otras hay que esperar un buen día. “El factor dominante en el Aconcagua es el viento, ya que baja demasiado la sensación térmica, puede destruir las carpas e impacta psicológicamente en los andinistas. Para consultar el pronóstico, podemos hacerlo gratuitamente en algunas empresas desde el campamento base. En los campamentos de altura podemos pedir permiso para utilizar la frecuencia oficial y pedírselo a los guardaparques”, completa Frodo Fredes.

Corolario: el Aconcagua es posible para casi todos, solo requiere un buen entrenamiento para no fallar.

Nota completa en Revista Weekend del mes Septiembre 2018 (edicion 552)

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Marcelo Ferro

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