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PESCA | 03-05-2020 11:00

Pesca: ¿Cuáles son los 10 señuelos más usados en la Argentina?

Un repaso por los engaños más utilizados, esos que marcaron la historia de la pesca en nuestro país.
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Treinta años atrás apenas se podían contar con los dedos de las manos los señuelos que se vendían. Así que vamos a recordar los diez artificiales más famosos, más usados, por los pescadores argentinos. La elección es arbitraria. Influyeron mis tres décadas de periodista y la investigación y lectura en viejas revistas de pesca. Como toda elección, deja afuera otros modelos, incluso algunos de carácter regional como las cucharas CAT (Carlos Alberto Trejo) en el río Dulce y su embalse. El orden también es aleatorio.

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Roberto Zapico Antuña fue uno de los más importantes periodistas de pesca y el que más trabajó sobre señuelos en la Argentina. Dejó innumerables artículos en revistas especializadas y clásicos libros, como Spinning, pesca calificada, además de esta cuchara de su creación. Luego de perder muchas cucharas buscando el equilibrio entre un señuelo chico y el peso suficiente para lanzar, se inspiró en la norteamericana Limper, que se caracterizaba por el anzuelo loco y la asimetría entre sus partes.

Luego, le amplió el ancho para aumentar el planeo de la ondulación y le hizo dos nervaduras longitudinales para acrecentar la resistencia ante la fuerte mandíbula del dorado, su principal destinatario. El autor decía que, por ser ancha, costaba arrojarla contra el viento y en las correderas muy rápidas había que recogerla muy despacio, porque tendía a girar. Le gustaba su gran acción, incluso cerca de la costa cuando la correntada suele ser menor, y también la valoraba como cuchara muerta, es decir, cuando comenzaba a hundirse no bien caía al agua. Una vez que tuvo el modelo terminado, la entregó a la fábrica Esimar para su elaboración y venta. Corría la década de 1960. Originalmente usaba un anzuelo simple Mustad 3813 o Eagle Claw de Wright & Mac Gill, en ambos casos, 8/0.

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El citado Zapico Antuña utilizaba en sus pescas en agua dulce, tanto de truchas como de dorados y hasta algún pacú, este señuelo que fabricó Helin Tackle Co, en Detroit, Michigan, Estados Unidos, desde mediados de la década de 1930. Se patentó en 1936. Charles Helin fue el creador. Se los vendía en cajas de cartón con un pequeño folleto, donde traía un bosquejo del señuelo y una explicación de cómo usarlo en baitcast y trolling. Se llegaron a vender en diecisiete medidas: dos pequeñas (casi para mosca), ocho para spinning y siete para baitcast y trolling. Por entonces se ofrecía en 32 colores y cuatro más adicionales, solo para determinados modelos. Además venían con distinta cantidad y disposición de triples: dos adelante más dos atrás, dos adelante más uno atrás y dos atrás más uno adelante. En 1949 Helin festejó los cinco millones de Flatfish vendidos; en 1958, fueron veinte millones.

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En Svagnsta, a orillas del sueco río Morrum, nació la casa Abu en 1921. Carl Borgstrom, su propietario, la dedicó a la construcción de relojes, especialmente para taxis. Al final de la década de 1930 comenzó a proyectar reeles de pesca y en 1941 dio a conocer al público su primer modelo. Gote, el hijo del dueño, era un pescador fanático y fue volcando la actividad fabril hacia los reeles.

En 1957, introdujo al mercado esta cuchara de bronce, larga, ideal para los ríos salmoneros de aguas rápidas de Escandinavia. Su éxito fue tal que tuvo muchas imitaciones en todo el mundo hasta nuestros días, como la Evy y la Tybo. Toby se convirtió en un nombre generalista para las cucharas que tienen este formato.

En 1980, Abu compró y se fusionó con la firma norteamericana que distribuía desde hacía tres décadas sus reeles en los Estados Unidos: Charles García. Desde entonces se la conoce como Abu García. En la Argentina fue muy apreciada para la pesca de truchas y dorados. La empresa sigue produciendo algunas ondulantes clásicas, como este modelo y los Atom, Plankton, Hammer y Zeppo.

