La Cámara Ámbar, considerada como la octava maravilla del mundo por su lujo y belleza, fue mandada a construir originalmente por el primer monarca prusiano, el Rey Federico I, en el palacio de Charlottenburg, en 1701. El proyecto quedó en manos de los mejores arquitectos y escultores barrocos Ernst Schact y Gottfried Turau de Danzig, quienes diseñaron una sala de 16 m2 recubiertos de ámbar tallado, oro, piedras preciosas y espejos.
50 años hablando de armas
En 1716, la gran obra de arte fue obsequiada al zar Pedro El Grande, como un gesto de cooperación y con el fin de afianzar las relaciones entre Rusia y Prusia contra Suecia. El zar la hizo reinstalar en la residencia de verano, el Palacio de Catalina (foto abajo), cerca de San Petersburgo
En los siglos posteriores, los descendientes de Pedro renovaron la sala significativamente y la ampliaron; cuidándola y transformándola en un impresionante espacio de más de 100 m2, cubierto con seis toneladas de ámbar, decorado con paneles de oro y piedras preciosas.
Desaparición y búsqueda
Desafortunadamente, durante la Operación Barbarroja en el año 1941, la Alemania nazi procedió al saqueo de diversas obras de arte, entre ellas la famosa Sala Ámbar, la que fue desmantelada y trasladada al castillo de Königsberg en lo que era el estado alemán de Prusia.
Cuando la Unión Soviética decidió atacar Alemania en 1945, sus soldados estaban obligados a buscar la Sala de Ámbar. Sin embargo, después de ser rastreada, el resultado oficial fue que no encontraron la habitación: había desaparecido.
Hay muchas versiones acerca de lo que pudo ocurrir en aquellos tiempos. Algunos suponen que la obra ardió durante los bombardeos de 1945. Según otra versión, la habitación sigue enterrada en algún lugar subterráneo del castillo, demolido finalmente por los soviéticos en 1969. Pero, de ser así, los expertos creen que lo más probable es que ya haya desaparecido, porque el ámbar necesita una temperatura determinada para mantenerse y, si siguiera bajo tierra, estaría muy deteriorado.
Otras teorías suponen que, antes de los bombardeos, los nazis lograron rescatarla y esconderla en algún búnker, aunque otros creen que se perdió en un naufragio.
Hay incluso hay hipótesis de aquellos que consideran que todavía se puede encontrar la Cámara de Ámbar; dicen que los nazis la desmontaron y la enviaron en barco a algún lugar de Alemania, cuando se dieron cuenta de que la derrota era inevitable. Otros investigadores afirman que se trajo secretamente a América latina durante la huida masiva de nazis que llegaron al continente después de 1945. A pesar de los esfuerzos por encontrarla, al día de hoy sigue siendo un misterio su paradero.
La reconstrucción
En 1981, escultores y restauradores rusos pusieron manos a la obra para reconstruir la obra maestra perdida en el Palacio de Catalina, localizado en la Villa de los Zares de la ciudad de Pushkin. El meticuloso trabajo tomó más de 20 años, con un costo superior a los 11 millones de dólares, y la sala finalmente fue inaugurada con motivo del tercer centenario de la ciudad de San Petersburgo. En la actualidad, permanece abierta al público (en tiempos normales) y su interior se conserva a la perfección para deslumbrar a sus visitantes con una muestra de lujo, opulencia y belleza sin límites.
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