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MOTOR | 03-11-2017 13:02

Cómo mejorar la visión nocturna durante la conducción

El cansancio, la niebla y la lluvia suman factores de riesgo al esfuerzo que implica la conducción en la noche. Cómo contrarrestar sus efectos.
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Conducir un auto al anochecer o en noche cerrada por rutas

desconocidas no es sencillo. Con calles poco iluminadas se exige de

la vista un gran esfuerzo. Si se suma cansancio, lluvia o niebla se

hace difícil vislumbrar los carteles indicadores, el conductor

reacciona más lentamente, el riesgo se acrecienta.

«El 90 por ciento de la información que necesitamos para conducir un

auto es percibida por la vista, los ojos son la ventana hacia la

seguridad de manejo», dice Thomas Wagner, psicólogo especializado en

cuestiones de tránsito automotor. En la oscuridad y con escasa

visibilidad bajo condiciones lumínicas cambiantes se requiere de los

ojos una adaptación constante, lo que lleva inevitablemente a tiempos

de reacción más lentos. «Quien ve mal también estima mal las

distancias, con lo la aumenta la inseguridad», explica Wagner.

Tres factores contribuyen a ello. En primer lugar está el ser humano

que se encuentra el volante y su capacidad de rendimiento,

condicionada por la edad y su entrenamiento en el manejo. En segunda

instancia, la situación específica, determinada por las condiciones

de luz y el estado de la ruta transitada. Y finalmente, los demás

participantes del tráfico, sean automovilistas, peatones o incluso

animales.

«Quien conduce de noche va en contra de su reloj biológico», dice

Matthias Graw, presidente de la Asociación Alemana de Medicina del

Tránsito. El cuerpo está prefigurado para descansar en esas horas.

Especialmente quienes tomen medicamentos por la noche deben controlar

con su médico si pueden lanzarse a la ruta de noche. Muchos

medicamentos tienen efectos somníferos. Los analgésicos con morfina

por ejemplo achican las pupilas y restringen por tanto la capacidad

de ver en la oscuridad.

Un efecto similar se produce con las cataratas. «Se trata en este

caso con un enturbiamiento de la retina. Es un proceso paulatino que

a veces no se nota en sus comienzos», dice Graw. Todos los

automovilistas deberían controlarse la vista periódicamente, a más

tardar a partir de los 50 años, aconseja el experto. «Con cataratas

se tiene una percepción de mayor encandilamiento, lo que lógicamente

conduce a situaciones de riesgo en particular de noche», explica. Las

técnicas de cirugía actuales permiten eliminar las cataratas con

rapidez y efectividad.

También hay que ser prudentes con el uso de las gotas para ojos:

«Algunos de estos preparados generan una ampliación de las pupilas,

lo que implica un mayor encandilamiento en la penumbra del anochecer

o en noche cerrada.»

La ceguera nocturna es en tanto una afección a la vista que no tiene

tratamiento. Los ojos no se pueden adaptar a la oscuridad.

Frecuentemente se trata de una característica congénita, pero también

puede aparecer en cualquier momento de la vida. Normalmente no se

detecta en un primer control de la vista.

También hay que tener en cuenta el deterioro paulatino de la

capacidad de visión con la edad. Quien tiene un 100 por ciento de su

potencia visual a los 20 años sólo dispondrá en promedio de un 74 por

ciento a los 60.

Los asistentes de conducción nocturna que se ofrecen con algunos

modelos de Audi o BMW, por ejemplo, pueden ayudar a manejar en la

oscuridad. Estos sistemas se basan en cámaras de captación térmica

que pueden reconocer objetos más allá de la distancia iluminada por

los faros. Si un animal cruza la ruta a 300 metros por delante del

auto aparece marcado en rojo en una pantalla en blanco y negro,

explica Michael Crusius de Audi. Del mismo modo detectan un árbol

caído que bloquea la ruta.

Wagner tiene una mirada escéptica sobre la utilidad de estos

asistentes de manejo. Confiando en ellos, los conductores jóvenes

podrían ser llevados a tomar mayores riesgos. «Los mayores en tanto

suelen justamente ser más prudentes en situaciones adversas y

entonces disminuyen el riesgo», dice el psicólogo. Hay algunos

recursos sencillos para mejorar la situación de baja visibilidad. Uno

de ellos es procurar que los vidrios estén limpios por dentro y por

fuera, a fin de evitar la dispersión de la luz a través de puntos de

suciedad, que provocan encandilamiento.

Ni los asistentes de conducción ni los sistemas lumínicos más

modernos pueden ayudar si el automovilista no mantiene los ojos

abiertos. Una breve siesta en el camino puede permitir una

recuperación de la visión nocturna. Graw recomienda el denominado

«test del llavero»: «Si no es posible un descanso prolongado puede

servir rápidamente recostarse en el asiento reclinado, tomar un

llavero en la mano, cerrar los ojos y ceder al cansancio. Si las

llaves caen de la mano se habrá alcanzado la fase del sueño

profundo.» El café que complementa esta fórmula debe tomarse antes de

la siesta, ya que la cafeína comienza a tener efecto en el cuerpo

entre 30 y 40 minutos después de su ingesta.

Pero los que manejan habitualmente de noche pueden obviar esta

siesta. «El cuerpo se puede adaptar totalmente al horario nocturno si

se hace habitual», dice Wagner. Lo que se hace más difícil es el

cambio constante entre día y noche. «El punto crítico se encuentra

habitualmente entre las 3 y las 4 de la madrugada, que es cuando nos

encontramos en un momento de relajamiento biológico. Es la hora menos

recomendable para manejar un auto.»

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Andy Meek

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