Seducirlas. Esa es la idea. Ofrecerles algo que no puedan rechazar y convencerlas para que piquen. Uno cree que así las atrapa. Y cuando tiene éxito, se convence de lo bueno que es pescando truchas. Pero no es tan así la cosa. Ni el éxito nos hace tan buenos, ni el fracaso nos hunde y nos condena. Son circunstancias nomás. En la pesca demasiadas variables inciden y hasta la fortuna juega su papel. Pero si empezamos por buscar buenos momentos, lugares adecuados, empleamos la estrategia correcta, el equipo acorde, la mosca apropiada y nos asiste un guía de pesca con sugerencias e indicaciones del lugar, el margen de fracaso empieza a achicarse y las chances aumentan considerablemente.
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Gracias a las gestiones de Fernando Vargas y a la invitación de dos estratégicos y distinguidos lodges de pesca de la región –Sendero y Le Fario– comenzamos este relevamiento por el río Futaleufú con el apoyo de Richard Williams y Leo Buccioni, conocedores de cada palmo del cauce.
El Futaleufú
Es un río importante que concentra aguas de una gran cuenca y las termina encauzando hasta el Pacífico chileno. La calidad de pesca, el extraordinario paisaje que lo circunda, el volumen de agua que colecta y conduce, la cantidad de lugares estratégicos para encontrar peces –arroyos, brazos, correderas, veriles, remansos, pozones, islas, juncales, troncos sumergidos, grandes piedras, desplayados y barrancas– y la posibilidad de navegarlo, flotarlo y pescarlo tanto desde la embarcación como al vadeo, hacen de éste un notable río para la búsqueda de truchas.
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Los equipos de mosca recomendados son los de potencia #6, aunque en ocasiones se puede bajar a un #4 o un #3 inclusive y disfrutar a pleno de la buena población de peces que tiene el curso, que van de los 600 gramos al kilo y medio y más. Pero, ¡ojo que tiene también sus grandes sorpresas! En cuanto a líneas, admite las de hundimiento de distinta tasa o de punta de hundimiento (sinking tip) para pescar en cierta profundidad con estrímeres montados en anzuelos sin rebaba #6 y #8 cómo Zonker, Egg Sucking Leech, Matuka, String Leech y variantes de la efectiva Woolly Bugger.
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Dónde lanzar
Desde el bote hacia las orillas fuimos seduciendo truchas en los sectores con más cantidad de vegetación, donde los peces encuentran protección, refugio y chances de comida entre las ramas inundadas o a la sombra de los sauces. En los tramos más arremansados del río es donde se acumula el alimento y se forman las frecuentes líneas de comida que se notan en superficie como resaca y restos vegetales flotando alineados, es muy efectivo actuar con líneas de flote y ninfas con indicadores de pique (strike indicators), ya que son lugares muy patrullados por truchas oportunistas, que atacan lo que sea sin reparo de selectividad.
Las líneas de flote sirven también para prospectar los bajos con mucha alga, tanto con moscas secas cómo con ninfas, donde un streamer con una línea densa se enredaría. Allí, entre las algas, las truchas también encuentran refugio y alimento. Una Stimulator grande, una Grass Hopper o las de foam: Chernobyl Ant o Fat Albert pueden ser buenas para tentar y hacer subir un buen pez. Y si no dejar derivar en la corriente una Hare’s Hear, una Prince, una Pheasant Tail o una Cooper John en anzuelos #10 a #14 y atadas a un tippet 4 o 5x. O bien jugar a dos puntas armando un dropper (tándem de dos moscas) con una seca grande bien flotadora (que haga de indicador de pique y de mosca atractora a la vez) y una ninfa lastrada atada con un nudo improved clinch al gancho del anzuelo de la seca con un tippet 4 o 5x.
Tanto para las moscas secas como para las ninfas y para que sea más efectiva la acción de la deriva, hay que mantener la línea prolija luego del lance, enmendando y corrigiendo para que la pasada sea lo más natural posible, evitando que la línea en la correntada arrastre a la imitación, lo que se conoce como drag. Tampoco hay que descartar las pequeñas secas como las Adams, Humpy, Elk Hair Caddis y Madame X entre otras.
Un río notable, con muchas alternativas de pesca y buenas sorpresas, que nos brindó unas cuantas acciones interesantes, numerosas capturas en diferentes modalidades, y que nos dejó altamente satisfechos y con muchas ganas de volver. Hubo después una escala en las apacibles y confortables cabañas Aiken Leufú, cerca de Trevelin, para reordenar equipos y emprender la segunda parte de este relevamiento.
Laguna Larga
A pesar del nombre, la Larga no es una laguna, es un lago con una población exclusiva de truchas marrones. No son fáciles de FLYCAST seducir pero vale la pena. Con Gonzalo Martínez como anfitrión y guía nos aventuramos a estas aguas en un cómodo bote de remos tipo McKenzie. La pesca en espejos tiene condimentos bastante diferentes a la de los ríos.
Aquí hay que actuar con mayor cautela, todo es transparencia y quietud. Máxime en días claros y sin viento. No existe el desorden torrentoso de las aguas veloces que pueden compensar algún error en la presentación o disimular imperfecciones, lo que impone mayor prolijidad. La Larga tiene buenas marrones que a veces patrullan orillas, juncales y sectores someros. Es una delicia poder actuar a trucha vista y lanzar con sigilo y justeza una pequeña ninfa en la trayectoria de una trucha y esperar a que avance, la detecte, le resulte creíble y la ataque. Una cadena de buenos sucesos que puede terminar con una linda marrón en el copo y el torrente sanguíneo inundado de adrenalina.
De esta manera capturamos dos lindos ejemplares por la mañana desde el bote con equipos #6, líneas de flote y ninfas, y otras dos vadeando en la bahía del Quemado también a trucha vista. La mejor fue con una ninfa de Damsel de color oliva. Un reparador y exquisito paréntesis gastronómico al mediodía en el Le Fario Lodge con vistas increíbles y a seguir pescando por la tarde. Habiendo hecho una buena faena matutina, cambiamos estrategias para la segunda parte del día, el agua superficial con más temperatura nos llevó a buscar las truchas más abajo.
Pusimos líneas densas con líderes no muy largos, del orden de 1,5 m, así baja la mosca al ritmo de la línea. En cuanto al tippet, se puede usar algo más grueso aprovechando la menor visibilidad de la hondura, por ejemplo un 1X y hasta un 0X puede andar bien. Un puñado de marrones, todas buenas, más un par que se nos escaparon coronaron una jornada perfecta, donde las moscas que mejores ejemplares nos proporcionaron fueron una Matuka y una Muddy Buddy. Seducirlas. Esa era la idea. Ofrecerles algo que no pudieran rechazar. Uno cree que así las capturó, sin embargo, y repensando un poco las cosas, las que nos tienen cautivos y nos hacen volver una y otra vez, son ellas. Las magníficas truchas silvestres de la Patagonia.
Agradecemos a: Ministerio de Turismo de la Pcia. de Chubut y a la Dirección de Pesca Continental de Chubut.
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