Una familia de San Pedro, provincia de Buenos Aires, fue protagonista de un inesperado y muy valioso hallazgo arqueológico al encontrar varios huesos fosilizados enterrados en el fondo de un pozo que unos albañiles estaban cavando en el fondo de su vivienda que estaban refaccionando.
Sorprendidos por el inesperado hallazgo, inmediatamente la familia compuesta por Alexis Cáceres, Adriana Olivera y por su pequeño hijo, Ringo, llamó a La Radio 92.3 para ponerlos al tanto del tema. Y, éstos, a su vez, trasladaron la curiosa noticia a los especialistas del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres” de esa ciudad bonaerense, quienes, en cuestión de minutos se hicieron presentes en la casa de los Cáceres.
Una vez allí, y tras estudiar minuciosamente el pozo de unos 5 metros de profundidad y poco más de un metro de ancho, los especialistas descendieron con la ayuda de una soga y de unos escalones que cavaron en la pared del pozo. Y, así, tras una primera limpieza de los huesos que había en el lugar, determinaron que pertenecían a un perezoso gigante de más de 1.000 kilos de peso.
La capa de sedimentos de color pardo donde fueron descubiertos los restos del perezoso se formó a principios de la edad Lujanense, que transcurrió entre hace aproximadamente unos 140.000 a 10.000 años. Y, teniendo en cuenta la posición del fósil en el perfil del terreno donde fueron encontrados, los especialistas aseguran que este perezoso data de unos 100.000 años de antigüedad.
“No siempre se cava un pozo en el patio de tu casa y te encontrás con un perezoso fósil!”, comentó José Luis Aguilar, director del mencionado museo sanpredino, al diario Jornada.
“Sin dudas, los fósiles corresponden a uno de los géneros de grandes perezosos terrestres que se extinguieron a finales del Pleistoceno, principios del Holoceno. En este caso, creemos que se trata de restos de un glosoterio (Glossotherium robustum), animales que poseían un denso pelaje, sus manos estaban equipadas con garras poderosas y su cuerpo era de unos 3 metros de longitud”, agregó Aguilar.
Como todos los géneros de perezosos que se desarrollaron en la prehistoria sudamericana, estos perezosos eran herbívoros, y su alimento principal eran las hojas y los tallos de las plantas de mediana altura que había en la región pampeana.
“En el caso de este ejemplar descubierto de forma casual por la familia Cáceres, pudimos extraer una de las garras, un molar del maxilar superior; algún hueso fragmentado de una de las extremidades y unos 30 huesillos dérmicos, llamados osteodermos, que estos animales desarrollaban en el interior de su piel como método de defensa”, concluyó Aguilar.
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