Friday 26 de April de 2024
ARMAS | 06-06-2023 16:00

Evolución histórica de los cascos de combate

Miembro de los sistemas de protección por cobertura en el rubro armas defensivas, estos dispositivos se usan desde la antigüedad y fueron perfeccionándose con el paso de los años y la llegada de nuevas materias primas.
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Como ya se sabe, el casco de combate forma parte de los sistemas de protección por cobertura y estos, a su vez, están comprendidos dentro de la clasificación de las armas defensivas, es decir de aquellas que tienen como función específica proteger a quién lo utiliza. La concepción y el origen del casco de combate se remonta a la antigüedad; ya desde época remotas, el hombre buscó siempre la manera de proteger su cuerpo, ya sea totalmente o en parte; los antiguos griegos y romanos, los pueblos bárbaros, los vikingos, los árabes-musulmanes que invadieron la Península Ibérica en el siglo VIII, los cruzados y los caballeros medievales, entre otros, se valieron de distintos tipos y modelos para proteger a sus combatientes y emplearon para su fabricación diversos materiales, como el cuero, el hierro, el bronce, etc.

Hasta principios del S. XVIII, el concepto de casco abarcaba no solo la protección parcial o total de la cabeza, sino también el cuello como sucedía con los denominados yelmos de las armaduras medievales. Hubo una época de transición en que cayeron en desuso, pero volvieron a surgir nuevamente a principios del siglo XX. 

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En efecto; fue durante la Primera Guerra Mundial cuando un general francés, junto a médicos que asistían a los soldados que combatían en la primera línea del campo de batalla, observaron que la mayoría de los muertos y heridos no habían sido alcanzados por disparos de armas de fuego en forma directa, sino que sus heridas mortales o graves habían sido ocasionadas por esquirlas o pedazos de metal, que eran despedidos por las explosiones de las granadas, o por las balas de cañones u obuses de la artillería enemiga. También notaron que gran parte de las heridas, se localizaban en la cabeza y/o en cuello de los soldados muertos o heridos. Hay que tener en cuenta que esa contienda fue esencialmente una guerra de trincheras, donde lo que quedaba más expuesto a la vista del enemigo, era la parte superior del cuerpo del combatiente; por eso muchos soldados improvisaban cascos para proteger sus cabezas con grandes tazones u ollas usadas para cocinar.

Al tomar conciencia de esa realidad, ese general sugirió a su estado mayor la modificación de los cascos utilizados por los bomberos franceses de la época, con el fin de que se suministraran urgentemente a las tropas de las primeras líneas de combate como elemento de protección, habiendo sido el primer ejército en obtenerlos y usarlos masivamente. Poco tiempo después, pero siempre durante esa contienda, los ingleses comenzaron a fabricar cascos de acero (denominados M -1917), como así también los alemanes y los austro-húngaros.

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Con la aparición de estos cascos modernos, las bajas se redujeron notablemente, aunque el cuello en su totalidad carecía de protección; una solución parcial fue la que adoptaron los alemanes al diseñar un modelo de casco que contaba con una solapa oblicua para la protección parcial de los laterales y zona posterior del cuello; y existía la posibilidad de colocar en la parte delantera un refuerzo adicional de acero denominado frentera.

El cambio mayor se produjo durante el período intermedio entre las dos grandes guerras mundiales, cuando los alemanes comenzaron a fabricar un casco característico basado en aquellos que habían utilizado en esa Gran Guerra, que fue de uso común durante la contienda de los años 1939-1945. Poseía una solapa de tamaño considerablemente mayor que el anterior, inclinada levemente hacia afuera (diseñada para producir el desvío de posibles impactos directos o indirectos), proporcionando de esta manera una protección mayor en la zona del cuello.

Paradójicamente, durante la década de 1970, Estados Unidos inició el desarrollo y la fabricación de un casco de avanzada, similar al alemán de la Segunda Guerra Mundial, que tenía como ventaja una mayor capacidad antibalística que éste último, con un peso igual o menor. Esos cascos comenzaron a elaborarse íntegramente con fibras para-aramidas y fueron fabricados básicamente con los mismos componentes que los chalecos antibalas modernos, con la diferencia de que se les añade un componente o aglutinante para darles extrema dureza, y protegerlos de las inclemencias climáticas y de los agentes químicos. 

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Fueron utilizados por las fuerzas militares de ese país en la invasión a Granada, en la Guerra del Golfo, en Somalia, y en Afganistán; también se encontraba en uso en Irak, desde el comienzo de la guerra. Hay que tener en cuenta que hay otras naciones que cambiaron el acero usado para la confección por la fibras para-aramida, como es el caso de los modelos israelíes y británicos, entre otros.

Darío Chiviló 

Perito forense, experto en armas y profesor instructor de tiro.

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