Recuperar los perdidos paraísos naturales del planeta no fue nunca una tarea fácil, pero hay ejemplos concretos que muestran un camino a seguir. “Los grandes programas de conservación, al igual que cualquier disciplina científica, comienzan con una era heroica. Unos pocos individuos tiran del carro arriesgándose al fracaso y el daño de su seguridad y reputación”, decía el naturalista y conservacionista E.O. Wilson.
Naturaleza y aventura
Un ejemplo emblemático se dio en una vasta región de Sudáfrica, formada por bosques, sabanas arboladas, pastizales y humedales. Esta diversidad de hábitats albergaba en tiempos históricos una de las mayores concentraciones de fauna silvestre del planeta: millones de cebras, ñúes, búfalos y otros grandes herbívoros se movían en grandes manadas. Esta naturaleza pródiga permitió la prosperidad de grupos nativos como los tsonga o los zulúes. Pero este paraíso empezó a destruirse a finales del siglo XIX, cuando terminó la guerra entre los ingleses y los zulúes. El Imperio Británico se anexó estos territorios y comenzó a recluir a sus habitantes en “reservas”, entre comillas porque, en realidad, eran tierras marginales y las zonas expropiadas más productivas quedaron para los granjeros de origen europeo. Entonces la gran cantidad de nativos empujados a estas áreas poco fértiles no tuvieron más alternativa que quedarse o irse a trabajar en minas o ciudades.
Paralelamente, una gran parte de la fauna silvestre fue exterminada de forma deliberada, con la idea de implantar razas importadas para la ganadería. Pero este ganado europeo no encontró su lugar, por el contrario, no prosperó en un ambiente que le resultaba hostil. Para fines del siglo XX, el antiguo paraíso se había convertido en una de las regiones más pobres, con más del 80 % de sus pobladores viviendo bajo la línea de pobreza. El acceso al agua era limitado y varias enfermedades infecciosas se volvieron epidemia.
Más aventuras en la naturaleza
Turismo medioambiental
Durante las décadas de los ‘80 y ‘90, un hecho motivó la gran movilización de organizaciones y ciudadanos, entre los cuales se encontraba Nelson Mandela: querían salvar un área amenazada por un proyecto de explotación minera, que incluía la reserva de Vida Silvestre del lago St. Lucia, establecida en 1895 y una de las más antiguas del continente. Después de una larga batalla se pudo parar la amenaza y comenzar un proyecto de desarrollo alternativo basado en el turismo de naturaleza. Las pequeñas reservas creadas en el pasado colonial no resultaron suficientes para contener los tesoros naturales de la región, así que se unificaron y se agregaron nuevos territorios para crear, en 1999, el Parque de Humedales de Isamangaliso, de 332.000 hectáreas.
También a principios de los ‘90 un grupo de empresarios compró dos granjas adyacentes a este parque con una idea que era revolucionaria: restaurar los ecosistemas funcionales y no sólo financiar el proyecto a través del ecoturismo, sino convertirlo en un negocio rentable, además de generar nuevos empleos y otros beneficios para los habitantes de la región. La reserva privada se llamó Phinda, que significa retorno en idioma zulú. La visión de esos pioneros era mayor, querían crear un modelo para otros propietarios de tierras en África, donde la restauración y la conservación resultase un mejor negocio que la producción ganadera o la agricultura que habían traído los colonos europeos. Ese plan a gran escala se llamó Conservation Corporation Africa.
Llevar a cabo este sueño no fue nada fácil y todavía hay problemas por resolver. Pero hoy, en esta región, hay seis lodges dedicados a los safaris de avistaje de fauna. En una variedad de siete hábitats se pueden ver jirafas, búfalos, impalas, rinocerontes, elefantes, guepardos y leones. Y para la población nativa se generan al menos cuatro veces más empleos que con las antiguas granjas agrícolas y ganaderas.
Renovando la naturaleza
El biólogo español Ignacio Jiménez Pérez lleva más de 20 años coordinando y analizando planes de conservación de naturaleza en España, Sudamérica, América Central y África. Estudió de primera mano el plan sudafricano de Phinda y, en los últimos años, trabajó para Conservation Land Trust (CLT) Argentina en la creación del Parque Iberá, la restauración de especies localmente extintas en la región y la generación de un destino ecoturístico que sirva como principal fuente de empleo para las comunidades vecinas al parque.
“Nuestra tarea consiste en mantener y/o restaurar ecosistemas naturales con la mayor parte posible de sus componentes originales –comienza explicando Ignacio–. Y generando los máximos beneficios y apoyos por parte de la sociedad a través de procesos públicos gestionados por equipos adecuadamente capacitados, motivados y liderados. El término Producción de Naturaleza, cuyo significado es equivalente a otros que buscan unir la conservación con los intereses amplios de la sociedad, surgió como una necesidad personal. Creo que es un término menos frío y cercano a la gente normal que, por ejemplo, biodiversidad. Genera un mensaje integrador poderoso y en los más de diez años que llevo trabajando en Iberá, para mi sorpresa ese mensaje funcionó espectacularmente”, remata.
En la producción de naturaleza, tiene una importancia fundamental el rewilding, una palabra que tiene una difícil traducción a la lengua castellana. Su mejor versión podría ser resilvestrar, la intención de volver un ecosistema a su estado salvaje. El concepto nace como un paso más allá del conservacionismo, como un peldaño superior en la ambición por recuperar en forma significativa el esplendor de un sistema natural. Toma a los grandes mamíferos como figuras más representativas al entender que su existencia o presencia, por su mayor requerimiento de espacio y por su mayor capacidad a la hora de modelar el paisaje, producirán un efecto cascada que restablecerá el ciclo de la vida, el círculo ecológico, con todos sus eslabones y nichos, garantizando la supervivencia y existencia de todas las especies menores. Actualmente la estancia Rincón del Socorro es la base principal del rewilding, no sólo la más importante de la Argentina sino la más grande de toda América, y la segunda en todo el mundo después del de Sudáfrica.
El hombre, artífice del rescate
Socorro es la reserva de CLT donde está más avanzado el programa de reintroducción de mamíferos. Cuenta con poblaciones restauradas de oso hormiguero, venado de las pampas, tapir y pecarí de collar. De hecho, es el único lugar de la Argentina que alberga a estos cuatro mamíferos. Además, en Rincón del Socorro son abundantes los carpinchos, ciervos de los pantanos, corzuelas, monos carayás, zorros y vizcachas; y hasta es posible avistar al raro aguará guazú/lobo de crin, o al lobito de río.
En la vecina laguna Iberá se puede observar a la anaconda amarilla o curiyú, pariente de la gran serpiente amazónica. Y el proyecto más ambicioso de CLT se está llevando a cabo en otra reserva, la de San Alonso, donde funciona el Centro Experimental de Cría de Yaguretés (CECY). Allí se trabaja en la reintroducción de una especie emblemática para Corrientes y que había desaparecido de la provincia.
Nota completa en Revista Weekend del mes de Febrero, 2019 (edicion 557)
Comentarios