Nada nos detiene. Por eso, a pesar de las bajas temperaturas un viaje de tres días se puede realizar igual, pero con los debidos resguardos. Varias son las diferencias del mismo recorrido si lo realizáramos con calor: abrigo, alimentación y las escasas horas de luz, por lo que la planificación previa es determinante, sobre todo si vamos a acampar.
El itinerario propuesto tiene la ventaja de pasar por localidades importantes con servicios de hotelería y campings, siendo apto para bikers de nivel medio. Una vez definido si dormimos en carpa o en otro alojamiento, ya sabemos cómo irá cargada la bici. En cualquiera de los dos casos tenemos que contactarnos previamente para reservar lugar, de lo contrario no seremos los únicos en armar la carpa en el primer bosquecito a mano.
El punto de partida que organizamos para estas vacaciones –pero que puede aplicarse a cualquier estación del año– es la ciudad de La Plata. Normalmente se viaja con las bicis en tren, pero por las obras de electrificación los servicios no son completos aún. La variante a esta situación es buscar algún amigo que nos acerque, o bajarnos en estación Hudson y pedalear desde allí.
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MTB: revancha del downhill en Vaparaíso
Nuestro Km 0 es la plaza Moreno con su imponente basílica. Desde allí, alguna mañana tomaremos por la Av. 13, que luego se transforma en Av. Fuerza Aérea Argentina, y llegaremos al aeroclub de La Plata. Lo rodearemos por la calle 610 a lo largo de 5,40 km para arribar a la estación Arana del Ferrocarril Oeste. A partir de allí alternaremos vías muertas y camino rural por 18 km hasta la localidad de Bavio, sitio cicloturista por excelencia y a donde nuestros estómagos llegarán a los alaridos.
Hacia Empalme Magdalena
Los días son cortos y no debemos hacer mucha fiaca, porque a continuación nos esperan 23 km de tierra. Tras pasar por estación Arditi llegaremos a la Ruta 11: son solo 3 km que transitaremos por ella, pero debemos extremar los recaudos, circulando por la banquina. Al pasar por la estación Empalme Magdalena (¡foto obligatoria!) debemos doblar a la izquierda y tomar la bicisenda hasta Atalaya, a solo 5,50 km. Si manejamos bien los tiempos, podemos llegar con luz para armar la carpa y tomar unos mates antes de que el frío se haga sentir. Pero antes de todo eso: un buen elongamiento, abrigarse más y cambiarse las medias por un par seco. Después de una pedaleada de 65 km en invierno, no hay como unos buenos fideos de cena.
A la mañana siguiente debemos lubricar seguramente las cadenas, desayunar fuerte y, como el frío se hará sentir, arrancaremos caminando al lado de la bici por 500 o 600 m. Recién allí la montaremos para ir a ritmo tranquilo hasta Magdalena, donde podemos perdernos un rato sacando fotos y después ya tomar en serio por la RP20, de asfalto. No tiene mucho tráfico, pero circularemos en fila india, con las luces prendidas y con los chalecos reflectantes colocados. A los 25 km está el cruce con la RP 36, último punto de reaprovisionamiento: tenemos una estación de servicio a 300 m o podemos entrar en Vieytes a almorzar o bien comprar nuestra vianda. Luego la RP 20 pierde el asfalto, así que volveremos a nuestra querida tierra: nos espera un tramo de 60 km, que personalmente prefiero “cortar” con una parada en alguno de los puentes sobre el Samborombón y almorzar allí.
A Chascomús llegaremos justito para sacar una foto del sol hundiéndose en la laguna. Los kilómetros acumulados ya se harán sentir, por lo que una cena sustanciosa –un guiso de lentejas arrasa con todos los votos– y a la bolsa de dormir lo antes posible.
Ultima jornada: 80 km
Amaneció. Un poco de turismo por la laguna antes de comprar nuestro almuerzo y rumbearemos hasta Gándara, mitad de asfalto y mitad de camino rural. Infaltable la foto en la estación, una de las más prolijas que conozco. Con rumbo norte y por el camino paralelo a la vía nos dirigiremos a Altamirano. Con un solo boliche para adquirir algo de almuerzo, dependeremos de las compras que hayamos hecho en Chascomús (la mejor opción) o seguir hasta Jeppener, a 12 km, pero con un asfalto que le vendrá bien a nuestras piernas. La placita frente a la estación de Jeppener es una buena opción para elongar y descansar antes de encarar el último tramo.
Solo 5 km de tierra y llegaremos a la RP 29. Es conveniente circular por la banquina por el intenso tráfico vehicular. Luego de cruzar el puente sobre el río Samborombón y del cartel de la Sociedad Rural de Brandsen, podremos tomar una bicisenda a la izquierda de la ruta y llegaremos a esa localidad. Pasaremos la estación y volveremos a la tierra por el camino que nace a la derecha de la vía y luego de unos kilómetros la vuelve a cruzar.
A la pequeña Domselaar llegaremos con 65 km. Las piernas ya empezarán a acusar el kilometraje, por lo que lo ideal es comer algo dulce y elongar bien para el último tirón. Siempre bordeando la vía, y con el sol cayendo seguiremos hacia Alejandro Korn. Pero –siempre hay un pero- tendremos un dilema: en los últimos 5 km el camino se transforma en una senda pastosa y barrosa. Es divertido en condiciones normales, pero con las piernas cargadas de tres días y la bici equipada con los elementos de camping puede ser fatal. La opción sería volver a la RP 210 y transitar con mucho cuidado hasta el cruce con la RP 6, que a partir de allí tiene doble mano y una banquina amplia.
El sol ya tiene que estar acostándose en el horizonte cuando nuestros cuentakilómetros marquen 80 de parcial y 230 acumulados de los tres días. Sacando energías pegamos un pique a la estación de Korn, el eléctrico ya está en el andén… pero, ¿dónde guardé la SUBE?
Nota completa publicada en revista Weekend 538, julio 2017.
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