Saturday 14 de December de 2024
PESCA | 05-06-2018 08:30

Los pejerreyes se activan en Chis Chis y Las Tablillas

Con la llegada de mayo, estas concurridas lagunas empezaron a entregar el trofeo más esperado de esta época del año.
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En esta oportunidad relevamos dos de las lagunas más visitadas durante todo el año por los pescadores deportivos: Chis Chis y su vecina Las Tabillas, que forman parte del grupo de Las Encadenadas de Chascomús. Están separadas por un canal de acceso, que pudimos transitar fácilmente con nuestra embarcación debido a que la gente del pesquero La Amistad, junto a los guías de la zona, tuvieron la buena idea de marcarlo con banderines. Si bien el verano pasado fue de muy pocas lluvias, por suerte no se vio afectado su caudal de agua. La laguna Chis Chis está comunicada mediante una compuerta con Las Barrancas, por la cual a principio de año comenzaron a ingresar gran cantidad de bagres blancos de mediano porte. Lo comprobamos cuando vimos arquearse nuestras cañas telescópicas y pensamos que habíamos pinchado un gran matungo, pero no, venía prendido un bigotudo.

 

 Un par de días antes de la salida recibí el llamado del guía Martín Delalo, de Excursiones de Pesca El Pique, invitándome a relevar ambas lagunas junto a su amigo Nicolás, ya que la temperatura comenzó a bajar, aunque no mucho, y empezaban a activarse los pejerreyes más grandes. Mayo empezó complicado por las lluvias, suspendimos varias salidas hasta que dijimos: “Lluvia, no te tenemos miedo, vamos igual! Piloto, botas de goma y a pescar”.

 La hora del encuentro era a las 5:30 am de un día de semana, queríamos toda la laguna para nosotros (cuantas menos embarcaciones en el agua, mejores resultados). Arrancamos el viaje desde zona oeste del GBA con una tormenta eléctrica increíble pero las ganas de pescar intactas. Sólo dos horas nos separaban del pesquero, previa parada para conseguir unas muy buenas mojarras en Carnadas El Katu, lugar al que la lluvia todavía no había llegado.

En zonas bajas y de juncales

 

En el Kilometro 144,200 de la Autovía 2 está la entrada al pesquero, tan sólo 100 m de camino y ya estábamos al pie del trucker, previo saludo a la gente del lugar que, desde muy temprano todos los días, recibe visitantes de diversas zonas. Nos tomaron los datos personales antes de embarcar y comenzamos a cargar la lancha, mirando de reojo al cielo muy cargado pero sin lluvias todavía.  

La idea de Martín era arrancar hacia Las Tablillas, ya que tenía el dato por salidas anteriores, de que el peje grande había que buscarlo en zonas bajas y de juncales. En media hora de navegación estábamos en el área elegida, anclamos y comenzamos a probar con brazoladas de 15 cm. Tuvimos algunas respuestas de pejes juveniles, otros medianos y muchos bagres blancos que nos engañaban prendiéndose a nuestras mojarras y arqueando las cañas como un gran flecha del plata. Para este entonces, a media mañana, ya había comenzado a llover pero, lejos de desanimarnos, nos dio más ganas de seguir buscando el pique.

 Como la zona era muy baja, decidimos movernos hacia La Pecera, otro lugar de buen rendimiento. Buscamos los claros para poder realizar los lances y tampoco tuvimos suerte. Volvimos a movernos cruzando la vieja compuerta con mucho cuidado para no golpear el motor. Seguíamos teniendo piques de pejerreyes pero no aparecían los grandes, esos que ansiábamos tanto, así que retomamos el canal para ingresar alrededor de las 14 a la laguna Chis Chis.

Robustos y peleadores

Realizamos un garete desde la punta del Morro hacia la bahía, debido a que teníamos fuerte viento del sector noreste. Cambiamos de lugar, llegando a la boca del canal de acceso a la laguna Adela y, desde ese sector, emprendimos el garete. La lluvia y los fuertes vientos (por momentos calculamos de 20  km/h) no cesaron durante todo el día pero, con un buen equipo de lluvia y estando bien acompañado, es una experiencia que recomiendo. Realizamos cuatro largos garetes y ¡ahí sí! Pudimos dar con los grandes pejerreyes de esta laguna, con portes de 43 cm. Increíblemente peleadores, muy robustos y bien alimentados, ofrecen una muy linda lucha. Aproximadamente a las 17 decidimos levantar cañas. El cielo estaba cada vez más negro y había que estar a las 18 de regreso.

