Friday 26 de April de 2024
4X4 | 07-08-2017 08:47

4x4 en el oro negro

Para los amantes del todo terreno, el barro es una de las superficies más divertidas y al mismo tiempo más “escasa”. Dónde disfrutarla todo el año.
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Generalmente, cuando hablamos de barro en una travesía 4x4 es porque llovió los días previos y casi siempre se presenta en obstáculos cortos, porque cuando tenemos grandes obstáculos de barro es muy difícil poder superarlos, la circulación se complica mucho y hay que utilizar técnicas de rescate para poder hacerlo. Si somos pocos, hasta puede llegar a ser divertido, pero si 15 o 20 camionetas son las que tenemos que pasar y demoramos 15 minutos o más con cada una, imagínense cuánto se puede tardar en superar un solo obstáculo.

Esta superficie es muy escasa porque prácticamente depende del clima, y si tenemos en cuenta el tiempo con el que programamos una salida 4x4, la variable climática juega un papel fundamental, porque es muy probable que si no llueve los días previos a nuestra travesía, nos encontremos con la superficie totalmente seca y el tan ansiado barro brillaría por su ausencia.

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Luego de muchos años de buscar y buscar lugares donde garantizar un buen barro que sea independiente del clima, encontramos en Ibicuy, a orillas del río Paraná, en la provincia de Entre Ríos, cerca del Cabo Santa María, la Estancia San Isidro, un campo de más de 2.000 hectáreas que antiguamente perteneció a Justo José de Urquiza y que actualmente conserva un añejo y restaurado casco construido en 1870 por su hija Cándida.

El suelo de esta estancia nos llamó mucho la atención. Aunque el piso es arenoso, está cubierto por una capa superficial de aproximadamente 30 centímetros del barro negro más puro que se puedan imaginar. Un barro permanente, muy blando, que al no ser arcilloso no rompe nada del vehículo y que además sale rápidamente con un lavado. Si mantenemos las ventanillas cerradas durante la circulación y cubrimos las alfombras con cartones, podemos decir que el recuerdo que nos queda después de una salida es una buena foto con nuestra 4x4 embarrada hasta el techo.

En el Cabo Santa María, además de encontrar una superficie muy noble, tenemos enormes tiradas de barro, en algunos casos superiores a los 2.000 metros. Asimismo, al existir debajo del barro una capa arenosa, los vehículos traccionan muy bien, haciendo realmente muy divertida la jornada. Desde que encontramos esta mina de oro negro, allá por el 2015, hicimos unas 10 travesías, invitando a los amantes del buen off road a pasar un día de campo disfrutando el mejor 4x4, con un servicio de lujo y a sólo 170 km de la Ciudad de Buenos Aires.

La última salida fue el feriado del martes 20 de junio. Asistieron 19 camionetas provenientes de diferentes lugares del país, un contingente de más de 40 personas que disfrutaron a pleno de una conducción segura en el barro. La convocatoria fue temprano. A las 9 de la mañana nos encontramos en los jardines de la estancia. Mientras compartíamos un desayuno campestre, aprovechamos los primeros minutos para hacer una profunda charla técnica explicando a los participantes la dinámica de la travesía y los tips más importantes para una buena circulación en esta superficie.

Hacia el barro

Las 19 camionetas salimos en caravana rumbo a los circuitos elegidos para la jornada, siempre guiados por el capataz de la estancia, que con su caballo nos va mostrando los diferentes lugares de paso y los niveles de los vadeos. Y también nos acompañaron bomberos rescatistas de Ibicuy, contratados especialmente en cada travesía para atender posibles accidentes. Afortunadamente, en las 10 salidas ya realizadas sólo vinieron a pasear y a comer, nunca tuvimos que requerir sus servicios profesionales. Cuando llegamos al primer circuito, los participantes quedaron atónitos. No podían creer a donde les estábamos proponiendo que metieran sus camionetas: el lugar parecía una laguna, realmente intimidaba. Una vez que nos reu- nimos todos en el ingreso, les indiqué que yo entraría primero con mi Hilux y que siguieran fielmente mi huella. Que yo encabecera la caravana tranquilizó un poco a los participantes y de a poco se fueron animando a entrar. Al comprobar que realmente se podía circular, fueron tomando confianza. Y a medida que transcurría la jornada se iban convirtiendo en expertos manejando en el barro.

La conducción debe ser ágil, a un régimen de revoluciones del motor constante, sin hacer maniobras violentas. Es importante entrar en el obstáculo moderando la velocidad, porque una ingreso fuerte puede romper partes de la 4x4. Una vez que las ruedas delanteras están en el barro, ahí sí hay que acelerar para que las ruedas giren rápidamente y su fuerza centrífuga evacue el barro del dibujo del neumático. Es muy importante dosificar el acelerador, manteniendo el régimen de revoluciones pero sin perder el control del vehículo, lo que se logra acelerando y desacelerando. Al mediodía hicimos una parada para comer un gran picada, cuando ya el hambre se hacía sentir entre los participantes. Fue un buen momento de camaradería, pero que a nuestro pesar duraría poco: el circuito continuaba y todos los presentes habían ido hasta ahí para conocer los secretos del oro negro.

La sorpresa final

Luego de la picada continuamos con los circuitos, ahora ya todos con más experiencia y confianza. Nos dedicamos a hacer grandes tiradas de barro sin parar, para transpirar la camiseta y disfrutar de verdad todas las prestaciones que nos ofrece este tipo de vehículos 4x4. Antes de finalizar con la jornada de barro, la caravana llegó hasta la laguna, a orillas del Paraná Guazú, un lugar paradisíaco dentro de los 5 kilómetros de costa de río que posee la estancia. Un ambiente ideal para tomar fotografías y sentir toda la energía que tiene uno de los ríos más importantes que posee la Argentina

Cerramos el evento almorzando un espectacular asado en los jardines de la estancia, donde se podían ver las sonrisas en las caras de los participantes. Es que lugares así, que nos den tanta satisfacción, son difíciles de encontrar. La próxima salida a la zona será a fines de octubre, donde esperamos volver a ver a muchos de los amigos que se suman a estos viajes desde hace más de 21 años.

Nota completa publicada en revista Weekend 539, agosto 2017.

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Marcelo Ferro

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