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South Bend, de los Estados Unidos, introdujo al mercado este señuelo en 1915, aunque quizá unos años antes ya estaba disponible al público. Se basó en una patente presentada por J. S. Olds. Hecho en madera, le fueron haciendo pequeños cambios con el tiempo, por ejemplo, en los ojos: antes de la década del ‘20 no tenían este adorno; entre 1926 y 1927 se le pusieron ojos de vidrio; cerca de 1935 pasó a ojos clavados; hacia 1951, impresos; en 1966, pintados. En 1935 se le hizo una muesca a lo largo del cuerpo y se le insertó una placa de aluminio, pegada y remachada. Solo los tres pitones de los triples y el punto de ataque, unidos por la placa, sobresalían de la superficie del cuerpo.

Hubo luego muchísimas variantes del modelo, con hélices, reforzadas y de distintos tamaños. La primera medida y más tradicional era de 8,90 centímetros con un peso de 17,70 gramos; luego llegaron los de 9,50 centímetros con 21,30 gramos.

El Oreno, como se lo conoció popularmente, ya para 1921 se vendía en cabeza roja y cuerpo blanco, cuerpo amarillo con manchas rojas y verdes, verde rana, rojo con la parte delantera negra, cuerpo blanco con manchas rojas y verdes, arco iris, escamas brillantes, cuerpo blanco y cabeza azul, escamas con mezclas rojas, cabeza roja con cuerpo dorado, y negro. En la Argentina se los importó para la pesca de tarariras y durante décadas fueron fundamentales para el spinning que apuntaba a esta especie.

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Podríamos decir que fue el primer señuelo de cuerpo para pescar dorados en la Argentina, ya que siguió a las cucharas ondulantes y se anticipó a los artificiales nacionales, como Del, Alfer´s, NG y Mer, entre los más recordados.

Art Wallsten comenzó su fábrica de señuelos en Kenilworth, Illinois, y la llamó Wallsten Tackle Company. En 1948 produjo este minnow con babero de chapa que tres años más tarde se ofrecía en una paleta de tres colores, aunque en 1955 llegaban a once y, una década después, a 25. El decaimiento posterior de la empresa redujo también las opciones. En 1957, un modelo 300 de 3/8 de onza costaba un dólar y cuarto, pero en 1976 el mismo modelo se cotizaba a 2,25 dólares. En nuestro país prevaleció el de 19 centímetros, con una paleta de cuatro centímetros extra y tres triples. En los Estados Unidos se fabricaron otros más chicos o con hélice.

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¿Quién en las décadas de 1970 a 1990 no usó este crawler, es decir, nadador, para pescar tarariras en superficie? Se hicieron imitaciones en la Argentina y su uso recién menguó cuando las gomitas mostraron su optimización frente a lo que el Jitterbug no podía vencer: los yuyos y plantas.   

El nombre se refiere a una danza muy rítmica y su fabricante, Fred Arbogast, de los Estados Unidos, lo presentó en 1937 y lo patentó tres años después. Se basó en un modelo que había creado quince años antes con un trozo de palo de escoba al que le cruzó una placa frontal metálica con la intención de hacer un diver (de profundidad). Abandonado porque no funcionaba bien, fue resucitado gracias a la insistencia de un amigo, en 1934. Los cambios le dieron una acción regular y molesta para los peces, que lo convirtieron en un engaño muy buscado al punto de que la revista Popular Mechanics lo citó como uno de los clásicos señuelos de los Estados Unidos. Material y colores: los primeros fueron hechos de cedro con ojos de vidrio.

La paleta frontal cruzada es de metal, aunque, a causa de la escasez de este material por la Segunda Guerra Mundial, se fabricaron con paleta plástica, sin llegar a tener un buen rendimiento por la falta de peso (desequilibrio).

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Otro clásico para pescar tarariras en aguas argentinas. Se lo puede clasificar como un señuelo de paleta aunque esta era formada por su propio cuerpo.  Fue fabricado por Kautzy Laky Ike en Fort Dodge, Iowa, Estados Unidos, desde la década de 1930. Originalmente era de madera, pero desde 1960 se empezó a producir en plástico. Newel Daniels comenzó a tallarlos a mano hasta que, en 1945, utilizó por primera vez un torno.

La casa Lazy Ike fue el más grande competidor del citado Helin Flatfish. Algunas de las cajas de estos señuelos en las décadas del ‘50 al ‘70 tenían una particularidad: o no tenían escrito el nombre “Lazy Ike” o lo tenían dos veces.

Actualmente se fabrica una versión de 6,35 centímetros y siete gramos, con dos triples número seis para la pesca de walleye, salmones y truchas steelhead o para capturar bass o lucio en spinning o baitcast; y también el Mighty Ike, más grande y potente, recomendado para spininng y baitcast: 7,62 centímetros y 9,40 gramos.

