Dos dimensiones. Un solo mundo con dos medios bien diferenciados, aire y agua. Separados por una delgada línea superficial. Disímiles en todo. En cada uno se ve diferente, se siente distinto, los colores, los sonidos, las vibraciones, las formas. Los pescadores tenemos que entender bien esto, ver, sentir, percibir y analizar poniéndonos un poco en sintonía con los sentidos de los peces. Ver y pensar como trucha, dicen algunos entendidos en la materia.
Es una forma de comprender qué decisiones tomar, saber qué es lo que hacemos, para qué y por qué. Desde la elección del lugar, el horario, cómo abordarlo, la potencia del equipo, el tipo de línea, el largo del líder, el grosor del tippet. Y también, ya hilando más fino, el diseño, tamaño, color de la mosca y hasta cómo accionarla para atraer, seducir, estimular y convencer a que ataque nuestro engaño un ser que vive en un medio que tiene otros sonidos, distinta gravedad, diferente temperatura, donde los colores se ven de otra manera y la luz penetra filtrada de acuerdo al horario, la suspensión de partículas que pueda tener el agua y su tonalidad.
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Esta vez la idea fue relevar un lago que hacía mucho no visitábamos y que antes de ser tan popular y frecuentado por veraneantes, familias, turistas y navegantes, era un espejo casi exclusivo de pescadores. Nos referimos al lago Meliquina. Tal vez la presencia humana más frecuente y la necesidad de buscar nuevos destinos nos alejó de este pesquero que, en el pasado, nos ha dado buenas emociones y buenos amigos. Con José Luis Moral –de Patagonic Style–, conocedor por muchos años de la región y sus secretos, y Ceferino Chapa Traverso, sabio y dedicado mosquero de todo tipo de aguas y latitudes emprendimos esta nueva aventura patagónica.
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Playa natural
Con base en San Martín de los Andes, recorrimos los 33 km (27 km de asfalto por RN 40 hacia el sur y 6 km de ripio por la RP63 hacia el Este) hasta llegar a la margen occidental del lago, por donde recibe el aporte del agua del río Hermoso, que viene de la cadena de lagos cordilleranos Hermoso y Machónico. Ubicamos la embarcación y los pertrechos en la cómoda playa de piedras de la bajada natural de botes, no sin antes sondear las inmediaciones del arroyito que allí mismo vierte sus aguas. La ansiedad siempre puede más en esta actividad. Sin respuestas positivas, seguramente debido a que se trata de una zona de bastante movimiento durante el verano, embarcamos y resolvimos alejarnos a orillas y sectores menos expuestos al ajetreo humano.
Las bahías del sector norte, antes de que la orilla se haga abrupta, suelen ser buenas para pescar vadeando de costa y han mejorado mucho en el último tiempo nos comentaba José Luis. Probablemente, la disminución de pesca deportiva y actividades acuáticas, debido al paréntesis de la pandemia, hayan contribuido a darle descanso y recuperación a ámbitos como éste.
De modo que, dejando el bote a distancia prudencial de donde comenzaríamos a pescar para no alterar demasiado a los peces, iniciamos los intentos con equipos de potencia #6 aunque hasta se podría emplear un #7 aquí. Este sector está bastante expuesto a los vientos predominantes y a veces tener una reserva de poder ayuda en jornadas desapacibles.
Cazadores al acecho
Las orillas son un excelente lugar para que insectos, crustáceos, pequeños peces y otros organismos menores encuentren un hábitat propicio y relativamente seguro para su supervivencia. Y las truchas patrullan estos mismos lugares en busca de comida. En los ríos es el alimento el que viaja y los predadores esperan agazapados, a resguardo de la correntada. Por el contrario, en los espejos es el cazador el que debe salir al encuentro del sustento. Así que no conviene alterar demasiado esos sitios clave, un vadeo seguro pero sigiloso suele ser lo mejor. Esta cuenca tiene truchas de las tres variedades (arcoíris, marrones y fontinalis) pero también hay percas y salmones encerrados. De todas maneras, lo más frecuente es dar con arcoíris y marrones. En vista de que no notamos ninguna actividad en la superficie del agua quieta del espejo –llegamos bastante temprano por la mañana, con un cielo nublado y en una jornada bastante fresca–, resolvimos comenzar con líneas de cierta tasa de hundimiento, con líderes de 5 a 6 pies terminados en tippet de fluorocarbono 1X y estrímeres no demasiado grandes pero con algo de lastre, cómo Zonker, Matuka, StringLeech y algunas variantes de WoollyBugger, como por ejemplo la Pepe Mosquero que tiene una combinación de colores similares a una páncora (alimento muy común en esta cuenca y muy apetecido por las truchas) y también algunas ninfas nadadoras grandes cómo RubberLegs y Montana, todas moscas que suelen ser muy efectivas en la región.
