Thursday 2 de May de 2024
PESCA | 10-09-2023 10:00

Buena información: terribles matungos

A medida que avanza el invierno, más zonas del Río de la Plata cuentan con pejerreyes de gran tamaño. Dónde buscarlos este mes para no fallar. Galería de fotos.
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La consigna de este informe anual siempre fue relevar varios puntos del Río de la Plata para mostrar pejerreyes realmente grandes, de esos que caracterizan este tipo de pesca en el estuario más ancho del mundo, actividad que se puede realizar durante todo el año, pero que cuando empiezan a predominar los días fríos y los vientos del cuadrante sur, aumenta las posibilidades de éxito y de poder dar con los matungos más grandes. Sinceramente, este tipo de pesca no es tan difícil, pero sí exige estar en el lugar correcto en el momento indicado, de eso se trata. Por sus características, si tenemos embarcación con todas las medidas de seguridad y los papeles en regla, podemos hacerla de manera personal, caso contrario es conveniente contratar los servicios de un guía, gente idónea que está todo el tiempo recorriendo y buscando la pesca, que por lo general se hace al garete aunque también se la puede practicar anclado y de fondo. 

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Los equipos ideales son cañas de entre 4 y 4,50 m de largo que pueden ser telescópicas o en tramos; y reeles frontales o huevitos cargados con nylon de 0,30 mm o hilo multifilamento de entre 0,14 y 0,20 mm. Las diferencias entre este tipo de cargas son que el hilo no estira y no necesita flotalíneas, mientras que al nylon sí habrá que pasarle flotalíneas o vaselina la noche anterior a la pesca para lograr que no se hunda y mantenga a ras del agua. En cuanto a las boyas, va mucho en gusto del pescador, pero podemos recomendar las Criterio Nº 20/0, 30/1, 19/2 o las Cribal Nº 205/0, 208/2, 231/0, todas de madera balsa. Ojo, también se pueden usar las de plástico y las de poliestireno expandido con muy buenos resultados. En cuanto a colores, es a la vista del pescador, pero siempre teniendo en cuenta que con sol de espaldas podríamos utilizar colores claros –como el blanco y el verde limón en todas sus combinaciones–. Ahora, si tenemos el sol de frente, todo se va a hacer mas difícil, pero contamos con mayores posibilidades con los colores negros, naranja o violeta, y si son tonos mate (sin brillo) mucho mejor. 

Engaños tentadores

En carnadas siempre hay una que descolla ante las otras y es la mojarra viva, pero también podemos tener presentes las mojarras saladas, los distintos tipos de filet (ya sean de dientudo o sardina) y, en menor medida, las lombrices, aunque muchas veces y sobre el final de la temporada las blancas (llamadas vulgarmente dedos) nos pueden dar alguna sorpresa. 

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La pesca se viene dando de buena manera en cuanto a cantidad y calidad, es una excelente temporada. Hablando con varios amigos y guías de la zona Norte del río, todos coincidían en que la zona Sur venía rindiendo parejo, más precisamente en las áreas cercanas a la costa. A medida que pasaron los días también dio buenos resultados el llamado “Cementerio de los barcos”, zona de pecios en la parte Sur de Playa Honda. Seguían transcurriendo las jornadas y ya me nombraban los barcos hundidos Sofía, Di Tomaso y Cientofante, todos iconos de la pesca del pejerrey. ¿Qué quiero señalar con esto? Que hay pejerrey en todo el Río de la Plata, solo hay que buscar, tenerle fe a una zona y garetear. 

En búsqueda de compañeros

Para hacer esta salida llamé al guía Mauro Bittolo, gran amigo y conocedor de todos los rincones del estuario, a quien le comenté que solo quería pescar y fotografiar pejerreyes grandes. La idea era que desplegara su arte y la suerte nos acompañara. También sumé a Luis Chichi Yañez, otro gran amigo y con quien armamos equipo varias veces para lograr esta vieja experiencia. No coincidíamos en el día hasta que nos pusimos de acuerdo en un domingo de julio para hacer la nota. Cuando me pasaron a buscar llovía, y eso implicaba suspender automáticamente la pesca, pero me convencieron y fuimos hasta la guardería no sin antes pasar por Pesca del Plata en busca de carnada en bolsas, bien servidas y muy vitales. 

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Llegamos al lugar justo cuando dejó de llover, pero soplaba viento nor-noreste que no es bueno para esta pesca. Eso es lo que dice el manual imaginario del pescador, porque más tarde comprobaríamos lo contrario. Lo que era seguro era que íbamos a tener sol de frente, muy difícil para ver las boyas. Nada nos importó: cargamos todo y tomando el mando de la lancha pusimos proa hacia La Rajita para aprovechar la dirección del viento, que nos traería hacia la zona central de Playa Honda. Aminoramos la marcha, apagamos el motor, arrojamos el ancla de capa para mejorar la velocidad del garete y comenzamos a formar la calle de ceba con un bidoncito de aceite colgando de la borda. Armamos equipos eligiendo la mejor opción en colores de boyas (estaba muy difícil) y... líneas al agua. 

Utilizamos brazoladas muy cortas, no más de 25 cm de largo. Y créanme si les digo que cayeron con pique, porque apenas navegaron 15 m las boyas salieron hacia los costados sin miramientos. Mientras podíamos, vimos los piques muy cerquita de la embarcación, porque cuando se metía el aparejo en la línea del sol no se veía nada, solo esperábamos que salieran las boyas y muchas veces ya teníamos los pescados enganchados. No es lindo pescar así, pero es lo que había. 

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En busca de más pesca

El cielo volvió a cubrirse de nubes y nos movimos unos kilómetros en busca de otras opciones, pero veníamos pescando muy bien. Nuevamente, líneas al agua y la última boya que marca algo muy sutil con el clásico bulo debajo de la línea. Hasta la cola del pejerrey vimos en superficie. Sobrevino ese momento en el cual uno no sabe cuándo clavar pero sí está seguro de que se trata de un ejemplar, de los buenos. 

Me decidí, cerré el pick up del reel y tras una clavada certera observé el espumón blanco a unos 30 m y la corrida lateral de un pejerrey muy grande que pudimos contemplarlo una vez agarrado con el copo. ¡Tremendo pescado! 

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Así se fueron dando de los buenos, todos tuvimos la oportunidad. Mauro que clavó a distancia y trajo un doblete de pescados de 48 / 50 cm. Y Chichi que no se quedó atrás y pinchó uno de 52 cm bien gordo y combativo. En cada una de las capturas mirábamos el cajón y si bien no nos sorprendía el tamaño, no podíamos creer la cantidad de buenos pescados que estábamos cosechando. Siempre terminamos diciendo lo mismo, pero es realidad que al Río de la Plata se lo castiga tanto con los residuos, como con las palabras y con las redes, pero nunca falla, siempre nos da una oportunidad y nos devuelve la fe. Este es el momento de los pejerreyes gigantes del estuario. 

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Julio Pollero

Julio Pollero

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