El final del viaje no es el destino, sino los contratiempos y recuerdos que se crean en el camino”. Esta frase de autoría prestada no tiene mucho que ver con el verdadero significado que la Real Academia Española (RAE) le otorga al término descubrir: “Hallar lo que estaba escondido”. Sin embargo, la justa dosis de ambas expresiones sintetizan la combinación que demarcó el espíritu de Mainumby4x4 en esta conquista de la cumbre del Payún Matrú, un volcán mendocino de 3.680 msnm al que nadie tuvo la oportunidad de acceder durante los últimos 15 o 20 años. ¡Aventura en estado puro! o, para la RAE: “Empresa de resultado incierto o que presenta riesgos”, pero que logramos.
En primer lugar es importante destacar la magnitud de la gesta, porque hicimos cumbre en un volcán al que no llega cualquiera: el trabajo previo de campo exigió mucha burocracia. Solicitudes de permisos a los organismos de contralor, adquisición de entradas en un turnero online que tiene un cupo muy limitado, la contratación de dos guías registrados, viajar con un guardaparques… Nada simple, y más engorroso aún a causa del cambio de gobierno, lo que obligó a duplicar los pedidos por las modificaciones de los funcionarios de rigor. Todos los papeles que se habían hecho a nombre de A hubo que repetirlos a nombre de B…
¿Qué es el Payún Matrú?
Lo que en idioma mapuche significa barba de chivato es, en realidad, el único volcán de la Tierra que más se parece a los que existen en el planeta Marte. Estudios recientes realizados por vulcanólogos italianos demostraron que las coladas de lava del Matrú son unas de las más largas del mundo: 181 km, por eso esta formación no tiene la típica silueta de cono, sino más bien una figura alargada y aplastada de 50 km2 de superficie, con un enorme cráter extinto de unos 8 km de diámetro, donde se localiza una laguna alimentada por nieve y agua de lluvia que tuvimos la oportunidad de ver, tocar, disfrutar y fotografiar, al tiempo que salían mates y la organización convidaba unas raspaditas, galleta casera típica de la región.
Para arribar al interior del cráter atravesamos La Payunia, uno de los parques volcánicos de mayor densidad y diversidad del mundo, con más de 800 conos de retroarco y extensos campos de roca fundida (lava) habitados por materiales fragmentados como cenizas, lapillis (símil ripio negro) y bombas (burbujas de lava solidificada) esparcidos en unas 360.000 hectáreas (llega hasta La Pampa y Neuquén), producto de la actividad que le dio forma a la región a finales del período Terciario. También atravesamos el área casi virgen denominada Pampas Negras (todo tiene este color), al sudoeste del volcán Santa María (el último que entró en erupción), donde el guardaparques Maximiliano Sas explicó que el coirón (pasto típico de la zona) está ganando terreno y que en unos años este desierto color grafito se convertirá en uno de tonos dorados. Pampas Negras probablemente le dará paso a Pampas Amarillas.
El ascenso fue de unos 32 km y llevó casi 4 horas. A los 3.000 msnm la vista era inefable: como mirar el cielo en lontananza, con algunas nubes casi al alcance de la mano a nuestra propia altura. En un avión hubiéramos escuchado decir al comandante: “Tripulación, 10.000 pies”. El paisaje era realmente como mirar a través de la ventanilla, pero sin fuselaje de por medio. La bajada tomó un tiempo apenas más corto y fue recompensada con dos chivitos al horno de barro cocinados por Pancho Forquera, un puestero de la zona. Llegamos a Malargüe tarde, de noche, pero muy felices: habíamos logrado el objetivo. En las travesías 4x4 sabemos a qué hora salimos, pero no a cuál regresamos, mucho menos aún después de haber conquistado la cumbre del icónico Payún Matrú a 15 años del último ascenso.
Volcán Malacara por dentro
Los vimos, los recorrimos, los trepamos pero jamás imaginamos estar dentro de un volcán. Y en este viaje eso también fue posible. A las 7:30 dejamos el hotel y dos horas más tarde (42 km) estacionamos las camionetas frente al cauce de un río seco por el que decenas de miles de años atrás corrió lava incandescente. Caminamos sobre ella, permitimos que sus paredes retorcidas nos envolvieran y atraparan con su encantador misterio. Parecía un documental en vivo filmado en otro planeta. Sorteamos los obstáculos y finalmente llegamos a la cárcava de Tyto Alba (lechuza blanca de la zona), una chimenea hacia el cielo a través de la cual penetraba un rayo de luz entre divino y apoteósico. Estábamos en las entrañas del volcán Malacara.
