Desde afuera, la Argentina suele ser vista como un país insólito en varios sentidos. Y pareciera que la naturaleza se empeña en reflejar nuestra rareza intrínseca con formaciones caprichosas, talladas por el choque de las placas tectónicas que generaron los Andes; por la erosión del viento sin fin, que saca a la superficie antiguas eras geológicas y cincela el hielo, formando penitentes; por volcanes que nunca estallaron; por goteos subterráneos que esculpen estalagmitas y estalactitas; y por pirámides andinas o arcos de piedra que emergen inexplicablemente en el centro de un lago perdido en la estepa patagónica. Para esos viajeros curiosos que les escapan a los lugares comunes, una gira nacional con 10 paradas en algunos de los paisajes y formaciones naturales que parecen querer reforzar el estereotipo –sin dudas injusto– de que el nuestro es un país muy extraño.
10 raros paisajes argentinos, primera parte
Cavernas de las Brujas (Mendoza)
La Ruta 40 se interna 70 km al sudoeste de la ciudad de Malargüe hasta la Reserva Natural Caverna de las Brujas, en un valle rocoso con cerros grises del Jurásico. A la montaña de la caverna se entra por un gran boquete alumbrando el suelo con el foco del casco, hasta la amplia Sala de la Virgen. De la bóveda y del suelo brota el trabajo de miles de años de goteo, construyendo una interminable serie de estalagmitas y estalactitas. El guía sugiere apagar linternas para captar la oscuridad absoluta y el viaje al centro de la Tierra continúa hacia cuatro cámaras rocosas: algunas son más estrechas y en otras hay que sujetarse de sogas para no resbalar. En los pasadizos pequeños hay que avanzar en cuclillas. El ambiente es húmedo y cautivante, y sólo se oye el ruido insistente de un goteo sin fin sobre las rocas.
Trekking a lo profundo del Hornocal en Jujuy
Túnel de hielo (Chubut)
Desde la ciudad chubutense de Esquel, una excursión de 50 kilómetros en 4x4, con una breve de caminata por un bosque de lengas, lleva a un túnel de hielo con una de las selfies más insólitas del país. Esta rareza comienza a formarse a principios de enero –cuando hay que entrar agachado–, alcanza su plenitud hacia la primera o segunda semana de febrero y dura hasta algún momento de marzo, a veces incluso bastante más. La causa es la nieve acumulada derritiéndose de abajo hacia arriba, al pie de una cascada de 45 metros en el cerro La Torta: el túnel suele tener una boca de entrada y otra de salida. La excursión dura seis horas y la caminata en ascenso es de nivel intermedio. El cilíndrico túnel mide 100 metros de largo por 10 de diámetro con suelo rocoso. Por momentos hay que avanzar agachado –helados gotones caen sobre las personas– y en otros el techo está a varios metros.
El Hornocal (Jujuy)
El auto caracolea por el ripio de la RP 73 –desde la ciudad de Humahuaca, en Jujuy– por 45 minutos, hasta que en la lejanía aparece una montaña sin vegetación, cubierta de líneas de colores desde los pies a la cima. Esas serranías son parte de la formación calcárea Yacoraite que se extiende en línea desde Perú, bajando por Bolivia y la Quebrada de Humahuaca. Desde un estacionamiento se camina unos pasos hasta un mirador donde se ve a pleno el Hornocal, multicolorido y lejano. Un sendero que baja por el valle permite acercase solo un poco –lo suficiente– a ese arco iris de piedra que, de a poco, se va convirtiendo en el ícono visual más impactante de la provincia de Jujuy por el gigantismo de esas vetas de colores en zigzag a lo largo de una montaña completa.
El Cono de Arita (Salta)
Desde el pueblito puneño de Tolar Grande –provincia de Salta– parte la excursión al Cono de Arita, una pirámide casi perfecta que se levanta solitaria en la planicie de un gran salar. En el camino hacia el cono –86 km– se atraviesa el Salar de Arizaro, cuyos 5.500 km2 lo convierten en el tercero más grande del continente. A comienzos del siglo XX se creía que una pirámide tan perfecta habría sido construida por el hombre. Pero es un pequeño volcán al que le faltó fuerza para estallar y nunca tuvo cráter. Todo a su alrededor es sal negra sacada a la superficie por antiguas corrientes subterráneas de magma. De acuerdo con los restos arqueológicos encontrados en el cono, la cima fue un centro ceremonial preincaico.
Penitentes de Agua Negra (San Juan)
En la provincia de San Juan –desde San José de Jáchal– se hace una excursión en 4x4 hasta el cruce a Chile por el paso internacional Agua Negra. El trayecto por la Ruta Internacional 150 zigzaguea al borde de los precipicios. A más de 4.000 m sobre el nivel del mar, las montañas carecen ya de vegetación y aparecen glaciares de altura. Dos kilómetros antes del cruce a Chile, un gran brillo blanquecino encandila: parece un glaciar que baja hasta el borde de la ruta. Pero es un grupo de penitentes, esa extraña formación de hielo que surge por la acción combinada del sol y el viento a partir de grandes acumulaciones de nieve en terrenos áridos. Al verlos de cerca, conforman una compacta pared de 200 m de largo con hielos de cuatro metros de altura. En la parte superior son puntiagudos como una serie de torres alineadas, escalando la ladera montañosa. En ciertos lugares los penitentes forman pequeñas cuevas de hielo con estalactitas colgando como lanzas de hielo.
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