Volvimos navegando bajo la lluvia, con esa hermosa sensación que permanece después de un buen día de pesca. Quedarte con ganas de más y  ya estar pensando “¿cuándo puedo volver?”.

El lecho de Chis Chis es de lodo y muy plano, ideal para garetear inclusive con mucho viento, utilizando el ancla apoyada en el fondo y ayudado con un muerto, así podemos regular la velocidad a nuestro gusto. Sus bordes poseen zonas de juncales y algunas riberas presentan pequeñas barrancas de pocos metros. Cuenta con un promedio de 5 a 6 m de profundidad en el centro. Estas aguas tienen gran cantidad de nutrientes en suspensión, motivo por el cual el pejerrey es muy robusto y peleador al momento de tomar la carnada, y también nos juega en contra ya que lo hace muy celosamente, casi imperceptible, por eso es necesario utilizar líneas tramposas para evitar ofrecerle resistencia.

Con respecto a Las Tablillas, su fondo es de mucha vegetación y ramas, lo que permite que podamos elegir un lugar, algún claro o juncal, para anclarnos a pesar del intenso viento; contraria a la anterior donde es imposible que el ancla se fije al fondo pues su zona más profunda es de 3 m. En ambas lagunas es necesario que el viento esté activo para oxigenar el agua, de lo contrario el pique de pejerrey merma y aparecen los dientudos. Un detalle que me enseñó el guía es a no tirar al agua las mojarras que sacamos de los anzuelos cuando pasaron varios minutos sin tener pique, y menos cuando gareteamos, porque inmediatamente se llena de gaviotas para alimentarse, algo que molesta a los pejerreyes que están comiendo en superficie, espantándolos. Tampoco es necesario en un ambiente cerrado utilizar ceba, ya que  lo único que logramos es activar a los dientudos y los pejerreyes juveniles.

Equipos y carnada

Utilizamos cañas telescópicas de 4,20 m, reeles frontales cargados con multifilamento de 0,18 mm y líneas con boyas livianas en distintos colores. Los más rendidores fueron verde limón, combinado con negro y naranja; y las españolas con una pequeña trampa corrediza de 20 cm en la madre. Martín acostumbra a armar las líneas tramposas usando las boyas chupetonas fijas a la madre y las que están tramposas son las pequeñas boyas yo-yo, con su brazolada de no más de 15 a 25 cm que trabajan libres y no ofrecen resistencia al pique. Yo había llevado las clásicas que compramos en las casas de pesca y, si bien tenía muchos piques, se me complicaba pincharlos hasta que comencé a mirar de reojo las líneas de mis compañeros y ahí me di cuenta del error. Ellos daban por sentado que iba a tener las mismas líneas, así que me dieron un par de distintos colores y ¡ahí si nos pusimos a la par pinchando flechas!

Otro detalle a tener en cuenta es utilizar un puntero casero hecho con una boya yo-yo, de no más de 25 cm, al cual le agregamos un par de rotores giratorios con dos brazoladas, la primera de 20 cm y la segunda de 40. Es lo que hace la diferencia: la mayoría de los matungos venían pinchados. Con respecto a los anzuelos, con utilizar Nº 2/0 esta más que bien; tal vez, si usamos 1/0 nos jugamos a perder unos cuantos piques. La carnada preferida es la mojarra viva mediana, pinchada de cola a cabeza.

Realmente fue una jornada más que interesante y divertida. Haciendo caso omiso al pronóstico disfrutamos la pesca en un día de semana, con pocas embarcaciones y mucha paz. Cumplimos el sueño del pibe: toda la laguna para nosotros.

Aunque lo fundamental para no fallar es contar con un buen guía, que conozca al detalle cada rincón y que, moviéndonos por todo el espejo, nos lleve a dar con el ansiado trofeo, tal como nos pasó con Martín quien, aún sabiendo que no era el mejor de los días y que la temperatura del agua no había bajado, nos auguró una muy buena jornada de pesca, en lo que fue el reflejo de lo que se viene en estas dos clásicas lagunas del corredor de la Autovía 2.

Nota completa en Revista Weekend del mes Mayo 2018 (edicion 549)

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Daniel Rodríguez

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