Por allí, a 1.800 msnm, este volcán escupió lenguas de fuego líquido hace apenas unos 10.000 años. Nos paramos sobre la piedra que en este punto parece un altar e inmortalizamos el momento con decenas de fotografías. Completamos el álbum con la visita al mirador de altura desde donde se observa la laguna de Llancanelo y la antena DS3 de la Agencia Espacial Europea (solo hay tres en el mundo; las otras dos en Australia y España). Y también llegamos a otra cárcava: la Oscura, tal vez más enigmática que la anterior, con pasadas más estrechas, charcos minimalistas y una gran colonia de murciélagos aleteando agazapada entre las rocas a la espera de que cayera la oscuridad. Regresamos a las camionetas tras 3 km de trekking (2 h 20’). Desde la lejanía comprendimos porqué llaman Malacara a esta montaña con perfil de simio: “Se debe al parecido con la cara manchada de los caballos, denominación que desciende de la costumbre lingüística de los pobladores locales”, nos explican por handie VHF.
Hacia el hotel abandonado
El último día quedó para El Sosneado. Tomamos la RN 40 y en el puesto de Gendarmería desviamos 60 km a la izquierda por el ripio de la RP 220 que corre paralelo al cauce del río Atuel. Ibamos en busca del hotel Termas El Sosneado, un ícono de la zona por su fantasmagórica estructura vandalizada durante 70 años. Cuenta la leyenda transmitida por los pobladores que este lujoso establecimiento fue inaugurado en 1938 tras el aporte de millonarios como Aristóteles Onassis. Hasta allí llegaban europeos en busca de las piletas de aguas termales procedentes del volcán Overo que resultaban muy efectivas en los tratamientos contra el dolor. Funcionó hasta 1953, cuando cerró sus puertas de un día para el otro.
Las verdaderas causas, como suele ocurrir en las leyendas, se desconocen. Hay quienes manifiestan una ola de juicios laborales debida a la sindicalización de los trabajadores tras la asunción de Perón. Otros argumentan la aparición de los analgésicos, por lo que las aguas sanadoras ya no eran tan requeridas. Como fuese, el hotel que funcionaba cuatro meses por año cerró para siempre. Y si bien algunas personas intentaron cuidarlo, de aquellas épocas de esplendor sólo quedan en pie las derruidas paredes, los estragados pisos y las cristalinas piletas termales, de las que aún emana olor a azufre y en las que muchas personas sumergen sus piernas. Para los que gustamos de los lugares abandonados, recorrer la mortecina estructura es como entrar en un parque de diversiones gerenciado por Stephen King. Y allí almorzamos, entre habitaciones desamparadas que cobran vida con la emoción de quienes se atreven a ingresar en ellas. El menú: bifes a la criolla con papas fritas rústicas, todo al disco, calentito y recién elaborado por el chef de la organización.
Para el cierre quedó la emoción del vadeo del río Atuel y las tortas fritas caseras freídas a orillas de la laguna El Sosneado durante la puesta del sol. Tres días de travesía, infinidad de recuerdos, cena de disfraces de Carnaval, sorteos, muchos regalos y un anhelo cumplido: ser de las primeras 19 personas en hacer cumbre 4x4 en la caldera del volcán Payún Matrú en el Siglo XXI. Viajar es cambiarle la ropa al alma, y vivirla en modo off road –fiel al eslogan de Verónica Romaña, directora de Mainumby4x4– es buscar una experiencia diferente a través de nuevos paisajes.
Organización de la travesía: Mainumby 4x4, Cel.: (011) 6036-1111. Web: mainumby4x4.com | E-mail: [email protected] Facebook e Instagram: @mainumby4x4.
Travesías multimarca y multinivel aptas para toda la familia. Incluyen alojamiento y gastronomía.
Próximos viajes: Expedición al Fin del Mundo, Tierra del Fuego; Piedras Picantes, Córdoba; y San Juan extremo.
Consejos: para ingresar en La Payunia y en el Malacara exigen pantalón largo y calzado tipo trekking.
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