¡Carpas en la Patagonia! Un tema candente por estos días, algo que sorprende teniendo en cuenta que este pez cuenta, como mínimo, con 30 años de presencia en la región. Su ingreso a la cuenca del río Colorado se dio a mediados de la década del ‘80 cuando el río Curaco, portador del sistema Desaguadero/Salado y columna hídrica de la región cuyana, desbordó a la altura de la reserva Pichi Mahuida. En la cuenca del río Negro, el primer registro científico data de 1995, y siempre se atribuyó a una siembra para combatir algas en sus canales. Hoy, biólogos de la Dirección de Medio Ambiente de Coronel Roca no descartan que pueda haberse dado como un trasvaso natural entre el Colorado/Negro, durante una creciente excepcional.
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En esta última cuenca lo único que detuvo su migración aguas arriba fueron las represas: Arroyito sobre el río Limay Inferior, y el Ingeniero Ballester sobre el río Neuquén. También se habla de introducciones o fugas, muchas décadas atrás, en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Durante la década del ‘90, mientras estudiaba Acuicultura en la Universidad del Comahue, varios profesores me hablaron sobre avistajes de carpas koi (variedad ornamental de Cyprinus carpio) asilvestradas en el lago, lo mismo que fugas accidentales de estanques o juveniles desechados por acuaristas. Las mismas no generaron poblaciones, ya que las bajas temperaturas inhiben el desarrollo de las gónadas durante el período crítico de invierno/primavera, en que necesita un mínimo de 17 ºC. En la zona de El Bolsón, cuenca del río Puelo, las autoridades de Chubut ven con preocupación la proliferación de estanques con esta especie. Daniel Wegrzyn y Silvia Ortubay, en su libro Salmónidos en Patagonia, citan una fuga sobre el río Futaleufu, aparentemente sin consecuencias.
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