Sunday 28 de April de 2024
PESCA | 29-08-2023 18:30

Una arco iris inolvidable en la Patagonia chilena

Anticipando lo que será una gran temporada en lagos de Chile, el relato de una captura de una trucha para el recuerdo. Por: Marcos Quiroz
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Todo comenzó en uno de mis servicios de pesca al Lago Llanquihue, en la región de los lagos, por la ciudad de Puerto Varas, Chile. La excursión arrancó bien temprano, a las seis de la mañana de un día muy helado, con una temperatura muy baja, de 2° C. Ingresamos por un sector llamado la poza, sector que desagua al lago. Salimos y empezamos a recorrer diferentes costas, lanzando con mosca, anclados y a remos en otras ocasiones, en trolling. La idea era lograr unos buenos piques, en la mañana tuvimos éxito logramos sacar muy buenas Arcoíris, pero de tamaños no sorprendentes, en eso obviamente echando mil bromas y jugando a que en cada pique teníamos el monstruo, se hizo el mediodía. 

El pique ya estaba medio flojo, salimos a almorzar, nos relajamos un poquito y continúanos. Le dije a mi compañero que vayamos a lanzar a una costa, una zona donde la actividad es muy lenta, pero si pica, sale un grande. Tenía la experiencia de haber sacado en ese sector, truchas de buen tamaño. Llegamos al lugar, pasaron las horas y nada de nada. Tanto que mi amigo se puso a dormir, así de lenta estaba la jornada. Ya eran las cuatro de la tarde, me acerque un poco más a la orilla, tire el ancla para poder lanzar cómodamente e hice varios lances sin éxito, hasta que en uno de esos algo pasó. Sentí que me había enredado en un palo y lo clave tan fuerte que pensé que había perdido la mosca, fue ahí donde el palo comenzó a arrancar. Mis gritos despertaron a mi amigo, y le advertí que era grande.  Obviamente no me creyó. El pez me saco la línea de fly hasta el backing, dos veces seguidas, no lo podía parar. No entendía como corría tan fuerte. Pesco desde los diez años con mosca, ahora con veintiocho, jamás sentí tanta explosión en una corrida, mis piernas tiritaban, hasta que logré acercarlo al bote. Cuando la vimos, no lo podíamos creer, yo estaba al borde de llorar, pero me faltaba el último paso y mi amigo no se animó a poner el canastillo, porque sabía que estaba en juego la trucha de mi vida. Lo tuve que hacer yo mismo, en un trabajo de cirujano, pero salió bien. La trucha estaba en mis manos y me puse tan feliz que no sabía ni como me llamaba de la emoción.

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Tras un par de fotos, la trucha que tomó una Zonker café articulada, una mosca que me ha dado muy buenos resultados, volvió al lago en optimas condiciones. Quedé en blanco, con una sensación de paz increíble.  

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