Es casi un gol para el futbolero, un triple para el seguidor del básquet o un try para el fanático de la ovalada. Es el grito de sapucai para un correntino. Es el desahogo, el festejo por haber concretado lo que fuimos a buscar, el pique. Hablamos de aquella situación que se genera tras la llevada del pez y donde nosotros, caña en mano, realizamos un eficaz movimiento y sentimos que, del otro lado, el pez está. Eso, llamamos la clavada. Claro que no siempre es efectiva, y muchas veces venimos sin nada, o, mejor dicho, con algún pedazo de carnada que no alcanzó a robarnos.
En nuestra actividad preferida, hay dos modalidades que se llevan todas las miradas, que son la pesca de flote, que advertimos el pique con el desplazamiento de la boya, y la de fondo, donde la llevada nos marcará el momento justo de efectuar la clavada. Es muy diferente de acuerdo a la especie, ya que no pica de la misma manera un pejerrey que una tararira o un bagre. En el caso de la pesca con boyas, la más linda de las especies para pescar, sin dudas, es el pejerrey.
La crisis de la mojarra
Las boyas para pescar pejerrey a flote
En esta especie, hoy nos beneficiamos por los colores flúor, cada vez más visibles y que nos permiten estar en un constante contacto con la línea, algo primordial. Debemos poder moverla o encañar sin problemas, es decir, sin encontrar nylon por demás flojo o hundido. Es importante el uso de flota líneas en el caso de esta fibra. En el multifilamento, la mayoría flota muy bien, aunque el uso puede generar que también le debamos colocar un poco. Al ver la corrida de la boya, se caña hacía atrás en forma firme y se junta en forma pareja. Un error muy común que se ve es que muchos cañofilos levantan la caña hacia atrás muy suave y luego la bajan para comprobar si el pez está clavado. Es un error gravísimo que genera que muchas veces el pez se pierda. Si el pez está, notaremos la curvatura de la caña o el chapoteo del pez. Una vez que lo tenemos al lado del bote, una técnica muy concursera que se puede aplicar es calcular la distancia para que, al levantarlo, venga al pecho y lo podamos sujetar con la mano libre. Y acá, con el pescadito con nosotros, se da algo casi tan relevante como la clavada. Es que venga del labio, un hecho que hará que el pescador infle el pecho, mirando de reojo al que esté al lado, que, si ve que viene tragado, socarronamente nos diga, se clavó sólo.
En la pesca de fondo, hay mucho de intuición, como de experiencia, para saber cuál es el momento ideal de cañar. La estirada del nylon, una aflojada o un bombeo que nos permitirán, de acuerdo a nuestra experiencia, encontrar el momento justo. En este caso, un punto a tener en cuenta es el grosor del nylon como el plomo. Un nylon fino, visible, por, sobre todo, y viendo cuestiones claves que afectan al ámbito en que estamos, como son si pescamos a favor o en contra de la corriente, tenso o flojos, con caña parada o acostada. La importancia del plomo se rige en que cuando el pez pica, la cuesta moverlo clavándose prácticamente sobre él.
Desde hace varias décadas, la tendencia marca que se alivian equipos, pero lo que no cambia es que la clavada efectiva se logra con experiencia y mucha observación. Un viejo como calificado pescador siempre me dijo "todo el tiempo que se pierde debajo del bote, se gana arriba", y vaya si lo es, ya que si le destinamos el tiempo que corresponde a preparar los aparejos y todo lo relacionado con el equipo antes de pescar, ganaremos ese tiempo en el ámbito de pesca.
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