La idea es vadear hasta unos metros antes del veril y lanzar hacia la zona profunda en forma perpendicular a la costa e ir haciendo lances en abanico hacia uno y otro lado, variando el ángulo de tiro. Los veriles o drop-offs son cortes abruptos en el fondo del lago, caídas a pique, donde se ve el fondo hasta un determinado momento, como una continuación de un desplayado de suave declive. Y de pronto el agua se vuelve verde oscura, casi negra, y se pierde toda visión del lecho. En los espejos los peces suelen frecuentar estos veriles por la ventaja de estar cercanos a la seguridad de lo profundo, mientras que mantienen la oportunidad de atacar a algún organismo desprevenido cercano a la orilla, que se encuentre deambulando cerca de esa frontera geográfica que es este cambio abrupto de honduras.
Esta vez, mejor desde el bote
El efecto de nado se logra con recogidas (o estripeos) cortas y seguidas, o bien largas y más espaciadas. A veces conviene probar combinaciones de formas, por ejemplo dos largas y una corta u otras secuencias, brinda buenos resultados. Incluso dar golpecitos con la puntera de la caña cada tanto con moscas con patas de goma –que vibran más con esta técnica– las torna más atractivas y gatilladoras de pique.
Como en estas bahías hay sectores con algas y bastante vegetación viva sumergida, es posible pescar también con líneas de flote y ninfas. Crustáceos como scuds son también frecuentes en estas zonas someras con vegetación. Son organismos que nadan lento y muy cerquita del lecho. Lo ideal, luego de lanzar, es imprimirles un movimiento suave con cortas recogidas casi por el fondo.
En nuestro caso, la mayoría de los buenos piques fue vadeando de costa con líneas de hundimiento y estrímeres, también fue muy efectivo pescar desde el bote lanzando hacia la orilla –uno remaba por turno y dos lanzaban–. En ámbitos con presión de pesca deportiva, las truchas aprenden a estar alertas de lo que venga de la orilla, no así de lo que se les ofrece desde adentro y lanzando hacia la costa, que a veces resulta más sorprendente y atractivo. Un bellyboat puede ser una buena alternativa para remplazar a un bote en estos pesqueros.
Volviendo a las dos dimensiones aire y agua con que comenzáramos esta nota, tenemos que estar en el aire pero muy enfocados en el agua. Donde tal vez exista una dimensión más, ya no física, sino de pálpito, de sensaciones, de corazonada. Una dimensión emocional. La que nos lleva a vivir cada pique como si fuera el primero de nuestra vida y disfrutarlo a pleno como si fuera el último. Algún día, igual que con la elección de la mosca, acertaremos.
Mapa de la zona
- Cómo llegar: desde San Martín de los Andes hasta el lago Meliquina hay 33 km en total, 27 son de asfalto por RN 40 hacia el sur y 6 m de ripio por la RP 63 hacia el Este, hasta llegar a la margen occidental del lago, sector menos expuesto a los vientos predominantes y de buen acceso para bajar y subir embarcaciones deportivas.
- Salidas de pesca: Nahuel Moral, Instagram: @nahueflyPatagonicStyle, Cel: (02944) 202592.
- Artículos de pesca, outdoor y camping: ÖrökOutdoor / Fly Shop, Instagram: @orok_outdoor, Av. San Martín 713, Local B, San Martín de los Andes.
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