Ongamira está ubicada a 25 kilómetros de Capilla del Monte, Córdoba, y debe su nombre a la lengua comechingona: significa energía de todo lo creado. Algo que queda comprobado por todas las personas que la visitan. Es un destino místico, repleto de historia, suelos que pintan las zapatillas de color ladrillo y dominado por el imponente cerro Colchiqui.
En este ambiente, los senderos repletos de vegetación contrastan con los tonos rojizos de los grandes paredones de arenisca milenaria. El resultado es un paisaje único pintado con una exótica paleta de colores. Helechos, zarzamoras y eucaliptos son plantas nativas que eran consideradas medicinales por los habitantes originarios. Cuanto más alto, las hierbas serranas más envuelven con sus aromas.
El trayecto hacia la cima está complementado por una gran variedad de especies de aves que se desarrollan con tranquilidad gracias a la preservación del lugar. El sello distintivo de este paisaje agreste es la presencia de la imponente aguila mora y del majestuoso cóndor.
La esencia del lugar
Adentrarse en el Valle de Ongamira y subir al cerro Colchiqui es remontarse a 5.000 años atrás en la historia de los pueblos originarios que lo habitaron. Desde la cultura Ayampitin, una de las más antiguas del país, hasta los comechingones, todos dejaron su impronta en las sierras, enriquecidas por su gran interés arqueológico. Gracias a excavaciones realizadas, los arqueólogos reconstruyeron cómo era la vida de los primeros habitantes de esta tierra. De hecho, se pueden ver diferentes espacios que reflejan vivencias de los antepasados en este lugar al que consideraban sagrado.
Allí también, se encuentra el “museo viajero”, una sala móvil donde se pueden encontrar los materiales y la información recolectada en los sitios excavados. Los visitantes pueden conocer cuáles fueron los procesos arqueológicos realizados en el cerro y cómo se conservan los materiales extraídos.
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Dos caminos para llegar a la cima
El cerro Colchiqui tiene una altura de 1.557 msnm, y el camino hasta la cima tiene una parte muy peculiar en la mitad: hay que elegir entre doblar a la derecha o a la izquierda. La consecuencia de esta decisión llevará a dos paseos diferentes. Por un lado, las grutas hacia la Cueva del Indio, sitio en el que los pueblos originarios molían su alimento y, la otra permite el ascenso hasta la cima del cerro, donde se puede apreciar la mejor vista panorámica del Valle de Ongamira y contemplar sus cuatro puntos cardinales.
Sea cual sea la elección, ambos paseos llevan a recorrer el valle, develar las capas de historia a través de sus senderos, aleros y vistas 360° que transmiten la esencia del valle.
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