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“Cuando vengas a pescar dorados no te olvides de traer la Johnson”, así me decían, muchas veces, los guías de pesca de Villa Paranacito y el sur del río Uruguay. Era y es una gran cuchara para esta zona de aguas bajas, que trabaja muy bien y tiene un detalle fundamental para las zonas de palos: un alambre en línea con la punta del anzuelo que evita que se enganche.

Louis Johnson and Co., de Chicago, Illinois, Estados Unidos, comenzó a fabricar cucharas a principios de la década de 1920. En los comienzos eran plateadas o doradas, pero luego se agregaron otros colores, como verde y rojo brillantes. El modelo Caper (apareció hacia 1946) permitía cambiar el anzuelo, mientras que la Silver se presentaba con triple o simple, en ocho colores. No hay que confundirla con otras cucharas que llevaban el mismo nombre pues, por ejemplo en 1947, William A. Johnson empezó a fabricar su Johnson Froggie, cucharas que también tenían antienganche aunque eran romboidales.

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Algunos señuelos de Heddon fueron muy famosos en nuestro país, como la Moss Boss o el Crazy Crawler. James Heddon creaba engaños artesanalmente desde 1898. En 1902 se asoció con su hijo Will y abrió la fábrica. Poco tiempo después se sumó su hijo menor, Charles. Los tres eran excelentes pescadores y testeaban su propia producción. James murió en 1911. Will siguió trabajando en la investigación y desarrollo de nuevos modelos y Charles, en el manejo de la empresa durante tres décadas, hasta que murió y fue sucedido por su hijo John.

El nombre Tad Polly probablemente venga de tadpole, renacuajo. Salió a la venta en 1919, hace justo un siglo. En los diferentes modelos producidos durante las dos primeras décadas se observan, al menos, dos pequeñas diferencias: algunos son un poco más gordos que otros y la extensión metálica delantera varía su forma: acorazonada (los más antiguos), como una manzana o como una campana (los más nuevos). Los más antiguos también tenían más saliente el punto de ataque.

Los primitivos colores eran blanco con manchas rojas y verdes, blanco con cabeza y cola roja, amarillo, arco iris, verde rana, y verde, rojo o dorado con escamas. La primera versión, conocida como 5.000 y que se produjo hasta 1941, medía casi diez centímetros de largo y pesaba 17,70 gramos; la serie 6.000 desapareció poco después de 1929, cuando contaba con siete a ocho años de producción y medía casi doce centímetros con un peso de 21 gramos.

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Cuchara hecha íntegramente en la Argentina, pero por un francés, Máximo Ravissot. Su padre era argentino, pues nació cuando su abuelo trabajaba en nuestro país en la construcción de puentes. Máximo se encontraba en Francia cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. En uno de los bombardeos atacaron la metalurgia de su papá, que fue asesinado. Entonces, el hijo viajó a la Argentina en 1948, donde se casó pero no tuvo hijos. Luego de una década de trabajar en chapa y pintura del automotor, en 1958 abrió la fábrica de artificiales a la que llamó Wemps. Su primera cuchara, adaptada de algunas que había traído de Europa, se conoció como Medusa. Luego la perfeccionó y llamó Emer. Con algunos cambios se derivó la Novy, con la que ganó varias fiestas nacionales del dorado. Personalmente saqué muchos en los esteros del Iberá y también muy grandes trairones en el río Irirí, del Amazonas brasileño.

Máximo, además de fabricar, vendía la producción en forma personal, haciendo viajes por todo el país con su señora en una especie de motorhome. La mayor parte de sus cucharas las liquidaba en la Patagonia. La fábrica se cerró en 1986 y se reabrió seis años más tarde, a cargo de Roberto Di Prinzio.

Del, un símbolo de la época

■ La gran mayoría de los que peinamos canas comenzamos pescando en spinning con cucharas y señuelos Del. José Delgado (de las tres primeras letras del apellido nació el nombre comercial) fabricaba en Córdoba las boyas Boyadel. Hermano de Antonio, cuñado de Pocho Ianone, les sugirió dedicarse a los artificiales. La sociedad duró poco, porque José no aguantaba vivir en Buenos Aires. Antonio y Pocho continuaron con la fabricación. Las primeras cucharas fueron las ondulantes Tructa, Salmon, Coster y Toby, y las giratorias Pep´s. Luego aparecieron los señuelos de cuerpo: Plop, Yitter, Tucán, Coquet, Epecuén y Manso. Y los grandes de trolling, como el Tacú y el Iporá. Marcaron época.

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Néstor Saavedra

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