Un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) está llevando a cabo una investigación sistemática e integral acerca del arte rupestre que se encuentra en las montañas que rodean al centro urbano arqueológico Tastil, Salta, donde existió la aldea prehispánica más extensa de lo que actualmente es la República Argentina.
Ubicado a 3.200 metros sobre el nivel del mar, en la llamada pre-puna, 100 kilómetros al oeste de la ciudad de Salta, se estima que las piedras grabadas que se esparcen en Santa Rosa de Tastil rondan aproximadamente las 8.000, una colección enorme que los investigadores mexicanos intentarán mapear través del bautizado “Proyecto Arte Rupestre Tastil” que cuenta con el apoyo de la Dirección de Patrimonio de la provincia de Salta y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Además, en este gran desafío arqueológico de interés mundial también colaboran artistas plásticos y arqueólogos de las universidades nacionales de Córdoba y de Salta, como así también de la Universidad de Sevilla, España, de la Fundación Grupo El Abra y de representantes del Museo de Sitio Tastil, quienes estiman que el estudio demandará unos cinco años.
Según explicaron los especialistas durante el IV Coloquio Virtual Boca de Potrerillos- espacio que el Centro INAH de la localidad de Nueva León destina a la promoción y divulgación de estudios sobre esta clase de manifestaciones culturales indígenas-, el objetivo principal del bautizado “Proyecto Arte Rupestre Tastil” es poder ahondar en la gran cantidad de petroglifos que se encuentran dispersos en las cimas de, al menos, 11 cerros que se encuentran por encima de los 3.200 metros de altura sobre el nivel del mar y que están conectados con el antiguo asentamiento que tiene 17 hectáreas de superficie.
Si bien hasta el momento, el registro puntual se realizó en las zonas de Corral Negro, El Duraznito y Los Canchones, el proyecto también incluye a las regiones de Abra Romero, Agadita, Cerro del Medio, Cerro Negro, Cortaderas, El Bordo, La Covacha y Loma Negra.
“Estamos en la fase inicial del proceso de registro, pues no contamos aún con estadísticas puntuales sobre las técnicas y estilos usados en los diseños, algunos más esquemáticos y otros más naturalistas; la cantidad y la tipología de figuras que se concentran en cada uno de los bloques”, explicó el arqueólogo del INAH, Luis Alberto Martos López.
“En el último año y medio se han documentado 3.400 bloques con petroglifos, muchos de ellos con representaciones de camélidos, escenas de caravaneo y de pastoreo, en las que también aparece el llamado camayoc o cuidador de llama, Quienes imprimieron estos motivos gráficos convirtieron a la zona en un importante centro comercial y ceremonial, cuya vida giraba alrededor del tráfico de caravanas de animales de carga, principalmente llamas, inclusive en periodos preincas (600 a.C. /1000-1450 d.C.)”, concluyó el especialista.
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