Un águila que no se veía desde 1780 reapareció en medio de la pandemia

No es noticia que durante la cuarentena casi mundial la naturaleza parece haber ganado terreno: por la menor polución se ven rascacielos y estrellas donde siempre se vivió en tinieblas a causa del smog; debido a la menor densidad de gente en las calles, la fauna salvaje se acercó de visita a las ciudades: jabalíes, venados y liebres pastaron en parques y plazas; los peces recuperaron varios cauces perdidos, a tal punto que se los vieron en el Riachuelo y en varios riachos a priori contaminados. Cómo será la recuperación del planeta que en Venecia el agua se transparentó de tal manera que por estos días se ve el fondo de los canales. Absolutamente nadie hubiera pensado que esto sería posible alguna vez antes del Coronavirus.

Tampoco se esperó que especies que se creían desaparecidas regresaran a la vida. Es como si saliéramos a la calle y viéramos un dinosaurio. Algo similar –aunque no tan extremo– ocurrió: los habitantes del Reino Unido pudieron avistar por primera vez en 240 años las águilas de cola blanca.

La cadena británica de noticias BBC explicó que el espectáculo natural fue posible dada la ausencia de circulación de peatones en las calles a causa del confinamiento obligatorio por la pandemia. Entonces, al sentirse menos amenazados, los ejemplares empezaron a ocupar espacios urbanos poco posibles en otros tiempos.

Video filmado en 2011 en el Bird of Prey Centre que pone en evidencia el tamaño del águila blanca.

Las águilas de cola blanca son una especie en vía de extinción, reintroducidas el año pasado en la Isla de Wight como parte de un proyecto liderado por la agencia gubernamental Forestry England y a la fundación Roy Dennis Wildlife. Cada animal posee un equipo similar a un GPS que permite analizar su evolución y rastrear su recorrido. Así se supo que cuatro de seis ejemplares estudiados están haciendo vuelos de más de 160 kilómetros.

El hecho de observarlas en tan poco frecuente que uno de los especialistas de Roy Dennis Wildlife Foundation publicó en sus redes: “Si tenés la suerte de ver un águila de cola blanca sobre tu casa o jardín, por favor reportalo, pero recordá quedarte en casa en ese momento”.

También conocidas como águilas marinas, se trata de aves que pueden tener una longitud de 69 a 92 cm y una envergadura de hasta 2,50 m (con sus alas abiertas). Las hembras son de mayor tamaño que los machos, y pueden llegar a pesar entre 4 y 7 kg. Tiene alas amplias, una cabeza grande y un grueso pico “carnicero”. Los adultos son principalmente de color marrón, excepto por su cabeza y cogote más pálido, y poseen una distintiva cola blanca, con pico y patas amarillos. La cola y el pico en su estadio juvenil son más oscuros, mientras en la edad subadulta la cola se torna blanca con una franja oscura en su terminación. Se consideran sexualmente maduras hasta los 5 o 6 años de edad, pero su éxito de reproducción es bajo. Si logran poner un huevo, ambos padres lo incuban entre 35 y 46 días. Se alimentan principalmente de peces, aves marinas (patos, gansos, cisnes) y mamíferos (conejos y liebres; también carne de carroña). Están catalogadas como las más grandes que se pueden encontrar en Reino Unido y no se las había visto volar desde 1780, lo que ahora fue posible gracias a su reintoducción.

Geográficamente, el águila de cola blanca habita en el norte de Europa y de Asia, aunque la población más grande se encuentra en Noruega. Si bien su presencia se extendía por todo el sur de Gran Bretaña, su persecución y caza a partir de la Edad Media la llevaron a la extinción por todo Inglaterra a principios del siglo XIX. La última pareja reproductora que se crió en este país antes del proyecto de Forestry England fue en 1780, en Culver Cliff, en la Isla de Wight.