Tranquilos: el río Negro es negro porque arrastra sedimentos oscuros, no porque esté contaminado. Nada más lejos que eso: este río que recorre 700 km desde que nace en la confluencia del Limay con el Neuquén hasta que desemboca en el balneario El Cóndor es hermoso, sano y fuente de alegría para todos los habitantes de la región, lo que incluye la ciudad bonaerense de Carmen de Patagones, ubicada “del otro lado del río” si la miramos desde Viedma. Esto nos cuenta de un tirón Rosanna mientras recorremos la costanera, que en total tiene ocho kilómetros y permite disfrutar de un área parquizada y con árboles, cerquita del agua. “La lancha para cruzar tarda apenas cinco minutos y cuesta lo mismo que el colectivo”, nos dice porque justo vemos a la pequeña embarcación que va de un lado a otro según las necesidades de los habitantes. Aquí comienza nuestro recorrido por Patagonia Norte, en la provincia de Río Negro y con un poquito de sur bonaerense.
Patagones y gastronomía
Explorando el parque costero
El avión aterriza en Viedma alrededor de las cuatro y media de la tarde, la hora ideal para tomar el té. Tal es así que salimos del aeropuerto y, luego de cruzar el río, aquí estamos, caminando por Carmen de Patagones, la última ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires que se destaca por su aire antiguo de frentes cuidados manteniendo el estilo y calles sinuosas y tranquilas, algunas con arte urbano de calidad.
Nos reciben en Casa Crespo, un hotel boutique donde también es posible tomar una de esas meriendas que ostentan la dicha de la mesa larga y repleta de panes, mermeladas, mieles, budines y tortas. “Todo lo elaboramos aquí”, nos dice Romina propietaria y responsable de la delicada belleza del lugar, con muebles relucientes y una decoración que no omite la sofisticación. “¿Torta de coco y té de jengibre, les parece?”, nos pregunta. Claro, sin duda. Una terraza al aire libre complementa el lugar e invita al trago de after office, aunque no haya office.
La noche nos encuentra aún en Patagones, en una cena de pasos (y con maridaje de vinos) a cargo del cocinero Martín Pereyra, cuyas manos mágicas nos han preparado pejerrey al estilo boquerón (crudo y con vinagre de vino Torrontés); salchicha de pescado con puré de alcauciles y garbanzos (maridada con Riesling), cordero con flores comestibles y un postre con protagonismo de manzana y nuez a la manteca de limón. “Se trata de comer lo que hay en la región, conocer y disfrutar de los productos que tenemos cerca”, dice Martín y nos convence.
La magia intrínseca de la ruta 3
Balneario El Cóndor
Se ubica a 30 km de Viedma (y a 100 km de San Blas y de Bahía Creek) y los locales lo llaman “la boca” porque aquí desemboca el río Negro en el mar. La primera aclaración que nos hace la guía es que cóndores no hay (su nombre lo debe a la presencia de un barco cuando era tierra de nadie) pero lo que sí hay es una de las mayores colonias del mundo de loros barranqueros, que atraen birdwatchers de todos lados: son miles y miles de nidos de estas aves verdes que refulgen al sol y –por supuesto– hacen mucho bochinche.
El Cóndor tiene muchos atractivos, entre ellos que no hay veda de pesca (variada y en verano corvina, pescadilla, lenguado, gatuzo) y que tampoco es necesario sacar permiso. “Además, se avista delfín franciscana todo el año y toninas (delfín nariz de botella) de marzo a julio”, nos explica Gustavo Malek, subsecretario de Turismo. “Y más allá del típico turismo de sol y playa, todos los meses hay eventos deportivos y contamos con escuela de kite, surf, windsurf y carrovelismo”.
Naturaleza personalizada
A los deportes de viento se le suman los circuitos de cicloturismo con distintos niveles de exigencia, un trekking por los acantilados y la posibilidad de quedarse en el camping. “La idea es andar y mostrar todas las bellezas que tenemos”, comenta nuestra guía mientras se preparan las bicis para salir desde el faro de El Cóndor, que es el más antiguo (1887) y aún sigue en funcionamiento.
Hay, también, otra posibilidad de turismo: excursiones a medida y que se focalizan en avistaje de flora y fauna, rastreo de huellas y observación del paisaje para comprender los tiempos geológicos. “Son grupos muy chicos, a veces incluso es una persona sola, interesada en un tema puntual –describe Mauricio de la empresa Patagoning– y el objetivo es ir a buscar o a observar en profundidad lo que el turista desea; son experiencias donde se aprende mucho”.
Rumbo a Las Grutas
A 170 km de Viedma se ubica el puerto de San Antonio Este. Aquí, en el parador Serena, nos está esperando Agustín para ir a ver lobos marinos y ballenas. “Se van a sorprender”, nos dice mientras subimos a la embarcación. Al principio, por supuesto, “no pasa nada”, pero a los minutos asoma el lomo calloso de una ballena franca (16 metros, 45 toneladas) que se pasea a centímetros de nosotros y luego de cierto estupor estallan los teléfonos para fotos y videos. Misión cumplida.
Nuestra próxima parada es en El Jahuel, un emprendimiento familiar que propone comidas y visitas guiadas explicando el ecosistema costero junto con la historia y los valores naturales de la zona.
Ya en Las Grutas (el balneario de Río Negro) nos reciben Marcelo y Laura, buzos experimentados que proponen circuitos de buceo por el Parque Submarino con embarcaciones y otros objetos hundidos adrede que hacen más interesante y segura la experiencia. “Llega mucha gente para hacer su bautismo, así que tenemos una pileta preparada para dar los primeros pasos en buceo y funciona muy bien”, aseguran. Nuestro recorrido termina visitando una plantación de olivos con degustación de aceites, aceitunas verdes, negras y tipo griego: algo más para maridar la gastronomía local.
Salinas y trenes
A 60 km de Las Grutas se ubican las Salinas del Gualicho. En principio se trata de un lugar de donde se extrae sal para la industria química… pero también es una propuesta turística: recorrer los grandes campos de sal y terminar de noche con una cena de cazuela de cordero, champagne y, al final, observación de estrellas. Nuestro recorrido por Patagonia norte termina en Viedma para conocer el Tren Patagónico, uno de cuyos servicios une esta ciudad con Bariloche (830 km/ 16 horas de viaje) con la comodidad de tener comedor y camarotes. La próxima nota en la provincia de Río Negro será desde uno de estos vagones.
Info: Distancias: de Carmen de Patagones a Viedma hay 5 km. Se cruza por dos puentes o en lancha. De Viedma a playa El Cóndor: 30 km y a Reserva Punta Bermeja, 65. A Las Grutas son 200 km y se va por el Camino de la Costa
Informes: wwwturismopatagones.gob.ar.
Instagram: @Viedmaturismo /@rionegroturismo
Entre Oficial de Turismo: @ProbaPatagonia y www.patagonia.gov.ar
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