Si partimos de la premisa de que cualquier mochila vacía es confortable, lo correcto es cargarla en casa con todos los elementos habituales para una salida y aflojarle cada una de las tiras, para luego proceder al ajuste. De poder optar por algún modelo en especial, además de evaluar el volumen, elegir los de correas anchas y acolchadas. La densidad de las hombreras también es importante, sobre todo en los ejemplares de gran capacidad: las de baja consistencia se arrugan con facilidad en la parte de las axilas y lastiman la piel. Una vez calzada la mochila y ya con todo el correaje flojo, lo correcto es comenzar a ajustar las correas desde abajo hacia arriba, empezando por la cadera y terminando por los tensores de hombros. Veamos qué función cumple cada cinta.
Ajuste dorsal: son las tiras que se utilizan para adecuar la mochila a la longitud del tronco del usuario. Si la regulación está mal efectuada, una de las posibles consecuencias es la sobrecarga de los hombros, que se sentirá al poco tiempo de andar.
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Riñonera: tal vez sea la pieza más importante de las mochilas medianas y grandes. Su función principal es transferir el peso de la carga a la zona de la cadera. Lo importante es que sea regulable y cuente con hebillas de cierre sólido. Algunas mochilas pequeñas también incorporan riñonera. En estos casos, el objetivo no es transferir el peso, sino estabilizar la carga al momento de escalar o transitar terrenos accidentados.
Estabilizadores laterales: están ubicados a los lados de la riñonera, y son los encargados de controlar el movimiento lateral de la mochila. Lo correcto es ajustarlos luego de hacer lo propio con la riñonera.
100 campings seleccionados, segunda parte
100 campings seleccionados, primera parte
Hombreras: conforman el sostén principal de la carga. Si las hebillas de regulación están ubicadas en la base de la mochila, para lograr ajustarlas hay que tirar hacia arriba del extremo libre de la correa. Y la inversa, si se sitúan en el extremo superior. Lo correcto es sentir que la mochila no queda como una bolsa caída.
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Estabilizadores superiores: en general, se ubican por sobre la hebilla de la hombrera (a la altura del cuello). Su función es mantener la mochila cerca de la espalda. Mediante estas correas algunos modelos permiten reajustar la altura una vez efectuada la regulación dorsal (lo ideal es que la mochila se mantenga unos centímetros por encima de los hombros).
Estabilizador pectoral: es el que evita que las hombreras se desplacen hacia las axilas. Además, ayuda a “tironear” la carga hacia adelante en terrenos accidentados, aliviando los hombros. Cintas de compresión lateral: su ajuste no influye en el calce de la mochila, sino que más bien está ligado con la compresión de la carga, cuando el compartimiento es grande y va medio vacío. Lo ideal ante situaciones de este tipo es concentrar la carga cerca de la espalda, achicando el espacio muerto.
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