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PESCA | 29-08-2019 13:01

Los mimosos llegaron antes de la primavera

El bagre de mar adelantó su ingreso al Río de la Plata. Cuáles son los sectores más rendidores para encontrar ejemplares de hasta 10 kilos.
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Otra vez en pleno invierno, una avanzada de bagres de mar está poblando los pesqueros más habituales para esta especie y ya son muchos los pescadores que se preparan para ir en búsqueda de estos grandes mimosos que ingresan del mar para realizar el ciclo anual de desove. Una investigación de campo reveló la activa presencia de esta especie, algo que llamó poderosamente la atención teniendo en cuenta que en esta época se encuentran bastante más al sur. Muchos años atrás era una costumbre y un desafío arrancar con esta pesca casi a fines de octubre pero, para sorpresa de los que andamos hace décadas por el estuario del Plata, los monchuelos ya se hacen presentes en la  temporada de frío. 

Equipos adecuados 

Sin embargo, pocos saben cómo se los puede pescar. Si bien no dejan de ser bagres y su captura se realiza obligatoriamente de fondo, tiene algunos condimentos que hacen fracasar al deportista si no los tiene en cuenta. Para la pesca de bagres de mar se necesitan equipos medianamente pesados por el tipo de elementos que se usan, particularmente el peso de las plomadas. Podría hacerse con cañas de 2,10 a 2,50 m de largo, acción de punta y una potencia de 30 lb (1 lb =  453,592 g), acompañando con un reel rotativo mediano a grande tipo 6500 (si es de tapa redonda) o 300 (si es de bajo perfil), cargado con multifilamento no muy grueso, máximo 30 lb. 

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Con este tipo de carga vamos a poder llegar rápidamente al fondo sin tener que usar más peso en los plomos. Y los aparejos que vamos a necesitar pueden ser corredizos con una sola brazolada, si pescamos a popa, o fijos con dos brazoladas si lo hacemos a proa. La diferencia entre estas dos modalidades es la siguiente: para pescar a favor de la correntada vamos a pasar un plomo por la madre del reel y por medio de un esmerillón atamos una brazolada con anzuelo N° 5/0. A continuación arrojamos la línea hacia alguna de las bandas para que haga fondo sí o sí delante nuestro. En cambio, si elegimos pescar hacia atrás, vamos a poner un aparejo de dos brazoladas y un plomo en forma de ancla, o cualquiera que quede fondeado para que no le gane la correntada y lo arrastre hacia atrás. 

Cómo se detecta el pique

Los piques se van a demostrar de diferentes formas: con fuertes cabezazos cuando usemos la corrediza, y con un aflojón en la línea cuando sea fija, debido a que el pez levanta el plomo y navega. Pueden ser varias las opciones de carnada: sardina, anchoa, magrú, mojarras embebidas en aceite de pescado. Ahora, si debemos elegir una sola, sin dudas es el calamar. Para realizar esta nota optamos por hacer un primer relevamiento desde Villa Paranacito y la segunda parte desde Tigre. De esta forma llegaríamos a más lugares y mostraríamos diferentes puntos de salida. Al bagre de mar (también llamado monchuelo o mimoso) se lo pesca habitualmente en pozones o veriles de los canales, muy rara vez lo vamos a encontrar en áreas bajas. 
La primera salida la hicimos desde Villa Paranacito junto al guía David del Valle y recorrimos varios ríos principales con diferentes resultados, todos buenos, pero algunos mejores. Salimos una mañana muy fría y ventosa hacia el Sauce y el Paraná Bravo buscando sus pozones, usando la ecosonda de la lancha cabinada de nueve metros que posee el guía. Llegamos luego de unos 50 minutos de navegación y fondeamos con un cabo de casi 100 m de largo al que le enhebramos por el asa un bidón vacío de unos 20 litros para que, al partir, resulte más liviano levantar el ancla de unos ocho kilos (el fondeo se tira con la lancha y el bidón ayuda a despegarlo del fondo). 

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Hasta ahí, la marea, el viento y la correntada hacían que el fondo tuviera mucha basura, pasto que se soldaba a la línea y tapaba la carnada, para lo cual había que estar atentos y repasar cada uno de los tiros. Anclamos en primera instancia sobre el río Sauce e hicimos los primeros intentos encarnando con calamar y sardinas. Tiramos cuatro cañas con líneas corredizas, dos a babor y las otras hacia estribor, soltándole diferentes largos de multifilamento para tratar de que no se enreden. Tardó 10 minutos en picar el primero y de ahí en más fue pura fiesta: un pique tras otro que no nos daba tregua con todos los equipos y nos obligaron a guardar uno para seguir solo con tres cañas. 

Los bagres iban de los tres kilos de peso hasta algún monstruo de nueve; sinceramente espectacular. De ahí nos fuimos hacia el Bravo, otro río con gran poder de pesca. Enseguida nos dimos cuenta de que también íbamos a pescar bastante. Arrojamos nuevamente los aparejos y parecía que nos estaban esperando con la boca abierta. Nuevamente un pique tras otro y con tamaños descomunales. Tanto fue la pesca que decidimos entrar a un arroyo al mediodía para comer algo calentito y descansar un rato. La pesca estaba hecha y nos volvimos para regresar temprano a casa, sabiendo que en horas saldríamos desde Tigre para mostrar otros puntos.  

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Nuevos lances

Con otra mañana muy pero muy fresca, salimos desde la guardería Lange hacia la zona de la isla Martín García, un poco para cubrirnos del viento y otro para buscar sobre los veriles de los canales y en algunas canaletas que son cortadas por bancos de arena y que no llegan a los ocho metros de profundidad. En esta ocasión también pescamos con líneas fijas arrojadas hacia proa casi con los mismos resultados y la misma calidad de pescado. Primero probamos frente al muelle de la isla, recostados sobre el banco sur casi pisando el filo más profundo del veril, con algunas dificultades para poder anclar hasta que logramos hacerlo. 
Junto a los amigos Mauro Bittolo, Elías Mica y Adrián De Brito tentamos a la suerte y muy pronto obtuvimos resultados. Mientras veía cómo cabeceaban las cañas de mis amigos, observaba la puntera de la mía, que estaba un poquito arqueada esperando el aflojón. Otro momento de gran pesca que intentamos llevar hacia otro punto, por lo que levantamos todo y nos fuimos para el norte buscando las boyas 117 a 124, lugares clásicos y que siempre rinden. Anclamos nuevamente en los pozones y parecía más de lo mismo: piques constantes y continuos de bagres medianos y grandes que tomaban firmemente la carnada. Después de certeros y buenos cañazos, pudimos arrimarlos a la embarcación. Sin duda, otra temporada que se las trae. Solo hay que comunicarse con el guía de confianza y viajar, Los bagres de mar están a la orden del día y aún falta mucho para que se vayan.

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Julio Pollero

Julio Pollero

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