San Juan resulta una provincia prácticamente ignota en cuanto a pesca, una cobertura periodística al respecto es inusitada, y mucho menos en relación a la pesca con mosca. Sin embargo, a pesar de su geografía en extremo árida, existen cuencas para motivar a un inquieto mosquero. La más importante corresponde al río San Juan, motivo de largas
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charlas y ajetreados relevamientos durante mi estadía en esta provincia cuyana.
Otro tanto corre para su comunidad de mosqueros, pequeña pero sumamente pujante y
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con importantes referentes. El período de posguerra da génesis a los primeros mosqueros de las zona, entre los que sobresalen Bruno Poniz, creador de las moscas Bru-Pon; el Gringo Mas y el Payo Erostarbe, que se codearon con los máximos históricos de la boca del Chimehuin. Tras las bases de los pioneros, en 2001 se funda la Asociación de Pesca con Mosca de San Juan, que instala definitivamente el concepto de la captura y devolución en la provincia. Hoy, su sucesora, la joven y vigorosa Asociación Mosqueros de San Juan, continúa el arduo legado de educar, cuidar y controlar las aguas de la provincia. Durante los últimos años esta ONG trabaja sinérgicamente con los inspectores de la Secretaría de Estado de Ambiente y Desarrollo Sustentable. Los controles cada vez más abundantes, con pedidos de permisos y redadas de furtivos, se ven reflejados en el incremento de las poblaciones de peces en muchos sitios claves.
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Cuenca del río San Juan
En una zona extremadamente árida, donde llueven menos de 250 mm al año, los ríos son venas abiertas que bombean vida. Años húmedos traen la bonanza, y lo inverso ocurre con las sequías, que en San Juan llevan 5 años innterrumpidos. Este año se espera un “Niño Fuerte”, y la ilusión de revertir un cuadro sumamente preocupante con fuertes nevadas.
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La cuenca del río San Juan es la más importante de la provincia, porque cubre 38.462 km2, o sea un 45 % de su superficie. Es el principal tributario del río Desaguadero, espina dorsal hídrica de la región cuyana. Unido al río Colorado su extensión alcanza unos 350.000 km2, transformándola en la mayor cuenca enteramente Argentina. Pero desde 1941, cuando Mendoza construyó el dique El Nihuil, se frenaron los escurrimientos hacia los bañados del Atuel, que se transformaron en un desierto, produciendo un éxodo poblacional.
Especies y ámbitos
Los peces originarios de la cuenca del San Juan son percas, bagres otunos, del torrente
y unos tremendos dientudos ideales para secas, ninfas y equipos ultralivianos. A ellos
se les agregan peces autóctonos traslocados, como el pejerrey bonaerense, que prolifera de gran manera en los embalses. Entre los exóticos sobresalen truchas arco iris, marrones y fontinalis, que ingresaron a San Juan a partir de sucesivas siembras desde
1930. Y por supuesto las benditas carpas que todo lo pueblan.
Nota publicada en la edición 515 de Weekend, agosto de 2015. Si querés adquirir el ejemplar, pedíselo a tu canillita o llamá al Tel.: (011) 5985-4224. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
20 de agosto de 2015
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